Los recientes acontecimientos ocurridos en la Asamblea de Panamá durante la conformación de las distintas comisiones, han puesto de manifiesto una cruda realidad: la ausencia de ideologías claras y diferenciadoras entre los partidos políticos. Esta carencia no solo socava los principios democráticos, sino que también traiciona la voluntad de cambio expresada por los ciudadanos en las urnas.
La ideología política, ese conjunto de creencias y principios que guían la visión de cómo debe organizarse una sociedad, brilla por su ausencia en el escenario político panameño. En su lugar, presenciamos una alianza oportunista entre partidos tradicionales, unidos únicamente por el deseo de mantener el statu quo.
Esta falta de dirección ideológica tiene consecuencias graves: fomenta la apatía política, debilita el debate democrático y abre las puertas al populismo. Más preocupante aún, genera una profunda desconexión entre los representantes y los representados.
Los panameños merecen un sistema político donde las ideas y los principios sean el motor de quienes gestionan el Estado, no los intereses personales o de grupo. Es hora de exigir a nuestros líderes una visión clara y coherente para el futuro de Panamá, una que refleje genuinamente las aspiraciones de la ciudadanía.