Jan Kakar, teléfono en mano, entra el 24 de noviembre en la morgue de Lille (norte de Francia), dos días después del drama que causó la muerte de 27 personas en su camino a Gran Bretaña.
Aquí se realizan las autopsias de los cuerpos recuperados. Durante horas, Kakar, presidente de una asociación afgana en París, no deja de recibir en su celular fotos y mensajes de ocho familias de ese país, que creen tener a uno de sus miembros entre los fallecidos.
En una de las fotos se observa a un joven sonriente con el pelo negro y una camiseta naranja, ¿se encuentra entre los fallecidos? Las familias al otro lado del celular mantienen aún la esperanza de un error.
Y es lo que intenta averiguar Kakar, que también tiene la misión de parte de las familias de repatriar los cuerpos a Afganistán, para que sean enterrados.
Kakar no se hace muchas ilusiones: «Tienen hermanos o familiares en los campos de Calais (en la costa noroeste francesa, ndlr) que confirman que formaban parte» de los embarcados, explica este hombre a la AFP.
«Un auténtico trabajo de investigación»
Por el momento, la justicia les niega el acceso a los cuerpos.
«Puede llevar todavía una semana o dos», afirma Samad Akrach, responsable de la asociación Tahara, que se ocupa de garantizar un entierro gratuito a migrantes e indigentes.
Los cuerpos que no están identificados se guardan en una bodega provisional. Si en cinco años, nadie de su familia los reclama, son incinerados o trasladados a un osario, explica Akrach.
«No queremos eso: ¡Creemos que todo el mundo merece una inhumación digna!»
«Llevamos a cabo un auténtico trabajo de investigación», considera Akrach.
De momento, no hay datos sobre la identidad ni la nacionalidad de los fallecidos en el mar. La Fiscalía de París, solicitada por la AFP, inicialmente no podía responder.
Redes sociales
Los migrantes interrogados por la AFP en la costa norte de Francia afirmaban haber compartido los últimos momentos de las víctimas. Según dicen, se trataba de kurdos iraquíes, iraníes y afganos.
Como con cada fallecido en la frontera con el Reino Unido, voluntarios y miembros de asociaciones militantes irán a los campos de migrantes para realizar su minucioso trabajo.
Conocidos como «grupo fallecimiento» desde 2017, buscan «devolver la identidad» a los migrantes para evitar que su nombre al ser enterrados sea una X.
Sin embargo este grupo, acostumbrado a trabajar sobre uno o dos casos cada vez, se enfrenta a 27 fallecidos.
«¿Cómo vamos a hacer?», se pregunta Mariam Guerey, una de las impulsoras del grupo, que rastrea las redes sociales para encontrar información de los familiares y amigos de los fallecidos.
«Por una vez, esperamos que el Estado se movilice» porque «tenemos una tarea enorme por delante», apunta Juliette Delaplace, que también forma parte de este grupo.
Por su parte, Jan Kakar y Samad Akrach, esperan con resignación conseguir que las autoridades les permitan ver los cuerpos, ya que estas situaciones son una «carrera contrarreloj».