Pobreza, desigualdad y corrupción: son males que por años han aquejado a los países de América Latina, que hoy deben sumarle un nuevo componente: una pandemia.
El COVID-19 parece haberse ensañado con la región, que ya registra 1 millón de casos confirmados y más de 50 mil muertes, lo que lo convierte en el nuevo epicentro del brote del virus y el lugar donde habrían las peores consecuencias.
Y es que en muchos países como Perú, Bolivia y Guatemala, la pandemia ha puesto en evidencia la debilidad de los sistemas públicos de salud de esos países y las consecuencias de vivir en una región donde la desigualdad no permite que la medida de «cuarentena» sea efectiva.
América Latina es la región más desigual de ingresos del mundo, según el informe sobre Desarrollo Humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, superando incluso a África subsahariana. Por eso el latinoamericano tiene que salir a la calle a buscar el dinero para darle de comer a su familia. Esa necesidad hace que 130 millones de personas vivan en la informalidad.
¿Entonces cómo combatir una pandemia cuando no tienes recursos, cuando tienes un sistema de salud deficiente o la sombra de la corrupción no permite que los ciudadanos confíen sus gobiernos?
En Perú por ejemplo, el problema social y económico, se agudizó con la llegada del coronavirus. Las personas viven del día a día (más del 70% vive en la informalidad) y las aglomeraciones en los comercios populares y mercados nunca cesaron, a pesar que es el tercer país con mas casos de COVID-19 en la región, superado por Chile y Brasil.
Allí las cifras de peruanos afectados por el virus no baja. Y es que por años, la calidad en salud y educación no ha llegado a otras zonas, además de la capital. Es un país donde el sistema de salud siempre está colapsado en regiones como Lambaryeque, Puira y Loreto, donde la situación es crítica.
Algo similar viven en Bolivia, donde el coronavirus reveló las pésimas condiciones del sistema de salud. Es una situación de elegir entre la salud y comer. Los que no tenían salieron a vender, a hacer trabajo informal, a buscar dinero para tener que comer.
La cuarentena fue insostenible y como consecuencia los casos aumentaron vertiginosamente, especialmente en los departamentos más pobres. Los hospitales se han ido llenando, ya quedan pocas camas en las unidades de cuidados intensivos.
Mientras eso sucedía, Bolivia se enfrentaba a otro mal: la corrupción. El gobierno ha estado en el ojo de la tormenta por una serie de irregularidades en el manejo de la pandemia. La más grave fue la compra de 170 respiradores con sobreprecio e inútiles para pacientes crítica, lo que provocó la destitución y el arresto del ministro de Salud.
Pero en otros países, lo trágico se dio tras la tardía reacción de sus gobernantes, como es el caso de Brasil, país donde se registra el mayor número de casos en el mundo (530 mil)después de Estados Unidos.
A pesar de las advertencias a nivel mundial por lo devastador que podría ser la pandemia si no se tomaban las medidas de prevención, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, desestima la letalidad del virus, dice que es solo una gripe. Aunque las proyecciones son que el número de muertos podría quintuplicarse para agosto. Tanto los hospitales como los cementerios están siendo llevados al límite.
El desastre en el manejo de la pandemia en tierra carioca, que salía hace poco de la mira del mundo tras ser el epicentro de uno de los mayores escándalos de corrupción, se llevó por delante dos ministros de Salud, y aunque varias autoridades locales han implementado medidas para contener el aumento arrollador del virus, el jefe del gobierno brasileño asegura que no se cerrará la economía del país.
Frente a ese escenario, el virus se sigue esparciendo por todo el continente. Los funcionarios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) vaticinan semanas duras para la región por el COVID-19. Piden no relajar las medidas implementadas para frenar el avance del virus. Se espera un aumento continuo de casos en México y una aceleración en El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Sin embargo, para muchos países es una decisión difícil. Son países pobres. Algunos con una economía que empezaba a repuntar hace apenas unos años. La pandemia del COVID-19 provocará la mayor contracción de la economía de América Latina en la historia.