La abogacía

 

Cuando salí de secundaría del Instituto Comercial Panamá donde lugar donde me gradué, inicie un proceso de evaluación para saber cual sería el siguiente reto, y el más importante de todos. El que me permitiría hacer un nombre en sociedad y sustentar a mi familia como muchos ciudadanos.

Recuerdo a compañeros del Colegio que querían estudiar Ingeniería, Arquitectura, Periodismo, Medicina, y Derecho, como fue mi caso, eso fue toda polémica.

Luego de un prolongado examen de conocimientos generales en la Universidad de Panamá, ingrese en la Facultad de derecho y tuve el placer de conocer destacados catedráticos como Cesar Quintero, Secundino Torres Gudiño, Carlos Iván Zúñiga, Aura Emérita Guerra de Villalaz, Carmen Antony, Hipólito Gil, Carlos Enrique Muñoz Pope, Virginia Arango Durling, Oswaldo Fernández, Pedro Barsallo, Víctor Méndez Fábrega, Jorge Fábrega Ponce, Edgardo Molino Mola, Judith Ester Cossú, Freddy Torres, Gerardo Gutiérrez, Julio Berrios, Eduardo Lombana, Miguel Antonio Bernal entre muchos más, que se me escapan a la memoria.

Esa generación de Profesores era consciente del nivel de profesionales que debían salir de las aulas de clases, ya que era su prestigio el que estaba en juego. De eso, ya han transcurrido más de 35 años.

Durante todo este tiempo, se han construido Universidades, y estos nuevos centros de enseñanza Superior han abierto las licenciaturas en Derecho y Ciencias Políticas, multiplicando la oferta de profesionales del Derecho en cantidades significativas, que hasta el momento llega a 30 mil abogados.

El problema central que ha generado esta fabrica de estudiosos del derecho, es que el nivel académico se ha desmejorado a tal punto “que ya no importa lo que sale después que paguen, o no me importan si no estudian porque a mí me pagan”.

Bajo esa consigna siento que la calidad de académicos salvo excepciones, lo que menos le preocupa es si sus estudiantes salen bien educados o no.

Hace dos años una colega me pidió que acudiera a la Universidad de Panamá para hablar de ética a los estudiantes del último año, y la pregunta con la que inicie mi participación fue ¿Por qué quieren ser Abogados? y escuche de muchos de los estudiantes algunas consideraciones, que no estaban enfocadas con lo que se encontrarían al salir de esa Facultad.

El Mandamiento numero 1 por Eduardo Couture

“Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado”.

Es la más clara y autentica realidad que debe enfrentar un profesional de la ley. Quien quiera ser abogado sin abrir un libro, sin leer un Código, sin analizar, sin pensar. Esta condenado a fracasar.

La Honorable Corte Suprema de Justicia de la República de Panamá, específicamente la Sala Cuarta de Negocios Generales, es la encargada de otorgar el Certificado de Idoneidad para el Ejercicio de la Abogacía en Panamá, luego de cumplir una serie de requisitos que deben completar, los futuros jurista.

La Corte ha hecho pública su preocupación, sobre la calidad de profesionales que están saliendo de las Escuelas de Derecho, y esto nos preocupa. Debido a que debe existir un nivel de expertos con capacidades mínimas de calidad, para ofrecer sus servicios legales a los miembros de la sociedad.

El tema del deficiente Pensum Académico traerá una clara confrontación entre diversos sectores, Universidades, Profesores, Gremios de Abogados, la Comisión del Pacto de Estado por la Justicia, y la Corte Suprema de Justicia.

Esta Preocupación es válida, “los Abogados Express” no son competencia para los que a diario están pendiente de la última ley publicada en la Gaceta Oficial, del último libro sobre materia jurídica que sea publicado, solamente están pensando “en cobrar algo para resolver” como me dijo un Abogado que se promueve en los postes de electricidad debajo de las personas que predicen el futuro.

Que triste que ese sea el pensamiento, de alguien que tiene una idoneidad igual a la mía y que no le importe siquiera de qué manera se presenta ante los clientes, y como desarrolla su trabajo, trayendo consigo el desprestigio profesional de los que a diario seguimos tratando de levantar la imagen de la Abogacía en la República de Panamá.

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