En los últimos días ha habido en Panamá un debate abierto acerca de las funciones y los usos de la policía. Acerca de su buen funcionamiento, de la pertinencia de sus acciones y de la brutalidad empleada para reprimir las protestas.
Se escuchan incluso voces que niegan la necesidad de que el Estado tenga estamentos de seguridad. Esta semana, en La Historia Habla vamos a recorrer la historia de los cuerpos policiacos, rastrearemos sus orígenes, que son muy antiguos.
Durante el reinado del faraón Narmer, que reinó durante el periodo arcaico de Egipto, y es considerando el unificador de Egipto y fundador de la I Dinastía, ya existían cuerpos policiacos con diferentes tareas, algunos evitaban los robos en los mercados, otros patrullaban para evitar la profanación de las tumbas. También hay un desglose muy detallado de los castigos dependiendo del delito, ya que la ideología del estado religioso se centraba alrededor del Ma’at, un concepto que englobaba términos como justicia, rectitud, corrección y orden.
En la mastaba descubierta en 1964 en la necrópolis de Saqqara reposan Nianjjnum (cuyo nombre significa Unido a la vida) y Jnumhotep (Unido al estado bendito de la muerte) dos altos funcionarios del faraón Nyuserra. En sus muros podemos ver una escena de la vida cotidiana del Egipto de la Quinta Dinastía (2450 al 2325 a.C.): en un mercado un ladronzuelo roba algo, pero es detenido por lo que parece ser un mandril sujeto con una correa. La correa es sostenida por un hombre, supuestamente un miembro de la policía. Este es el primer testimonio que tenemos del uso por parte de la policía de animales como perros y monos para atrapar delincuentes. (En la mastaba de Mereruka, de la VI Dinastía, también en Saqqara, hay un bajorrelieve de dos podencos atados con correas)…
En la antigua China, durante la dinastía Shang, aproximadamente entre el 1600 y el 1046 a. C., ya hay constancia de que existía un cuerpo de policía bien organizado que informaba a los jueces de los delitos cometidos por los ciudadanos.
Aunque ya hemos visto que el concepto y la institución se pueden reconocer desde hace varios milenios, la palabra policía, que deriva etimológicamente del latín politía y este del griego polis, ciudad o estado, y de esta se deriva politeia, palabra que define lo relativo a la constitución de la ciudad, el ordenamiento jurídico del Estado, conducta arreglada de los ciudadanos, gobierno, o cualidades cívicas del individuo.
La politeia, durante el periodo helenístico, era sinónimo de gobierno del Estado, fuera cual fuera el régimen que rigiera la polis en cada momento y se identificaba con el Estado. Ya en el periodo clásico, en el siglo V, en Atenas, el gobierno de la polis mantenía a un contingente de arqueros escitas esclavos que eran los encargados de mantener el orden en las asambleas, los juicios y durante las ceremonias. Estaban bajo las órdenes de unos magistrados llamados astynomoi. Había cinco para la ciudad y cinco para el resto del Pireo, eran designados por sorteo y su cargo era anual. Sus deberes principales eran mantener limpias y libres de obstrucciones las calles y los santuarios y aplicar ciertas leyes suntuarias. En Siracusa, durante la época de los tiranos, había, a órdenes del tirano de turno, un cuerpo de policías secretos que tenían fama de torturadores, al parecer muy bien ganada. Esta misma policía secreta, la krypteia, la encontramos en Esparta. Aunque en este caso servía, sobre todo, para controlar a la enorme masa de ilotas, siervos y esclavos que trabajaban en la polis para evitar rebeliones.
Durante el imperio romano los magistrados de cada ciudad mantenían el orden con su brazo ejecutor: los lictores. Ellos se encargaban de escoltar a los magistrados, de garantizar el orden público y de la custodia de los prisioneros. También ejecutaban a los reos de pena capital siempre y cuando fueran ciudadanos romanos (en caso contrario el carnifex, el verdugo, se encargaba de la tarea). Salvo por el tema de la ejecución, desempeñaban tareas muy parecidas a las de la policía local en las ciudades modernas. A lo largo de la historia de Roma estos lictores fueron adaptando distintos nombres y otras responsabilidades, por ejemplo, a partir del siglo II d.C, se instauro una especie de policía secreta llamada frumentarrii, quienes además se encargaban de la recogida y transporte del correo. Bajo César Augusto el orden lo mantienen siete escuadras de la guardia pretoriana que fueron reemplazados en tiempos de Diocleciano por los agentes in rebus, un grupo de policía secreta y de espías que controlaban las comunicaciones entre los oficiales imperiales e informaban de conspiraciones y traiciones.
En el imperio bizantino se utilizó como fuerza pública a la guardia varega, un cuerpo formado por vikingos, sobre todo suecos, que tenían como función principal proteger a los emperadores y a su familia, también fueron empleados en otras funciones, por ejemplo, para detener y eliminar conspiradores o supuestos traidores, como guardia palaciega, como fuerza de choque en algunas batallas o como guarnición eventual de la ciudad. En el siglo XI los varegos fueron reemplazados por sajones y más tarde por cretenses.
Durante la Edad Media en Inglaterra cada señor feudal mantiene el orden en su feudo y delega esta tarea en el alguacil, tal y como vemos que hacía el sheriff de Nottingham en la historia de Robin Hood. Aunque ese orden era bastante relativo a los largo y ancho de Europa y Clotario II rey de los francos entre el 613 y el 629 llegó a lanzar un edicto en el año 615 para alentar a que se organizaran las fuerzas vivas de su territorio para luchar contra la delincuencia.
En la Edad Media francesa, en el siglo XIV, ya encontramos la palabra policía en varios textos designando el orden de los negocios públicos. Y en el Renacimiento el término “policía” designaba «el buen orden en la cosa común».
Los Reyes Católicos, en las Cortes de Madrigal en el año 1476, crearon la Santa Hermandad, que es considerada el primer cuerpo formal de policía del mundo.
Su finalidad incluía asegurar el poder real, mantener la paz en los caminos del reino y perseguir a los delincuentes en todo el territorio dominado por los reyes. Pero su autoridad no se extendía al interior de los burgos donde había otros fueros y otras leyes, sería más bien una especie de Policía Nacional.
La Santa Hermandad estaba conformada por varios miles de hombres que vestían un traje que tenía las mangas verdes y por la extensión del territorio que debía cubrir cada patrulla no solían ser demasiado eficientes protegiendo los caminos. Y es de ahí de donde viene la expresión española “¡A buenas horas, mangas verdes!”, que se dice cuando alguien llega a tratar de solucionar algo cuando ya es demasiado tarde para arreglar nada.