Historia, arte e identidad panameña.
Texto : Manuel E. Montilla
Arte: Humberto Ivaldi
Hombre de múltiples facetas
Luis Gaspar Suárez Sierra, conocido como «Toty Suárez», es figura emblemática en el Panamá de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Devela su luz prima el 13 de septiembre de 1935, en la popular calle 13 de Santa Ana; su reciente óbito, 18 de marzo de 2025, marca su vida con una diversidad de roles que lo convierten en un referente ineludible: político, militar, escritor, coleccionista de arte y gestor cultural. No obstante, es su dedicación al arte y la preservación de la memoria cultural de la nación donde Toty encuentra su vocación más perdurable. A través de la columna «Rescate del olvido», escrita durante años, junto a José Morales, en periódicos panameños, y de su monumental libro sobre el pintor Humberto Ivaldi, Suárez Sierra se erige como custodio de la identidad artística de Panamá. Como coleccionista y gestor cultural, su trabajo no solo rescata a artistas marginales, sino que enriquece el tejido cultural del istmo.

Política, ejército y cultura
Toty Suárez emerge como figura prominente durante el régimen militar panameño (1968-1989), un período turbulento en la historia del país. Su égida como político y militar lo vincula, en diversos contextos, al gobierno de Arnulfo Arias Madrid, al de Omar Efraín Torrijos Herrera y al de Manuel Antonio Noriega Moreno, aunque los detalles de su carrera en estas esferas son menos documentadas que sus aportes culturales. Suárez Sierra transitó desde los círculos de poder hacia un compromiso apasionado con las artes, lo que sugiere una evolución personal marcada por la búsqueda de un legado más allá de lo político.
Tras el colapso del régimen militar, Toty Suárez se reinventa como escritor y hombre de cultura, canalizando su energía en proyectos que reflejaban su amor por Panamá y su historia. Recordándonos la complejidad de un ser humano que navega entre la autoridad castrense y la sensibilidad artística.

Guardián de la memoria visual
La faceta de Toty Suárez como coleccionista de arte es una de las más fascinantes de su trayectoria. A lo largo de su vida, reunió una colección significativa de obras que abarcaban diversas épocas, periodos y estilos, con un enfoque particular en artistas panameños que habían sido marginados por la historia oficial. Su labor no se limitó a la acumulación de piezas; fue un coleccionista con criterio, guiado por una visión crítica que buscaba destacar el valor estético e histórico de cada obra.
Su colección, aunque no se conoce en detalle su extensión total, incluye piezas de artistas seminales, cuya obra estudió y promovió incansablemente. Suárez Sierra no solo adquirió pinturas, sino que investigó la vida de los creadores, recolectando documentos, certificados y testimonios que enriquecen el contexto de cada pieza. Este enfoque lo distingue como un coleccionista-historiador. alguien que veía en el arte un medio para comprender y preservar la identidad panameña.
En un país donde las instituciones culturales han sido históricamente débiles, ineficientes e indiferentes al acervo patrimonial, la labor de Toty Suárez como coleccionista y mecenas adquiere un carácter casi heroico. Panamá, a lo largo de su periplo histórico, carece de galerías, museos o instancias de arte sólidas y de un mercado que apoye a sus artistas, dejando a muchos en el ostracismo. Suárez Sierra, consciente de esta carencia, asumió la tarea de rescatar esas voces silenciadas, convirtiendo su colección en un archivo vivo de la plástica nacional.

«Rescate del olvido» y la defensa de lo panameño
Si bien su trabajo como coleccionista es notable, su rol como gestor cultural lo catapulta a un nivel de influencia aún mayor. Durante décadas, Toty Suárez mantuvo la columna «Rescate del olvido» en colaboración con José Morales, un espacio periodístico que se convierte en un faro para los artistas plásticos panameños. Publicada en diarios como El Siglo, Crítica y otros medios locales, la columna es mucho más que una crónica: es un manifiesto de resistencia contra el desdén institucional hacia las artes.
En «Rescate del olvido», Suárez y Morales destacan figuras como Humberto Ivaldi, Juan Manuel Cedeño, Alfredo Sinclair, Earl Denis Livingston, Juan Bautista Jeanine, entre muchos otros, analizando sus obras y contextualizando sus vidas. La columna no solo celebra el talento artístico, sino que denuncia la indiferencia de las élites y del Estado panameño hacia la cultura. Este esfuerzo periodístico, sostenido durante años, más de 500 artículos, refleja la tenacidad de Toty Suárez y su compromiso con la memoria colectiva. Cada escrito es un acto de restauración, un intento de devolver a estos artistas el lugar que merecen en la narrativa nacional.
Además de su labor escrita, Suárez Sierra organiza exposiciones y eventos que promueven el arte panameño. Aunque no hay registros exhaustivos de todas sus iniciativas, su influencia como gestor se percibe en la revitalización del interés por figuras como Ivaldi, cuya obra hoy es reconocida como parte del canon plástico del país. Este trabajo de promoción cultural lo posiciona como un puente entre generaciones, conectando el pasado artístico de Panamá con su presente.

