La resolución número 1 del 3 de marzo de 2021 que reducía a 34.5 por ciento el puntaje requerido para optar por la certificación médica dejó en evidencia que la mediocridad, el juega vivo y las influencias políticas se imponen sobre la excelencia y la meritocracia. Y que la irresponsabilidad y los intereses oscuros de unos pocos, pesan más que el respeto a la salud y a la vida del resto de la sociedad; porque certificar alegremente a quienes presentan serias deficiencias en su formación médica es poner en peligro la salud y la vida de quienes tengan la desdicha de convertirse posteriormente en sus pacientes.
Por ello resulta esperanzador la rectificación que se hace con la nueva resolución número 3 del 12 de marzo de 2021. Con ella, el Consejo Interinstitucional de Certificación Básica de Medicina vuelve a las condiciones establecidas en la norma aprobada el 12 de junio del 2020 que establece los 405 puntos- correspondiente al 41.5 por ciento- como el puntaje mínimo para entrar al internado.
Pero, con la nueva medida no se le pone punto final a la crisis; porque entre el decreto que la redujo y el último que la devuelve al puntaje original, se llevó a cabo un examen de certificación. Y la inquietud que abriga la opinión pública es que en este último evento certificador se haya concretado la intención de quienes impusieron la burda rebaja de requisitos.
Un grupo de “futuros médicos” pudo haber aprobado con un puntaje inferior al 41.5 por ciento que había estado vigente desde el 2020; un puntaje ubicado en la franja mínima que encendió el repudio de numerosos grupos de la medicina y del público en general que se opuso al desmejoramiento de los niveles de formación médica.
¿Se tomarán medidas para deshacer el entuerto o contaremos en las crónicas médicas nacionales con un grupo que, como cliente de un almacén criollo, entró impulsado por la oferta de rebaja?