Reestructuración y solidaridad

La actual pandemia ha puesto en jaque a la economía global, arrojando sombras demasiado oscuras sobre aquellas naciones donde históricamente la deuda ha sido un freno para el desarrollo.

 

Es por ello que el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz advierte que será necesaria una gran “reestructuración” de la deuda que alcance a muchas naciones. Un considerable número de países no serán capaces de pagar sus deudas y algunos acreedores “no tienen vergüenza”- anotó- y quieren cobrar de una manera que “no es sostenible”.

 

Por su parte, la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcenas, aboga por un pacto político, social y económico tanto a nivel nacional como regional y global para afrontar la peor contracción que sufrirá la región a consecuencia de la crisis generada por la pandemia de covid-19.

 

La región sufrirá una contracción del 9.1% en 2020, la peor en cien años- expresó; las exportaciones caerán en 23% y la pobreza alcanzará a 230 millones de persona.

 

Resaltó la necesidad de impulsar un estado social y representativo que no favorezca a la élite: “América Latina está cansada de la cultura del privilegio, por lo que debemos avanzar hacia una cultura de la igualdad”.

 

Las preocupaciones de estas dos destacadas figuras podrían hacerse eco al nivel individual porque la impresionante escalada del desempleo tras desatarse la pandemia mantiene sumido en condiciones apremiantes a un gran sector de la ciudadanía. Ahogados por deudas donde brillan tarjetas de créditos e hipotecas entre otros, una reestructuración de las condiciones de sus compromisos con las instituciones bancarias no sólo les brindaría un respiro para que se recuperen y cumplan con la palabra empeñada: es un requisito obligado de solidaridad con aquellos que resultan ser los más golpeados por la tragedia reinante.

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