El proceso de Charlie Hebdo reaviva en París los atentados de 2015

Foto/AFP

Irene, una jubilada parisina, sigue acudiendo como en «peregrinación» ante el edificio donde la redacción de Charlie Hebdo fue aniquilada el 7 de enero de 2015 en París. «El inicio del juicio ha vuelto a abrir las heridas», asegura la mujer, mientras fotografía un fresco que representa a las víctimas.

Cuatro días después de estos asesinatos, el 11 de enero de 2015, un gran marcha «republicana» congregaba a más de 3,5 millones de manifestantes en toda Francia. En París, 1,5 millones de personas tomaron las calles, aplaudieron a las fuerzas de seguridad, unánimemente se declararon «Yo soy Charlie».

¿Qué queda hoy, al abrirse el juicio, de este «espíritu» Charlie?

El proceso por los ataques yihadistas contra Charlie Hebdo, contra policías y contra un supermercado judío, el Hyper Cacher, que dejaron 17 muertos en tres días, se inició el miércoles en París, entre grandes medidas de seguridad.

La calle Nicolas Appert, en el este de París, donde trabajaba la redacción, sigue marcada por el drama. El semanario ha abandonado el barrio por un lugar guardado secreto, pero ahí sigue la placa conmemorativa con el nombre de los muertos, el fresco, los mensajes en los muros: «Plaza de la libertad de expresión».

La sociedad de producción Premières lignes sigue en el edificio: no mudarse fue una «elección política». El periodista Edouard Perrin, que fue uno de los primeros en ingresar en Charlie tras los disparos para socorrer a las víctimas, atraviesa cada día las mismas puertas.

«Uno se acostumbra, pero no olvida. He necesitado tiempo para estar un poco tranquilo con estos fantasmas. El proceso vuelve a ponerlo todo en primer plano». dice.

Pero es «primordial que se celebre el juicio, aunque (los acusados) son subalternos, aunque los tres yihadistas autores de los ataques estén muertos», prosigue el periodista.

«Es un juicio para la historia (…) Es un momento clave de nuestra historia reciente» agrega.

– No renunciar jamás –

Una habitante del barrio, Anne Chevalier, se apresuró el miércoles a comprar Charlie Hebdo, la edición en la que vuelven a ser publicadas las caricaturas de Mahoma, lo que convirtió a la revista satírica en objetivo de los yihadistas. El primer día se vendieron 200.000 ejemplares.

«Desde hace cinco años retrocede la libertad de expresión y eso me preocupa. Me gustaría que este juicio ayude a que esa libertad recupere terreno», asegura esta mujer, que trabaja en una galería de arte.

«En primera página de Charlie escribieron: ‘Nunca renunciaremos’. Estoy de acuerdo con ellos al 200%» afirma Albert Afonso, un hombre de paso por el barrio. «Un puñado de individuos quiso hacer reinar el miedo: hay que combatirlo sin tregua», dice y recuerda asimismo los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, cuando murieron 90 personas en un concierto en la sala Bataclan a pocos centenares de metros de ahí.

Pero no todo París sigue el juicio. «Forma parte del pasado. ¡Hay que pasar a otra cosa!», dice un vendedor de bolsas en un mercado del bulevar Richard-Lenoir, donde fue abatido el policía Ahmed Merabet por los hermanos Kouachi, que acababan de perpetrar la matanza de Charlie Hebdo.

Ninon tenía 13 años en enero de 2015. Entonces había participado en la masiva marcha republicana organizada en París tras los atentados. «Pero el tiempo ha pasado. Apenas hablamos de los atentados de 2015 con mis amigos», explica la joven.

Quizá los jóvenes vean más tarde las imágenes del juicio. Estos atentados «deben permanecer en las memorias. Filmar el proceso es un deber para las generaciones futuras», afirma François Burckel, un joven de 26 años, que vivía en 2015 en el mismo barrio de Charlie Hebdo y del Bataclan.

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