Credibilidad bajo cero

Hace cuarenta años, Latinoamérica era testigo de cómo caían -una tras otra- las distintas dictaduras militares que dominaban su paisaje y se establecían sistemas democráticos que promovían la libertad de expresión, las elecciones libres y las instituciones independientes. Finalmente, el continente abrazaba los sueños libertarios de sus próceres e insinuaba el camino para concretar sus más caras utopías.

Cuatro décadas de las más deplorables prácticas políticas fueron más que suficientes para echar por tierra esos grandes sueños. Hoy, si bien aún no se le expide el certificado de defunción, la democracia de nuestros parajes requiere con urgencia de cuidados intensivos. Según el Barómetro de Confianza de Edelman 2021, en paralelo con la pandemia del Covid-19 hace estragos otra pandemia de desconfianza generalizada en las instituciones y en los líderes sociales de todo el globo. La credibilidad de los gobiernos, las empresas, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los medios de comunicación, en medio de la pandemia, han caído a niveles mínimos históricos.

Bajo el acoso de la desigualdad, la violencia, la corrupción descarada y la polarización social, los ciudadanos están convencidos que el sistema en pleno les ha fallado, que es injusto y elitista y ofrece muy poca esperanza para el futuro. Con la aparición del nuevo coronavirus, Latinoamérica se convirtió en el epicentro mundial de la pandemia y dejó al descubierto una de las desigualdades más acentuada del planeta que, junto con el enorme desempleo provocado por la crisis económica, terminó alimentando el resentimiento contra las élites financieras y políticas. Élites coludidas, a lo largo de las últimas décadas, en un obsceno banquete de corrupción rampante.

Las primeras campanadas de alerta ya han resonado en las diferentes explosiones sociales ocurridas en distintos países de la región. Es hora que los dirigentes corrijan el rumbo y atiendan las necesidades y las expectativas de todos aquellos a quienes dicen representar, de aquellos a quienes prometieron cielo y tierra para obtener sus votos en las urnas. De lo contrario, de persistir esa falta de fe en las instituciones y en quienes se mueven en el rejuego democrático actual, se alinearán las circunstancias propicias para el surgimiento de una nueva casta de “redentores políticos” cuyos destructivos legados ya han dejado huellas profundas en latitudes muy cercanas. Esa nueva camada de oportunistas serían la cereza para coronar el pastel del descalabro actual.

 

 

 

Comparte esta Noticia
Escribir Comentario