A medida que más personas se conectan cada año, los líderes mundiales deben ser audaces y creativos para superar los obstáculos normativos y fomentar la inversión y la innovación digital
En la actualidad, las tecnologías digitales están catalizando una revolución sin precedentes en el ámbito del desarrollo, transformando economías, generando empleo y elevando el nivel de vida en las comunidades más vulnerables y remotas del mundo. Este cambio radical en la comunicación, la actividad empresarial y la interacción con el medio ambiente presenta una oportunidad única para que la comunidad internacional impulse los beneficios de la digitalización en los países en desarrollo, mientras mitiga los riesgos asociados y busca cerrar la brecha digital.
La digitalización ya no es opcional, sino una necesidad imperativa. Los servicios esenciales que sustentan el desarrollo, como hospitales, escuelas, infraestructuras energéticas y la agricultura, dependen de la conectividad y el acceso a datos. Sin internet ni las habilidades necesarias para manejar las tecnologías digitales, muchas personas quedan marginadas del mundo moderno. Una nueva era digital accesible para todos podría moldear un futuro más inclusivo, resiliente y sostenible.
Los datos son contundentes: el acceso a internet de alta velocidad incrementa en un 13% las probabilidades de encontrar empleo y permite a las empresas multiplicar por casi cuatro sus exportaciones. Además, la expansión de la cobertura de internet ha demostrado reducir la pobreza extrema significativamente en países como Senegal y Nigeria. Las tecnologías digitales no solo impulsan la economía, sino que también ofrecen la posibilidad de reducir hasta un 20% las emisiones de carbono para 2050 en los sectores más contaminantes como la energía, los materiales y el transporte.
A pesar de estos avances, el progreso digital ha sido desigual, exacerbando la brecha entre quienes tienen acceso a recursos digitales y quienes no. Aproximadamente un tercio de la población mundial sigue desconectada, destacando un marcado contraste con el 90% de conectividad en los países de ingresos altos. En los países desarrollados, la inteligencia artificial se integra en productos y servicios de manera cotidiana, mientras que en muchos países en desarrollo, menos de la mitad de las empresas cuentan con una conexión básica a internet.
Esta brecha se extiende también al ámbito de la producción digital. Aunque el sector digital crece a un ritmo casi doble que la economía global y crea millones de empleos, más de la mitad del valor generado se concentra en apenas dos países. El uso de productos y servicios digitales como insumos de producción se ha duplicado en los últimos veinte años en países de ingresos medios y altos, pero ha tenido un crecimiento casi nulo en los países de ingresos bajos.
El reciente «Informe sobre los Avances y Tendencias Digitales 2023» del Banco Mundial destaca la importancia de adaptarse a esta realidad digital. El informe sugiere que, además de invertir en infraestructura digital, es fundamental gestionar los riesgos asociados con la digitalización, como la desinformación y la ciberseguridad, y prepararse para el aumento del consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La clave está en la urgencia de actuar. Es crucial acelerar las inversiones en conectividad de alta velocidad y centros de datos, especialmente en regiones como África, donde la capacidad de procesamiento de datos es insuficiente para el tamaño de su población. Además, es vital hacer que el acceso a internet y los dispositivos digitales sean asequibles para todos y fomentar las habilidades digitales necesarias para un uso productivo y seguro de estas tecnologías.
A medida que más personas se conectan cada año, los líderes mundiales deben ser audaces y creativos para superar los obstáculos normativos y fomentar la inversión y la innovación digital. El acceso digital debe ser considerado un derecho básico, no un lujo. Es momento de que los organismos de desarrollo, como el Banco Mundial, intensifiquen su apoyo financiero y técnico para ayudar a los países a navegar por esta transición y aprovechar las oportunidades que ofrece la era digital.
En resumen, mientras la transformación digital global avanza a ritmo acelerado, es imperativo que la comunidad internacional colabore para forjar un camino de desarrollo renovado y prepararse para los desafíos de la disrupción digital que todos los países enfrentarán en las próximas décadas.