Desde tiempos inmemoriales, la democracia ha sido esa esperanza dorada que promete dar voz al pueblo. Pero si echamos un vistazo al panorama actual de Latinoamérica, y especialmente a cómo las cosas se han estado desarrollando en Panamá, pareciera que esa esperanza está en juego. ¿Qué pasa cuando la democracia ya no parece ser tan brillante? ¿Cuándo, en vez de sentirnos representados, sentimos que se nos va la voz en el griterío político?
Si nos ponemos a contar, en la última década, varios países latinoamericanos han experimentado movimientos que muestran un desencanto hacia la democracia. Esta desilusión no es cosa de juegos. Mucha gente siente que aquellos a quienes confiaron su voto en las urnas, ya no los representan y que la corrupción y la desigualdad son la orden del día.
En Panamá, cuya historia democrática ha tenido sus altibajos, se comienza a escuchar el susurro de ese desencanto. Las manifestaciones de 2022, en donde miles clamaron por una justicia más transparente y contra la corrupción rampante, son un claro testimonio de esto. Y ahí es donde el fantasma autoritario asoma. Con el descontento brota la tentación de buscar soluciones rápidas, líderes «fuertes» que prometen poner orden a cualquier precio.
Por supuesto, no es de extrañar que, ante la frustración y la decepción, muchos busquen un cambio. Pero la historia nos ha enseñado que, cuando se cede poder en aras de la estabilidad, a menudo se paga un precio muy alto. Un gobierno autoritario puede traer estabilidad a corto plazo, y alguna serie de cambios que provoquen el aplauso popular, pero a la larga, los derechos y libertades del pueblo suelen ser los primeros en ser sacrificados.
Latinoamérica, y Panamá en particular, se encuentran en una encrucijada. Es esencial que reflexionemos sobre la dirección que deseamos tomar. No se trata de quedarse de brazos cruzados, sino de luchar por una democracia más robusta y representativa, en lugar de ceder ante la seducción del autoritarismo. Después de todo, como ciudadanos, tenemos no solo el derecho, sino también la responsabilidad de construir un futuro mejor.