¿Vamos hacia un futuro apocalíptico?

En un contexto caracterizado por las graves sequías, los fuegos forestales, las extremas olas de calor e inundaciones, se hace inminente una pregunta: ¿hacia qué futuro nos dirigimos y cuál será el destino de la humanidad en el mismo? Esta pregunta toma ribetes de urgencia si se tiene en cuenta que Gaia Vince, en un artículo publicado por la revista Time el 31 de agosto de 2022, afirma que hacia el 2047 Alaska experimentará una temperatura promedio anual semejante al de La Florida de hoy.

El Índice de Calor es una medida diseñada para cuantificar el impacto que sobre los humanos genera la exposición al calor. El mismo está diseñado para tomar en cuenta el efecto conjunto de la temperatura y la humedad y establecer con una sola cifra expresada en términos de grados de calor, el estrés que estos elementos generan sobre la población. En términos concretos se establecen dos umbrales referidos a la posibilidad de que el calor genere golpes calóricos que pueden ser mortales. Cuando el Índice de Calor llega hasta los 39.4 grados centígrados (103 grados Fahrenheit) la situación desde el punto de vista de la salud se considera peligrosa. Cuando este índice se coloca en 51.7 grados centígrados (125.0 grados Fahrenheit), la situación pasa a considerarse como extremadamente peligrosa.

Un reciente artículo publicado en la revista Nature, que recoge una investigación de Lucas R. Vargas Zappello y sus colaboradores bajo el título “Probabilistic Projections of increased Heat Stress Driven by Climate Change, muestra que, de seguir las tendencias actuales el futuro sería sombrío. La investigación destacó que entre 1979 y 1998 en los trópicos y   subtrópicos en el 15.0% de los días del año se superó el nivel de Índice de Calor que significa una situación de peligro. De acuerdo con la misma en el 2050 entre una 25.0% y 50.0% de los días tendrán esa condición. Una situación aún peor se tendría en el 2100, dado que, de acuerdo con la proyección media,  la situación de peligro se daría en la mayor parte de los días.

Como es sabido el calentamiento global no solo significa la posibilidad de problemas relacionados con los golpes de calor sobre los seres humanos, también genera problemas para la seguridad alimentaria. Estos se vinculan, entre otros factores,  a la caída de los rendimiento, pérdidas de cosecha y la aparición de nuevas plagas y enfermedades. Todo esto significa que, sobre todo en las áreas más afectadas, se observará una reducción de la disponibilidad y acceso de los alimentos para la población. Las regiones y los países importadores netos se verán afectados por las alzas de precios y la posibles rupturas de las cadenas de suministros. Es, entonces evidente, que para una gran parte del planeta la situación climática llegaría a ser extrema, en condiciones que no sería posible una adaptación que permitiera el sostenimiento de la vida. Aparece así la posibilidad de una extinción masiva de seres humanos.

Desde luego que, al menos teóricamente, existe una alternativa que es la migración masiva de la población desde el Sur hacia el Norte. De acuerdo con Gaia Vince esta migración se podría calcular entre 1,000 millones y 3,000 millones de personas. Según esta periodista dedicada a los asuntos científicos, se trata de una posibilidad factible. Pese a que se puede tratar de una real posibilidad técnicamente hablando, la probabilidad política parece baja, dada la resistencia de los países del Norte Desarrollado a recibir masivamente emigrantes provenientes del Sur.

Nuestra verdadera opción de sobrevivencia se encuentra en la drástica reducción de las emisiones de gases invernadero, que solo es posible superando el actual estilo de economía guiado exclusivamente por las crecientes ganancias.

 

 

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