Holocaustos en la Historia II
El Holocausto, el genocidio que el gobierno nacionalsocialista provocó entre el año 1941 y 1945, no solo se cebó con los judíos, aunque este grupo fue el que sufrió la peor parte, también estuvo dirigido contra eslavos, discapacitados, Testigos de Jehová, homosexuales varones y contra los gitanos. Los romanís fueron clasificados como raza subhumana y exterminados porque se creía que eran delincuentes congénitos y que dentro de su etnia la criminalidad era transmitida de padres a hijos.
La invasión japonesa de Manchuria por el ejército imperial comenzó el 19 de septiembre de 1931 y se extendió hasta el fin de la II Guerra Mundial. El llamado Holocausto asiático es analizado por el historiador Chalmers Johnson que calcula, en su libro The looting of Asia, que los japoneses masacraron a treinta millones de personas entre filipinos, malayos, vietnamitas, camboyanos, indonesios y birmanos y, al menos, a veintitrés millones de chinos. Los japoneses esclavizaron a los hombres para trabajos forzados y a las mujeres como esclavas sexuales, o mujeres de consuelo como las llamaban.
No solo eso, sino que, tal y como ya hemos contado en otra entrega de La Historia Habla, los japoneses cometieron canibalismo contra los prisioneros de guerra, uno de ellos, Lance Naik Hatam Ali testificó que: “Los escogidos eran llevados a una choza donde se separaba la carne de sus cuerpos mientras estaban vivos y, luego eran tirados a una fosa donde morían”.
Desde que China invadió el Tibet en 1949 más de un millón doscientos mil tibetanos han sido torturados, violados y asesinados en el llamado Genocidio silencioso que no ha cesado hasta el día de hoy. Entre las décadas de 1950 y 1990 más de un cuarto de millón de tibetanos fueron encerrados y murieron en campos de trabajo forzado y miles de monasterios han sido destruidos.
Mao Zedong dijo que el Tíbet es la palma de la mano que China debe ocupar; una vez en control de este territorio, los planes son conquistar ‘los cinco dedos’: Nepal y Bután y las regiones indias de Ladakh, Sikkim y Arunachal Pradesh.
También la Gran hambruna china es considerada como un genocidio, en este caso un autogenocidio, que fue provocado entre la población china por el Gran Salto Adelante, así se denomina a una serie de decisiones económicas, sociales y políticas que Mao Zedong implantó entre 1958 y 1961 en la Repùblica Popular China para industrializar rápidamente al gigantesco país, lo que conllevó la muerte por hambre de entre 15 y 55 millones de personas.
1968 fue un año convulso, en mayo, París hervía con una revolución, hubo tanques soviéticos en Praga, la sangre corrió por las piedras de la plaza de Tlatelolco, Robert F. Kennedy y Martin Luther King caían ante las balas y a través de las pantallas de la televisión los espectadores asistieron, por primera vez, al horror en directo.
La República de Biafra se separó de Nigeria en 1967 y mantuvo su independencia hasta 1970. Su población, sobre todo miembros de la etnia ibwo, fue asesinada por el régimen federal que les bloqueó todos los accesos a los alimentos. La guerra duró 30 meses, los biafreños se rindieron por inanición y el ejército nigeriano empezó la matanza de los separatistas. En menos de tres años murieron casi dos millones de personas.
En 1975 llegó al poder en Camboya el partido comunista radical de los Jemeres Rojos, el régimen maoísta que gobernó hasta 1979 y fue responsable del genocidio camboyano.
Bajo la dirección de Pol Pot, se puso en marcha un modelo socialista agrario basado en los ideales del maoísmo y el estalinismo. La ruralización forzada, las torturas, las ejecuciones en masa y las muertes provocadas por los trabajos forzados y el hambre, mataron a una cifra de entre millón y medio y tres millones de personas en menos de cuatro años. Se han encontrado más de 20 000 Campos de la Muerte.
Los Jemeres Rojos querían purificar el país y crear una raza superior. Los burócratas, empresarios, profesores, médicos o ingenieros eran fusilados. Usar gafas se consideraba un símbolo de intelectualidad y un pasaporte directo a la muerte.
Hasta el año 1984 en Ruanda convivían dos clanes, los hutu (la mayoría de la población) y los tutsi. En 1984 fue asesinado el general Juvénal Habyarimana, que entonces era el presidente del país y pertenecía a los hutus. Su muerte se achacó a los tutsis y empezó el horror. Miles de personas fueron desplazadas a campos de refugiados. Más de 800 mil personas fueron asesinadas y las mujeres tutsis que sobrevivieron a las matanzas fueron sistemáticamente violadas. Se calcula que murió el 75 % de la población tutsi durante los meses que duró la limpieza, que también incluyó a hutus moderados que se habían opuesto a Habyarimana.
Saddam Hussein, a la sazón gobernante de Irak, emprendió entre 1986 y 1989 una campaña contra los kurdos, un genocidio en toda regla. Aunque también fueron incluidos en la arabización y la limpieza étnica asirios, shabaks, yazidis, judíos, mandeos y turcomanos, cuyas aldeas y ciudades fueron destruidas.
Se estima que entre 50 000 y 200 000 personas fueron ejecutadas por pelotones de fusilamiento, por bombardeos, fallecieron en la huída desesperada al abandonar las ciudades que estaban siendo destruídas o cayeron fulminados en la guerra química llevada adelante por al-Majid, Alí el Químico.
El genocidio kurdo, que desplazó por lo menos a la mitad dela población kurda, fue sobre todo un generocidio, porque las acciones se centraron sobre todo en los hombres en edad de combatir.
El Genocidio rohinyá es una operación de limpieza étnica que empezó en los años setenta del siglo pasado y que actualmente aún está en curso, llevada a cabo tanto por el ejército como por civiles de Birmania, contra los musulmanes rohinyá. La nación está dominada por su mayoría étnica, los bamar, que son budistas. A las minorías se les niegan muchos derechos fundamentales, entre ellos el del voto, el derecho a la libre circulación y a la educación superior. Además, se les niega la ciudadanía birmana, no pueden viajar sin permiso oficial y estaban obligados a firmar un documento donde se comprometían a no tener más de dos hijos.
De nuevo se dan masacres, violaciones y la destrucción de viviendas y aldeas. Se calculan decenas de miles de muertos y cerca de un millón de personas desplazadas, violaciones en masa, exterminio del ganado para la subsistencia y la destrucción de los cultivos.
Según el periodista Alberto Masegosa, los rohinyás son «la minoría étnica y religiosa más perseguida del planeta (…). A los rohinyá no los quiere nadie».
Desmond Tutu ha calificado la situación rohinyá como «un genocidio a cámara lenta».
Después de todo lo que hemos leído en estas dos entregas de La Historia Habla, lo que podemos afirmar sin duda es que, tal y como dijo Hobbes en el Leviatán, homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre.