SARS-CoV-2, ¿hasta cuándo la pandemia ?

Entendiendo las diferentes opiniones en cuanto a la crisis actual, basadas en las distintas posiciones en que nos encontramos (profesionales, socio-económicas y laborales), todas válidas, pero caracterizadas por las necesidades y prioridades de cada uno.

Trataré de comunicar algunas realidades de esta situación, desde el punto de vista médico, que independiente de nuestras opiniones, no variarán y deben ser tomadas en cuenta para escoger la estrategia en forma adecuada.

El SARS-CoV-2, virus que produce el CoViD-19 estará circulando en nuestro país por mucho tiempo. Es una enfermedad respiratoria, con alta contagiosidad y letalidad que aunque baja, al afectar mucha gente, impacta a gran cantidad de personas y familias. El contagio ocurre por contacto cercano entre las personas a través de “gotitas” llenas de virus que salen de la nariz y de la boca de las personas infectadas cuando estas respiran, hablan, tosen o estornudan.

Solo existen 3 situaciones que pudieran disminuir en forma significativa la crisis producida por esta enfermedad: una vacuna, el descubrimiento de un medicamento que cure la enfermedad y el desarrollo de inmunidad de rebaño (se requeriría del 65% de la población infectada).  La investigación científica-médica se ha “volcado” hacia este tema y hay más de 200 prototipos de vacunas y muchos medicamentos en estudio, pero aún muy lejos de encontrar alguno y tener la producción masiva para distribución a nivel mundial. Por otro lado, se necesitaría, en Panamá, alrededor de 2,7 millones de personas infectadas para poder aspirar a algo de protección de rebaño. Como vemos, aunque posibles, todas estas posibilidades, muy lejanas de ser alcanzadas.

Por lo tanto, y ante la necesidad inminente de apertura laboral, lo importante es saber que una vez ocurra esta, los casos aumentarán, lo fundamental es “cuidar” el sistema de salud y evitar su colapso, que se daría ante un aumento abrupto de los infectados sintomáticos y que si ocurre, sería catastrófico para toda la población.  Por eso, esta apertura debe ser paulatina, con prudencia  y con tiempo suficiente entre los “bloques” para poder evaluar el impacto en el sistema de salud, que produjo el “bloque” anterior. Ante esta realidad, creo prudente masificar la divulgación de las medidas de prevención (uso de mascarillas, lavado de manos y distanciamiento físico) y facilitar a la población la posibilidad de cumplirlas para disminuir los contagios en el tiempo. Ademas, en forma articulada, ayudar a cubrir las necesidades de los vulnerables para disminuir sus requerimientos y razones para salir y así evitar al máximo el riesgo de contagio.

Por otro lado, la gente debe organizar muy bien sus prioridades.  Seguramente la vida es la primera. Entonces, cada vez que necesite salir (debe ser estrictamente necesario) debe cumplir con las medidas de prevención ampliamente divulgadas. Para tratar de disminuir el riesgo, debe garantizarse la seguridad alimentaria de la población necesitada y en riesgo, para tratar de mitigar sus necesidades y evitar al máximo su salida a las calles.

Esta recomendación es cierta para toda la población, porque independientemente que existan grupos etáreos en los cuales la infección puede ser más severa, todos los mayores de 20 años, somos igual de susceptibles a adquirir el virus y a transmitirlo. Para aquellos que pertenecen a algún grupo de riesgo de severidad, la recomendación es este en la mejor condición física posible y con el control más estricto de su enfermedad para enfrentar de la mejor manera una posible infección.

El autor fue ministro de Salud.

 

 

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