Si hay algo que debemos agradecerle al presidente Donald Trump, es haber impulsado el paso de los proyectos de la Autoridad del Canal de Panamá visualizados, pero sujetos a los innumerables conflictos internos en su propia junta directiva y que impedían su materializacion. Ahora resulta de urgencia notoria iniciar el proyecto de embalse del río Indio, la construción de uno o dos puertos nuevos y un gasoducto por el Canal de Panamá que permita el trasiego de gas LNG a través de Panamá hacia el continente asiático. Todos estos proyectos le darán un gran impulso a la economía nacional en estos momentos difíciles, y quizás una velita a Donald Trump no está de más.
El miedo está impulsando las decisiones políticas y si bien todas estas acciones son en positivo, hay otras realmente no muy claras como la de convertir a Panamá en un vertedero de seres humanos deportados desde los Estados Unidos o ese interés de implantar bases americanas en suelo panameño con una permanencia disfrazada de ejercicios militares, controles migratorios, lucha contra el narcotráfico o cooperación bilateral. Una de cal y otra de arena.
Es inaceptable que tanto a la Autoridad del Canal de Panamá como al gobierno nacional les haya sorprendido las declaraciones del presidente Trump sobre tomarse el Canal de Panamá de vuelta.
El país en estos momentos tiene su mirada fijada en la economía y en la creación de empleos, pero los obstáculos de las reformas a la Caja del Seguro Social y el desenlace final de un proyecto minero paralizado mantienen a la inversión paralizada, hasta tanto mejoren las condiciones de económicas y legales en el país.
A Panamá y su gobierno la mueven cuando la empujan. Esto solo ocurre por la falta de una visión a largo plazo hacia dónde queremos conducir a la nacion panameña. La política de Estado debe ser sin distinción del partido político que gane unas elecciones. La política partidista es para alcanzar el poder, pero no para ir ensayando nuevos modelos cada cinco años bajo el pretexto de que lo anterior estaba mal. Así nos pasamos cada cinco años cambiando la políticas del Estado. Es lamentable, pero una realidad. El miedo nos mueve para el bien de todos.
Es inaceptable que tanto a la Autoridad del Canal de Panamá como al gobierno nacional les haya sorprendido las declaraciones del presidente Trump sobre tomarse el Canal de Panamá de vuelta. Esto a la luz de los Tratados y el derecho internacional, es imposible. Resulta inaceptable la total ignorancia local sobre estas intempestivas declaraciones sin haberse alertado nuestro servicio exterior, nuestros servicios de inteligencia y ni siquiera la propia Autoridad del Canal de Panamá.
Se torna imprescindible que la ACP cuente con un centro de estudios geopolíticos a efectos de poder determinar con anticipacion cuáles son sus amenazas y debilidades. Especialmente las de carácter político. Y de parte del gobierno formular un nuevo encuentro entre países con canales y estrechos marítimos con la finalidad de alinear políticas de seguridad, contrabando, piratería, contaminación, entre otros temas de relevancia. La secretaría ejecutiva podría estar en Panamá y los países miembros podríamos trabajar en bloque para garantizar el comercio marítimo a toda la comunidad internacional, sin perturbaciones. Este descuido del país ya no puede volver a repetirse. Vivimos tiempos interesantes.