La prudencia es esencial al tomar decisiones que afectan el futuro de la Caja de Seguro Social. Recientemente, Enrique Lau, director de la CSS, ha planteado nuevamente una millonaria compra de oxígeno, a pesar de que su administración está a punto de concluir y a pesar de las órdenes del Ministerio de Economía y Finanzas de detener nuevas contrataciones y gastos. Este intento, que involucra 91.6 millones de dólares, llega después de que en julio del año pasado se cancelara una licitación similar por 101.2 millones debido a irregularidades en el proceso.
El nuevo acto de contratación abarca el suministro y distribución de oxígeno Tipo II, Clase C, para todos los centros de atención de la CSS. A pesar de las críticas anteriores, la Caja justifica esta compra citando el incremento de enfermedades respiratorias y la migración de personas de países vecinos, que se integran rápidamente como usuarios de la entidad, aseveración esta última que exige aclararse porque la recepción de los servicios que brinda la institución requiere cumplir con una serie de exigencias, como el pago de un determinado número de cuotas, por ejemplo.
La insistente propuesta de compra de oxígeno, con una vigencia de diez años y un desembolso anual creciente, fue aprobada por la junta directiva en febrero. Sin embargo, la rapidez y el momento de esta iniciativa generan sospechas y preocupación sobre su impacto financiero y transparencia. Es crucial que se aborden estos temas con seriedad y cautela, considerando el ya frágil estado financiero de la Caja de Seguro Social y la importancia de garantizar una gestión responsable y ética de los recursos públicos.