Para tratar de desviar la atención mundial sobre la misión de la OMS que investigará el origen del coronavirus, el Partido Comunista y el autócrata Xi Jinping están trabajando en dos frentes. Por un lado, la prensa oficialista china ha lanzado una campaña para hacer creer que el covid-19 no se originó en Wuhan y que se extendió de allí a todo el mundo por el ocultamiento irresponsable de Pekín.
La versión es que el coronavirus llegó a China desde otros países en embalajes de alimentos congelados. Antes intentaron, sin éxito, acusar a soldados estadunidenses que participaron en unas olimpiadas militares en Wuhan en octubre del 2019, junto a delegaciones de otros 100 países, de haber sembrado el coronavirus en esa ciudad.
Científicos de todo el mundo que han podido visitar Wuhan comprobaron que allí nació el coronavirus -sin entrar en conspiraciones de si fue de creación natural o humana- y las inspecciones a los mercados de alimentación chinos mostraban cómo las escasas medidas higiénicas propiciaron su rápida expansión.
En forma simultánea, el régimen comunista ha emitido una “orden mordaza” para que los médicos chinos de Wuhan no hablen sobre el coronavirus. «Les advirtieron que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante la etapa inicial del brote», según informaciones de la agencia japonesa Kyodo.
Estarían intentando, de ese modo, evitar una investigación externa sobre los orígenes del coronavirus y la actuación encubridora de las autoridades chinas cuando comenzó el brote a comienzos de septiembre del año pasado.
«Un médico en Wuhan contó que las autoridades sanitarias le dijeron que sería castigado por la ley si revelaba su experiencia, y si se le acusaba de espionaje, se le podría imponer la pena de muerte. Las instituciones académicas de la ciudad intentaron mantener registros del virus y el tratamiento de la infección, pero las autoridades obligaron a cancelar el plan», aseguró Kyodo, según sus fuentes cercanas a organizaciones médicas y autoridades en Wuhan.
“Tales movimientos –añadió la prestigiosa agencia japonesa- subrayan cómo el liderazgo del presidente chino Xi Jinping, que ha sido objeto de críticas internacionales por permitir que el virus se propague al mundo debido a la demora en su respuesta inicial, trató de encubrir el brote en Wuhan. El gobierno chino liderado por los comunistas puede estar intentando evitar una investigación externa sobre los orígenes del virus, lo que genera preocupación de que se entorpezca el esclarecimiento de cómo ocurrió la pandemia”.
Desde hace algunos meses, el régimen chino lanzó un plan: quiere borrar a Wuhan como epicentro del coronavirus.
Caso Li Wenliang
Eso recuerda lo acontecido con el famoso oftalmólogo Li Wenliang, quien, antes de que el covid-19 le causara la muerte el 7 de febrero, contó que las autoridades de Wuhan lo silenciaron en diciembre al intentar compartir sus preocupaciones sobre el nuevo coronavirus.
«Con la censura a Li Wenliang y a otros médicos, muchos descubrimos que los políticos de Wuhan habían ordenado que se nos ocultara la verdad para no crear pánico entre la gente. Seguramente todo sería distinto si desde el principio se hubiera informado a la población», dijo al diario español El Mundo un residente de Wuhan.
La mordaza de la que habla la agencia japonesa también se extendió durante el brote de Wuhan a los periodistas que estuvieron cubriendo las informaciones del coronavirus sobre el terreno. Algunos de ellos fueron detenidos y otros desaparecidos por un régimen que ha querido controlar la narrativa del coronavirus desde que empezaron a salir las primeras noticias en Wuhan.
Muchas preguntas quedan aún por resolver sobre el origen de esta pandemia. Prácticamente todos los expertos sostienen que la fuente del nuevo coronavirus es un murciélago, pero la ruta que tomó para infectar a los humanos sigue siendo un misterio.
El mercado húmedo de Wuhan se situó como el epicentro del primer brote. Y se empezaron a barajar nombres de candidatos a ser el huésped intermedio antes de pasar a los humanos. Pero aún ni siquiera se sabe cuándo pudo comenzar a propagarse, ni quién fue el paciente cero.
Dos expertos de la OMS viajaron en julio a Wuhan para intentar arrojar algo de luz a todos los interrogantes. Pero fue una simple avanzadilla. Está previsto que un equipo completo del organismo viaje a Wuhan para rastrear, de la mano de sus homólogos chinos, el origen y la fuente animal (zoonótica) del Sars-CoV-2.
Según ha dicho esta semana Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Pekín está «en conversaciones con la OMS para que un grupo de expertos viaje próximamente a China».
Una vez se inicie el rastreo del origen de la pandemia, queda por aclarar si realmente el mercado de Wuhan es la zona cero de la pandemia. Ese lugar se puso en el foco porque las autoridades de la ciudad dijeron en enero que los primeros pacientes del covid-19 que habían ingresado en los hospitales tenían alguna relación con el mercado.
En cambio, en mayo, el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, Gao Fu, aseguró que era «poco probable que el virus haya surgido allí» porque las muestras de animales tomadas del mercado «fueron negativas».
En ese escenario es que ha recrudecido la propaganda mediática del régimen comunista de que el coronavirus no empezó en Wuhan sino que llegó del extranjero a través de alimentos congelados.
«Al menos 10 ciudades chinas han encontrado que los paquetes internos o externos de alimentos congelados importados están contaminados por el coronavirus, como carne de res de Brasil, nudillos de cerdo de Alemania, camarones de Arabia Saudita y Brasil, que muestran el virus podría permanecer vivo a bajas temperaturas durante mucho tiempo», sostuvo una nota del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de China. A eso se ha sumado, embarque de carnes de Argentina y salmón de Australia, Chile, Dinamarca y Noruega.
El People’s Daily, el periódico oficial del Partido Comunista Chino, publicó la semana pasada una nota en la que aseguró que «toda la evidencia disponible sugiere que el virus no comenzó en Wuhan».
Misión de la OMS
En ese escenario, el director del programa de emergencias sanitarias de la OMS, Michael Ryan, consideró la semana pasada “extremadamente importante” que su equipo internacional visite China para rastrear los orígenes del coronavirus.
Adelantó que a la agencia de salud de las Naciones Unidas se le ha asegurado que ese viaje se llevará a cabo “lo más pronto posible”.
Ryan planteó que tal visita es necesaria a fin de que “la comunidad internacional pueda sentirse más tranquila sobre la calidad de la ciencia” que, lamentó, ha sido puesta en duda cada vez más por fines políticos, incluyendo presiones y correos electrónicos amenazantes contra la comunidad científica.
“Claramente, todos necesitamos comprender el origen del virus. Todos necesitamos saber de dónde viene, lo mismo que saber dónde podría reaparecer en el futuro”, dijo Ryan en una conferencia de prensa desde Ginebra.
Hasta el momento, pese a las presiones de gobiernos de Asia, Europa y de Estados Unidos, la OMS no ha podido enviar un equipo internacional de expertos a China para visitar el epicentro en la ciudad de Wuhan y la vecina provincia de Hubei.