La casa se quema

Cuando el sueño no llega y las horas pasan la televisión termina viéndolo a uno, pero esa noche me desveló un documental. Había leído sobre ella, y muy a la distancia seguía su trayectoria siempre creyendo que era un producto de propaganda antitodo. De esos que de cuando en cuando aparecen para hacer público lo que otros no se atreven. Ella era el gancho perfecto. Una linda niña de trenzas que articulaba un discurso potente de una manera tan natural, como la naturaleza que ella defiende. Como estaba todavía muy sensible por el tema de la minera, el documental me pareció providencial. Un verdadero harakiri a la conciencia. No es una aparecida ni menos responde a intereses ocultos, me parece auténtica. Greta Thunberg tiene un mensaje que desde hace un tiempo viene calando, los políticos no entienden que el tiempo es ahora. El futuro es hoy, repite esta profeta de los tiempos, su voz se oye, pero no la quieren escuchar.

En 2018 Greta con justos 15 años empezó una huelga, armada con un cartel frente al Parlamento de su país reclamaba por los efectos del cambio climático. Poco tiempo después esa huelga de los viernes se transformaba en un movimiento global. El objetivo del documental era visibilizar el reclamo de una niña valiente dirigido a todos, no solo a los habitantes de su natal Suecia, sino a todo aquel que le interesara la suerte de nuestra casa, el planeta Tierra. Así de grande es el sueño y las pretensiones de una niña extraordinaria, ella solo quiere que los políticos escuchen a los que saben sobre los problemas medioambientales del mundo, nada más, luego pueden seguir destruyéndolo si quieren.

Greta si acaso tendría unos cuatro años cuando Al Gore recibió el Premio Nobel de la Paz, el exvicepresidente de los Estados Unidos fue galardonado en 2007 con este reconocimiento por sus esfuerzos en contra del calentamiento climático. Su documental “Una verdad incómoda” había llegado, al menos, a oídos del comité del Nobel y de los críticos de cine, pues también un Oscar le entregaron por su trabajo, un compromiso en defensa del planeta. Greta si bien ha recibido honores, no hay mejor que el de aquel día cuando el mundo le dio un espaldarazo por hacer que Donald Trump se tragara sus palabras. Greta había sido reconocida por la revista Time como la personalidad del año 2019, apareciendo en la portada, Trump no halló mejor manera de darse por enterado que atacándola. “Qué ridículo. ¡Greta debe trabajar en su problema de ira y luego ir a ver una buena película con un amigo! ¡Relájate, Greta, relájate!”, esto lo tuiteó Trump el 12 de diciembre de 2019. Meses después, cuando Trump se vio en medio de los fragores de las elecciones, por las redes clamaba que pararan de contar los votos. Con esa ingeniosa irreverencia propia de la juventud, Greta escribía en el Twitter las mismas palabras con las que él se había referido a ella. Resumiendo: qué ridículo, trabaja en tu ira y ve a ver una película, “¡Relájate, Donald, relájate!”.

De Trump a Joe Biden la política ambiental de los Estados Unidos ha dado un verdadero giro. Lo primero que hizo la administración Biden fue regresar a Estados Unidos a los Acuerdos del Clima de París. Ya con esto sus movimientos iban en la dirección correcta, puso fin a un periodo en el que la política climática de su país se había distanciado del compromiso de cooperación con el resto del mundo. La administración Trump había dejado su huella y revertir ese retroceso tenía que ser de una manera contundente. Biden en la Cumbre de Líderes sobre el Clima se comprometió a que Estados Unidos llegue a cero emisiones de carbono para el 2050.

Yo al ver a Greta con su cartelito y luego viendo los movimientos de los gigantes, que en sus manos tienen el futuro del planeta, me preguntaba dónde quedaba uno. Uno que con mucho esfuerzo trata de separar el plástico para reciclarlo y recoge los sobrantes de cartón para darles el mismo tratamiento. Uno que de vez en cuando piensa que lo que hace de alguna forma contribuye a mejorar el entorno doméstico, ni siquiera pensar en lo que hacen los demás, ¡para qué! ¿Dónde queda uno? Pero está Greta, que de la manera más simple ha llevado su mensaje, que debe ser el nuestro también. La niña que un día en medio de un Foro de Economía criticó a los ejecutivos que habían viajado en sus aviones privados al encuentro. Decía que es un poco de hipocresía viajar en jet privados a un lugar donde van a hablar sobre la crisis del clima. Es que si hay algo que se maneja con hipocresía en este mundo es precisamente el tema del daño climático, en todos los niveles y escenarios, no solo los políticos que ya tienen su cuota rebasada. En lo particular, hablar de salvar el planeta es como creer a estas alturas que Santo Claus sabía mi nombre. Risas aparte, lo que hace Greta no tiene palabras, una niña con una visión pura nos hace ver lo que por nuestra naturaleza debemos hacer todos.

