El 3 de mayo de 1991, con la Declaración de Windhoek se cerraba el Seminario sobre la promoción de una prensa africana independiente y pluralista, realizado en la capital de Namibia y organizado por la UNESCO y las Naciones Unidas. En el documento se establecen dos conceptos que, treinta años después, aún conservan toda la fuerza y el valor que auguraban desde el momento que fueron plasmados en el papel: el primero advierte que “por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas”. Y el segundo remata que “por prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad”.
Independencia y pluralismo. Dos cualidades que hoy- más que nunca- resultan fundamentales en la práctica del buen periodismo y que, lamentablemente, son la excepción y no la norma en un mundo de avanzada tecnológica que ha sumido en la debacle financiera a la mayoría de los medios de comunicación. Ante los avances de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el desarrollo exponencial de las redes sociales, la disposición y el intercambio de información adquirió magnitudes y velocidades alucinantes, estableciendo un carácter “instantáneo” y “gratuito” difícil de igualar por los medios tradicionales, a los que sólo les ha quedado la opción de migrar al mundo digital en un intento desesperado por sobrevivir. Esta migración, sin embargo, no garantiza el éxito. Debatiéndose entre el caduco modelo de negocios centrado en las páginas publicitarias y la búsqueda de un nuevo modelo de obtención de ingresos en el ecosistema digital, el periodismo lucha por mantenerse a flote en un escenario cargado de incertidumbres y presiones que, desde distintos campos, buscan someterle.
Hoy, 3 de mayo, conmemoramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993. Este año con el lema “La información como un bien común” busca, entre otras cosas, abordar los desafíos y las amenazas que enfrentan los medios en la lucha por sobrevivir en el entorno digital.
En este momento de pandemia y amenazas a la libertad y los derechos humanos, resulta obligante recordar que el suministro de información veraz y oportuna sostiene los valores primordiales de la sociedad democrática, entre ellos la tolerancia, la libertad, la participación ciudadana y la transparencia.