La batalla permanente contra una enfermedad casi erradicada

4 Min Read
106 Views

El 24 de octubre se celebra el Día Mundial contra la Polio, en honor del nacimiento del creador de la primera vacuna inactivada contra el virus de la polio, el Dr. Jonas Salk

La poliomielitis, conocida comúnmente como polio, permanece como uno de los testimonios más significativos de cómo la vacunación masiva puede transformar la salud global. Esta enfermedad infecciosa, que llegó a ser uno de los mayores temores del siglo XX, especialmente para las familias con niños pequeños, continúa siendo una amenaza en algunas regiones del mundo, aunque su incidencia se ha reducido dramáticamente.

Lo que hace particularmente peligrosa a la polio es su naturaleza sigilosa. El virus, que se transmite principalmente por la ruta fecal-oral, puede infectar a una persona sin mostrar síntomas evidentes. De hecho, solo entre 5 y 10 de cada 100 infectados desarrollan síntomas similares a una gripe común. Sin embargo, en sus manifestaciones más graves, específicamente en 1 de cada 200 casos, el virus puede provocar una parálisis devastadora y permanente.

El proceso de la enfermedad puede ser engañoso. Los pacientes inicialmente experimentan síntomas que podrían confundirse con una gripe común: fiebre, fatiga, dolor de cabeza y malestar general. Lo más preocupante es que algunos pacientes parecen recuperarse, solo para sufrir un deterioro repentino días después, con la aparición de parálisis que suele ser asimétrica, afectando más a un lado del cuerpo que al otro.

La revolución de las vacunas

El panorama de la polio cambió radicalmente con dos acontecimientos históricos: el desarrollo de la vacuna inactivada (IPV) por Jonas Salk en 1955 y la creación de la vacuna oral (OPV) por Albert Sabin en 1961. Estas innovaciones médicas sentaron las bases para una de las campañas de salud pública más exitosas en la historia.

Estrategias actuales y desafíos

En la actualidad, la lucha contra la polio se libra en múltiples frentes. Las Américas han adoptado un enfoque dual, utilizando tanto la vacuna oral atenuada (OPV) como la vacuna inactivada inyectable (IPV). Un cambio significativo ocurrió en 2016, cuando se eliminó el serotipo 2 de la vacuna OPV tras su erradicación en estado salvaje, continuando solo con los serotipos 1 y 3 en la llamada bOPV.

América fue el primer continente en ser declarado libre de transmisión de polio en 1994.

Los menores de 15 años no vacunados constituyen el grupo de mayor riesgo, siendo particularmente vulnerables los niños menores de cinco años. Este riesgo se amplifica en comunidades con bajas tasas de vacunación y condiciones higiénicas deficientes, creando un ambiente propicio para la propagación del virus.

El síndrome post-polio: una secuela tardía

Un aspecto menos conocido, pero igualmente preocupante es el síndrome post-polio, que puede manifestarse entre 15 y 40 años después de la infección inicial. Los sobrevivientes que se recuperaron completamente pueden experimentar nuevamente dolores musculares, debilidad y episodios de parálisis, recordándonos que las consecuencias de esta enfermedad pueden extenderse durante décadas.

Perspectivas futuras

Aunque la polio está cerca de ser erradicada globalmente, con casos endémicos limitados principalmente a Afganistán y Pakistán, la vigilancia continua y las campañas de vacunación siguen siendo cruciales. La transición gradual de la bOPV a la IPV en varios países representa un paso más hacia la meta final: un mundo libre de polio.

La historia de la polio nos recuerda que la erradicación de enfermedades infecciosas es posible mediante esfuerzos coordinados y sostenidos. Sin embargo, hasta que no se registre el último caso, la batalla contra esta enfermedad continúa requiriendo atención y recursos globales.

Comparte la noticia: