¿Por quién suenan las alarmas?

 

Costa Rica afronta circunstancias lamentables producto del recrudecimiento de la pandemia del coronavirus. Según datos de REUTERS, la nación centroamericana afronta un promedio diario de 2 mil 354 nuevos casos y acumula un total de 306 mil 899 contagios desde que comenzara la crisis de salud. La cifra de fallecidos a causa del nuevo coronavirus es de 3 mil 877.

Colombia, por su parte, alcanza la impresionante cifra de 18 mil nuevos casos diarios y un total de 3 millones 270 mil 614 casos registrados. Con 85 mil 666 muertes relacionadas al coronavirus, se ubica entre las 12 naciones más afectadas en el mundo.

La crítica situación de los más próximos vecinos debería motivar a la ciudadanía a ser más estrictos con las medidas de bioseguridad. Pero, echando mano de la desgastada excusa del carácter tropical- por una parte- y de percepciones erróneas, por la otra, nos encaminamos irresponsablemente a una potencial nueva crisis sanitaria que no sólo golpeará nuestro frágil sistema de salud, también podría agravar la ya de por sí difícil situación económica del país.

La equivocada idea de que gracias a la vacuna se está libre de contagios abona la situación para que los indicadores suban de manera aún más alarmante a como lo han venido haciendo durante las últimas semanas. Ninguna de las personas vacunadas está libre de contagio: lo que la vacuna asegura es que la manifestación de la enfermedad no alcance niveles que resulten de riesgo para el paciente. Por lo que sigue estando vigente la necesidad de cumplir con las medidas de bioseguridad recomendadas como el uso de la mascarilla, el distanciamiento social, el uso del gel alcoholado, evitar las aglomeraciones y los sitios de pobre ventilación.

Y si a una idea equivocada añadimos la absoluta irresponsabilidad de las fiestas clandestinas, tenemos los ingredientes necesarios para una mezcla realmente explosiva además de peligrosa. Para muestra el botón de los cuatro días de fiesta en una playa de la localidad que se llevó a cabo sin el aval correspondiente de las autoridades de salud. Ese tipo de evento multitudinario, en estos momentos, resulta una potencial fuente multiplicadora de contagios.

Movidos por conceptos equivocados y sin ponerle freno a la indisciplina reinante, el futuro próximo se pinta muy oscuro. Repetiremos, sin duda alguna, la situación de nuestros vecinos fronterizos y las consecuencias de tal indiferencia y descontrol resultarán lamentables para todos.

 

 

 

 

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