En los medios de comunicación social, la generación del contenido ofrecido al público tiene un costo financiero para nada despreciable. Por ello, el enfrentamiento entre el gobierno australiano y los gigantes tecnológicos Google y Facebook ha despertado interés en todo el mundo.
Australia está impulsando un proyecto de ley- la primera de este tipo a nivel global- para hacer que Google, Facebook y cualquier otra compañía tecnológica pague a los medios de comunicación por el uso de sus contenidos noticiosos.
En un informe del 2020 del Instituto Reuters, quedó establecido que el 52 por ciento de los australianos utilizan las redes sociales para informarse. Entre las principales, Facebook ocupó el primer lugar, seguida de YouTube y Facebook Messenger.
De cada 100 dólares australianos- según explica la reportera de negocios Katie Silver- gastados en publicidad digital, 81 dólares van a parar a las arcas de Google y Facebook. Los medios locales tienen que conformarse con una tajada de 19 dólares.
Un negocio realmente jugoso para las redes puesto que lucran con material noticioso en cuya generación no han gastado un céntimo.
El proyecto de ley, que cuenta con un amplio apoyo político, ya fue aprobado en la cámara baja del Parlamento y amenaza establecerse como un precedente legal para el resto del mundo.
Las reacciones de las empresas involucradas no se han hecho esperar: Facebook ya no permite que sus usuarios tengan acceso o puedan compartir noticias. Google, por su parte, que al principio amenazaba con eliminar el buscador en territorio australiano, finalmente se decantó por negociar logrando llegar a acuerdos con varias empresas de medios locales.
A pesar de las presiones ejercidas por los gigantes tecnológicos, las cartas están echadas. En la Unión Europea, una nueva regulación sobre derechos de autor advierte que los agregadores de noticias y los motores de búsqueda deberían pagar a los medios de comunicación por los enlaces. Apelando a dicha medida, los editores de noticias franceses lograron acuerdos con Google, que pagará por los fragmentos noticiosos que se muestren en los resultados de las búsquedas.
Sólo es cuestión de tiempo que la mecha encendida en Australia logre alcanzar al resto del mundo y se le haga justicia a los medios de comunicación que luchan por sobrevivir a los cambios que impone la avasalladora marcha de la revolución tecnológica.