Humberto Ivaldi: investigación y pasión.
El punto culminante de la carrera de Toty Suárez como escritor y gestor cultural es, sin duda, su libro «Humberto Ivaldi: Vida y obra por Toty Suárez. La poesía en el color», publicado en 2011 por Editora Sibauste. Esta obra, de más de 400 páginas, es un testimonio impresionante de su dedicación al pintor panameño Humberto Ivaldi (1909-1947), a quien consideraba un símbolo de la esencia nacional.
El libro no es una simple biografía; es una investigación exhaustiva que combina análisis crítico, documentación histórica y una sensibilidad estética profunda. Suárez Sierra rastreó la vida de Ivaldi desde su infancia humilde en el barrio de Santa Ana hasta su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, pasando por su regreso a Panamá y su trágico suicidio a los 37 años. El texto incluye fotografías en color de las obras más destacadas de Ivaldi, así como documentos que certifican su trayectoria académica y artística.
Lo que hace especial este libro es la forma en que Toty Suárez entrelaza la historia personal de Ivaldi con el contexto sociopolítico de Panamá. Describe cómo el pintor, influenciado por el impresionismo francés y su compromiso patriótico, creó un arte que trascendía las limitaciones de su tiempo. Para Suárez, Ivaldi no era solo un artista, sino un espejo de las luchas y aspiraciones del pueblo panameño. Este enfoque crítico y apasionado convierte el libro en una obra de referencia indispensable para entender la plástica nacional.

Legado
La muerte de Luis Gaspar Suárez Sierra marca el fin de su tránsito terrestre, pero su legado perdura en las obras que coleccionó, las columnas que escribió y el libro que dejó como testamento cultural. Como coleccionista, preservó un patrimonio que de otro modo se habría perdido; como gestor, dio voz a los olvidados; y como escritor, construyó un puente entre el arte y la historia. Su vida, atravesada por las contradicciones de un Panamá en constante transformación, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la cultura como pilar de la identidad.
Toty Suárez no solo rescató del olvido a artistas diversos, nos enseñó que el arte es un acto de resistencia y memoria. En un mundo donde lo efímero a menudo prevalece, su obra nos recuerda la necesidad de mirar atrás para construir un futuro más rico y consciente. Su partida deja un vacío, pero también una inspiración: la de seguir buscando, como él lo hizo, la poesía en el color de nuestra historia.
Canto eterno al alma panameña.
Su vida, un torbellino de poder y poesía, nos desafía a mirar más allá de lo evidente, a escuchar el susurro de los lienzos que cuelgan en silencio, a sentir el pulso de una nación que late en cada trazo. Toty Suárez no ha partido: se transmutó en luz, en sombra esplendente. Nos lega un mandato sagrado: buscar la belleza en los rincones olvidados, danzar con la historia y cantar con los colores de Panamá. Que su partida no sea un lamento, sino un grito de guerra cultural, un lienzo en blanco que nos invita a pintar, con audacia y amor el futuro de la nación. Mientras haya un pincel en la mano de un artista, un verso en el viento o una mirada que se pierda en la eternidad de unos colores plenos, Toty Suárez vivirá por siempre, en la esencia de nuestra tierra.
Alquimista del espíritu humano, Toty, transforma el polvo del olvido en oro puro de memoria, teje con sus manos un tapiz donde los colores de Panamá —los verdes profundos de sus selvas, los azules inquietos de sus mares, los rojos ardientes de su historia— encuentran un hogar eterno. Como coleccionista, no solo guarda obras, sino que abraza los latidos de quienes las crearon; como gestor, enciende antorchas en la penumbra, iluminando rostros y pinceladas que el tiempo había jurado borrar; y como escritor, danza con las palabras, pintando con ellas un retrato vivo que aún respira entre nosotros.
El mutis de Luis Gaspar Suárez Sierra no es un adiós, sino el eco resonante de un tamborito que se niega a callar, una pincelada audaz que sigue danzando sobre el lienzo del tiempo. Toty Suárez, no solo rescata del olvido a los artistas de Panamá: les otorga alas, les devuelve el color robado por el silencio, y los convierte en estandartes de un pueblo que respira cultura en cada rincón de su selva, sus mares, sus ranchos campiranos y sus calles empedradas.
Su legado es una sinfonía de luz y sombra, un mural vivo donde Humberto Ivaldi y tantos otros pintan el alma panameña con colores de lucha, esperanza y belleza indómita. Cada obra que guardó en su colección, cada palabra que escribió en «Rescate del olvido», cada página de su libro sobre Ivaldi, es un grito de amor a una nación que él soñó más grande, más consciente de su propia extensión. Toty no se conformó con ser testigo; fue un taumaturgo que transformó el polvo del pasado en oro eterno, un faro que ilumina sendas olvidadas para que otros las trasegaran con asombro.
No nos acongoja tu ausencia, Toty: celebramos tu eternidad. Mientras haya un lienzo que vibre con los colores de Panamá, mientras un tambor resuene en la noche y una voz cuente nuestras historias profundas, seguirás aquí, susurrando desde cada trazo, desde cada verso, que el arte es el corazón que late en la memoria de tu pueblo. Tu partida no es el fin; es el despertar de un canto inmemorial, un estallido de poesía y color que nos llama a danzar, a crear, a recordar. ¡Que tu espíritu vuele alto sobre el istmo, y que tu legado nos inspire a plasmar el futuro con la misma pasión con que rescataste nuestro pasado del olvido! 20 de marzo de 2025.
David, República de Chiriquí.
Gracias por su aporte a mi conocimiento de historia del arte panameño.
Paz a su alma!
Qué raro que no le hicieron un reconocimiento en los medios.