¿Dónde queda uno en todo esto? Nosotros que en el mapa mundial somos una coma, en lugar de contribuir de una manera proporcional a nuestra geografía, es decir, modestamente ser proactivos de cara a proteger nuestra tierra, nuestros recursos naturales, hacemos todo lo contrario. El daño que le infringimos deliberadamente no tiene comparación, es más lo que le hemos quitado de lo que la hemos defendido. Una tierra que nos lo ha dado todo, y nosotros no le hemos dado ni las gracias. Que el progreso está en la explotación, que el desarrollo está en la extracción. Que la seguridad está en aprovechar los recursos que la tierra nos da. Que los árboles ya crecerán. Que los gases de efecto invernadero se controlan si no comemos carne. Que el daño ecológico se puede mitigar y todo lo que se pueda decir y hacer yo lo entiendo, pero no es un consuelo. Hay quienes se espantan con lo que significa para ellos proteger el ambiente: desempleo y quiebra. Vivimos en un mundo dividido entre quienes dejan una huella al pisar y los que cuidan la tierra dónde se está pisando. Dos visiones distintas, un mismo planeta.

La minería literalmente es jugar con fuego, quizá en otras épocas la actividad era la envidia de muchos. Explotar una mina, la sola frase ya era un albur, ¡es una mina! Algo así como frotar la lámpara, que en lugar de un genio aparecen minerales. Pero la realidad es otra, no hay bonanza más allá de la que goza el extractor; es decir, no es para el dueño de la lámpara la fortuna, sino para el que la frota. Y este la devuelve cuando los tres deseos, oro, plata y cobre, ya los ha agotado. No hay minería buena ni mala, como tampoco hay daño menor ni mayor; lo que hay lo entendí escuchando a Greta, ella lo sabe perfectamente.

Unos viven el presente, sin importarles el futuro. Ella es el futuro, y se preocupa por lo que le estamos dejando. El 2020 fue uno de los años más calientes de los que se tenga registro, la década del 2011 a 2020 igual, ha sido la más cálida, el planeta es una olla. Al Gore el año pasado dijo que la crisis climática está empeorando “mucho más rápido” de lo que la gente piensa. “La responsabilidad de actuar, que está sobre los hombros de la generación que está viva hoy, es un desafío a nuestra imaginación moral”. Hay una esperanza, el Acuerdo del Clima de París ya entró en vigor, los países que lo honren se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global, les toca a los políticos y a los líderes del mundo poner a prueba su “imaginación moral”.

Greta Thunberg es un aire fresco, de ella se ha hablado mucho, se le ha atacado a ella y a su padre. En el documental decía que esto es una responsabilidad muy grande. Ella no viaja en avión en protesta por la contaminación de la industria aérea, ni come carne para reducir su huella de carbono. Así de consecuente es. La tachan de apocalíptica, siendo esto más bien un halago, su cruzada es una revelación. Ella sabe que es especial, de niña la apartaban y terminó encerrándose en una burbuja marcada por una rutina. Cuidó cada detalle de su entorno, nada podía variar, de lo contrario se generaría un caos. Ahora la entiendo más.

En una de las primeras cartas firmada por ella junto con otros niños decía: “estamos luchando por nosotros mismos, pero nuestros padres están ocupados discutiendo si tenemos buenas notas, una nueva dieta o la final de Juego de Tronos, mientras el planeta se quema”. Un año después, 2020, lo volvió a repetir, “nuestra casa todavía está en llamas”. Y ¿dónde queda uno en todo esto?, nosotros pronto seremos pasado, eso de sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, quedó en pura poesía. Hoy hay que cuidar la casa, tu pedacito de tierra, si no, será tarde, ya no habrá dónde sembrar, escribir ni amar.

 

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