Hubo una silenciosa satisfacción cuando, bajo las aguas color esmeralda de Hong Kong, los científicos vieron cómo una sepia protegía sus huevos escondiéndolos en losas impresas en 3D, cuyos intersticios ayudarán a restaurar los frágiles arrecifes coralinos.
Para estos investigadores-submarinistas de la Universidad de Hong Kong (HKU), la presencia de vida salvaje en estas losas de terracota colocadas el verano boreal pasado confirma la apuesta de utilizar las últimas tecnologías al servicio del medioambiente.
«La impresión 3D nos permite fabricar losas a medida para tal o cual ecosistema, y es ahí donde se ve el verdadero potencial de esta tecnología», explica David Baker, profesor de la Escuela de Ciencias Biológicas de la HKU.
La imagen más común de Hong Kong es la de una jungla urbana densamente plantada de altos rascacielos.
Pero esta es solo una de las realidades de un territorio cuyas tres cuartas partes están cubiertas por parques naturales, montañas y bosques y, como fondo, las aguas del mar de China meridional, con sus arrecifes coralinos.
Cerca de 84 especies de corales viven en torno a Hong Kong, una diversidad mayor, según los científicos, que la del mar Caribe.
Antes, pocos peces
La mayoría se hallan en ensenadas relativamente protegidas y muy alejadas del delta del río de las Perlas, en el oeste, y de su intenso tráfico marítimo.
Pero, igual que los arrecifes en otras partes del mundo se ven afectados por el cambio climático, los corales de Hong Kong también sufren. Y por ello se han movilizado los biologistas marinos de la HKU.
Los científicos empezaron a colocar grandes losas impresas en 3D en el fondo del agua, a modo de arrecifes artificiales para acoger a las larvas de los corales.
«Cuando lo hicimos, había pocos peces», explica la investigadora Vriko Yu, durante un recorrido de inspección por la pequeña bahía de Hoi Ha Wan, un parque marino protegido del extremo oriental de Hong Kong.
Seis meses más tarde, la vida ha vuelto, incluida esa sepia, cuya presencia es «emocionante» según Yu.
El gobierno había ordenado el inicio de investigaciones sobre el estado de los corales de Hoi Ha Wan tras un grave episodio de blanqueamiento, que acabó con la mayoría de ellos.
El blanqueamiento es un fenómeno de deterioro que se traduce por una pérdida de color. Se debe a un alza de la temperatura del agua, lo que provoca la expulsión de algas simbióticas que dan al coral su color y sus nutrimientos.
Recuperación
Los arrecifes pueden recuperarse si el agua se enfría, pero pueden morir si el fenómeno persiste.
Restaurar un arrecife de corales muertos o dañados implica la existencia de un terreno apropiado para permitir aferrarse a las larvas. Y la impresión en 3D se ha revelado hasta ahora muy fiable.
Varias losas con 400 fragmentos de corales han sido colocadas en una superficie de 40 metros cuadrados de fondos marinos en Hoi Ha Wan.
En otras partes del mundo, se han hundido barcos o trozos de cemento en el fondo del agua, pero estos métodos –que también suelen funcionar– pueden modificar el entorno químico.
Las losas utilizadas en Hong Kong están hechas de barro cocido, cuyo impacto medioambiental es limitado. Y si no cumplen su función de desarrollar una colonia de corales, desaparecerán por erosión sin dejar huella, según Christian Lange, de la facultad de arquitectura de HKU.
Hong Kong, China. AFP