La primera patente en China para una vacuna contra el coronavirus fue aprobada este lunes y podría «ser producida en masa en un periodo de tiempo breve», según informaron medios locales en Pekín.
La Oficina Estatal de Propiedad Intelectual (SIPO) aprobó la primera patente de una candidata a vacuna contra el covid-19, sin que haya pasado la fase de pruebas, bajo el criterio de la emergencia sanitaria mundial y la necesidad de un fármaco para enfrentar la pandemia.
La noticia, recogida por agencias internacionales y medios de todo el mundo, dio cuenta que la vacuna llamada Ad5-nCoV utiliza un virus debilitado del resfriado común -un adenovirus tipo 5- para introducir material genético del nuevo coronavirus dentro del cuerpo humano.
La vacuna está siendo desarrollada por el Instituto de Biotecnología Militar de Pekín y la farmacéutica CanSino Biologics, y su objetivo es entrenar al cuerpo a que produzca anticuerpos que reconozcan la proteína en forma de lanza del coronavirus SARS-CoV-2 y lo combatan.
Esa vacuna comenzó a usarse a finales de junio en el ejército chino después de que un equipo dirigido por el investigador Chen Wei descubriera un anticuerpo monoclonal neutralizante altamente eficiente.
La prensa del régimen comunista aseguró que la droga provoca una «buena respuesta inmunológica en ratones y roedores, y puede inducir al cuerpo a producir una fuerte respuesta inmune celular y humoral en poco tiempo».
Producción masiva
Según la patente de SIPO, la vacuna puede ser producida en masa en un corto periodo de tiempo. Es rápida y fácil de preparar.
De acuerdo a una investigación publicada en la edición de julio de la revista The Lancet, la fase dos del ensayo clínico, que incluyó a 508 personas, fue la continuación de las primeras pruebas que se publicaron en mayo, también con resultados positivos.
Se necesitarán más ensayos e investigación en humanos en la fase tres, para confirmar si esta vacuna protege eficazmente contra la infección por el coronavirus SARS-CoV-2.
Tanto la seguridad como la efectividad de la vacuna de CanSino deberán confirmarse en la última fase del ensayo, que está previsto que se desarrolle en Arabia Saudita.
La farmacéutica, fundada en el 2009 y especializada en vacunas, también está en conversaciones con otros países entre los que se encuentran Brasil, Chile y Rusia para realizar la fase tres de sus ensayos.
La semana pasada, Rusia aprobó la Sputnik V, convirtiéndose en el primer país en autorizar una vacuna contra el nuevo coronavirus.
Sin embargo, ese anuncio fue recibido con escepticismo entre la comunidad científica internacional, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que la vacuna rusa aún no había pasado por la fase tres, la última etapa del proceso de ensayos, cuando se prueba en miles de personas.
De acuerdo con datos de la OMS, hay 28 que están siendo sometidas a ensayos clínicos entre las cuales hay seis que se encuentran en la fase tres.
Carrera geoestratégica
Actualmente, China, Estados Unidos, Reino Unido y Rusia, entre otras potencias, están midiendo el poder de sus capacidades científicas e invirtiendo lo que sea necesario para encontrar una vacuna que haga frente al coronavirus.
Como es imposible predecir cuál de las vacunas llegará primero a la meta, los países más desarrollados comenzaron a comprar cientos de millones de dosis a distintos laboratorios para tratar de asegurar su abastecimiento.
Por ejemplo, Reino Unido ha firmado acuerdos con varios potenciales proveedores: AstraZeneca, Pfizer y BioNtech y la firma Valneva. De la misma manera Estados Unidos tiene millonarios contratos con compañías como Pfizer y BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson, AstraZeneca y Novavax.
Esas soluciones individuales, que no forman parte de acuerdos entre países, son un fenómeno descrito como el «nacionalismo de las vacunas».
En una entrevista con el medio británico BBC Mundo, Richard N. Haass, presidente del centro de estudios Council on Foreign Relations, y exdirector de Planificación de Políticas del Departamento de Estado, se refirió a las presiones de líderes de todo el mundo para obtener la vacuna y proveer las dosis necesarias a sus propios ciudadanos.
Eso dejará a miles de millones de personas en una posición vulnerable, lo cual representa una crisis adicional. Aquellos que no reciban la vacuna harán que la enfermedad continúe propagándose.
“Si no compartimos las vacunas de manera inteligente, el virus seguirá activo afectando a una gran cantidad de gente en el mundo, lo cual significa que todos seremos más vulnerables”, afirmó Haas.
Identificó, a la vez, “un juego político, económico y estratégico detrás de las vacunas que es una receta para el desastre si no es posible construir algún acuerdo internacional. Y las presiones políticas a nivel nacional probablemente no van a ceder”.
Estimó que existe una interdependencia en la producción de la vacuna. “No creo que ningún país sea 100%o autosuficiente en la producción de una vacuna porque van a requerir un determinado elemento químico o ingredientes desde el extranjero”, reconoció.
Al mismo tiempo, apeló a la responsabilidad de los gobiernos por llegar a acuerdos como si se tratara de una póliza de seguro. Compromisos bajo los cuales las partes establecen compartir una dosis significativa de la vacuna, incluso aunque no la hayan desarrollado.
Alertó también sobre las limitaciones que tendrá la vacuna. “La gente piensa que cuando aparezca la vacuna será una medalla de oro, será como el gran premio que va solucionar la covid-19”, comentó. Y añadió: “La respuesta es no”.
“La historia de las vacunas –puntualizó- sugiere que si la vacuna aparece, ayudará a algunas personas, pero no a todos. Luego ayudará a algunas personas por un determinado período de tiempo. Provocará efectos indeseados y muchos se negarán a recibirla”.
Los expertos estiman que la vacunas más efectivas solo inmunizarán en un 50% o 60% a las personas. “Mi predicción es que incluso cuando una o más vacunas estén disponibles, aún vamos a tener que seguir manteniendo la distancia social, usar mascarillas y lavarnos las manos y el resto de las precauciones. La gente exagera las implicaciones que tendrán las vacunas. Una vacuna no nos va a salvar del virus”, concluyó Haas.