Un estudio de la Universidad de Harvard realizado por el profesor Robert Coles, encontró que las personas que son respetuosas tienen más éxito en la escuela, el trabajo y en la vida. El estudio también encontró que las personas que practican el respeto son más felices y saludables.
Pero, aún antes de ese y cualquier estudio en esa misma tónica, es una verdad consabida que el respeto es uno de los valores más importantes que debemos cultivar en nuestra sociedad. Es la base indiscutible de la convivencia pacífica y de la construcción de una vida comunitaria mejor. Porque respetar es reconocer la dignidad y los derechos de las personas; y es este el primer requisito necesario para construir relaciones sólidas y duraderas, y para crear un ambiente de confianza y seguridad que se traduce, sin demora alguna, en estabilidad social.
Dentro de ese concepto general destacan dos aspectos en particular: el respeto a la ley y el respeto a los derechos de las personas. El primero, el respeto a las normas legales, implica la aceptación a vivir dentro de lo que establece una serie de reglas cuya violación lleva aparejada las sanciones correspondientes. El segundo, como ya se ha anotado, obliga a respetar un conjunto de derechos individuales establecidos por la sociedad con estricto carácter de reciprocidad. En esta última virtud descansa la tan valorada convivencia pacífica.
¡Soñar con un mejor país es una aspiración tan absurda como inútil si se pretende construirlo obviando algo tan básico como lo es el respeto!