Un año después de la entrada de tropas rusas en territorio ucraniano, el líder del gigante europeo, Vladimir Putin, se anota un éxito indiscutible: evitó los efectos de las sanciones económicas de occidente y ha hecho de China su principal socio comercial.
En una entrevista publicada en Le Fígaro, el historiador, escritor y politólogo francés, Emmanuel Todd, asegura que una de las grandes equivocaciones evidentes en febrero de 2022, cuando Rusia invadió a Ucrania, era pensar que las sanciones económicas “aplastarían a Moscú”, algo que no sucedió. “Esa fue una sorpresa, hubo una especie de mal entendido”, dijo Todd. Parece que el resultado ha sido el contrario: las sanciones de Occidente al sistema financiero ruso dieron a Putín la excusa perfecta para acercarse a China sin ningún tipo de reservas. Hasta antes de las sanciones, debía guardar las apariencias; pero, tras los coqueteos entre Moscú y Beijing en la antesala de la invasión a Ucrania, Putin se ha enfocado en China como su antídoto contra las severas sanciones económicas.
Así que en lugar de debilitar a Rusia y el plan de su presidente, Vladimir Putin, las sanciones económicas impuestas por occidente a Rusia, luego que este ordenara a su ejército invadir a la vecina Ucrania, han terminado por precipitar la conformación del bloque China-Rusia: una combinación que sin duda inquieta a Occidente.
La ecuación es muy fácil: China le vende a Rusia todo lo que este no puede traer desde occidente y a su vez, Rusia le vende a China el gas y el petróleo que Europa ha dejado de comprarle desde hace un año.
La sociedad de “el Oso y “el Tigre”
Autoridades de Aduanas chinas informaron hace un par de semanas que el intercambio comercial con Rusia se incrementó 34 por ciento en 2022. El informe del cierre del año explica que el comercio exterior chino cerró 2022 con intercambios totales (exportaciones e importaciones) por más de 42 mil millones de dólares, lo que supone un 7,7 por ciento más que el año anterior.
Rusia es sin duda un protagonista de ese porcentaje de incremento. Moscú ha acudido a China ante la imposibilidad de importar buena parte de los bienes y servicios que antes obtenía en los mercados occidentales, explica un análisis publicado en el portal Memo.Com, de la Argentina, que detalla como China está llenando el vacío que occidente ha dejado en el esquema financiero ruso.
Concretamente, los intercambios entre China y Rusia ascendieron 189 mil 464 millones de dólares en 2022. La cifra representa un 3,03 por ciento del total del comercio exterior chino durante el año que acaba de terminar y en el que Rusia ha debido enfrentar las sanciones de occidente por su decisión de ocupar Ucrania. De otro lado de la acera, Rusia no solo encuentra suministros en China: el “Tigre Asiático” también es un cliente del Oso europeo. El petróleo y el gas que Europa no le compró en 2022, fue vendido a China.
En la balanza final, Rusia tiene una amplia ventaja. De acuerdo con la publicación de Memo.Com, las ventas de productos chinos a Rusia subieron un 17,5 por ciento interanual, mientras que Rusia aumentó sus ventas a China en 48,6 por ciento. China está comprando más petróleo y gas que en 2021.
El enigma ahora en occidente es si este resultado, que a todas luces significa un revés en su intento por desarticular las pretensiones rusas de convertirse en la principal potencia mundial, es un asunto que también sorprendió a Vladimir Putin.
Premeditación
Todo indica que Putin había calculado la reacción de occidente. Justo semanas antes de enviar sus tropas a Ucrania celebró una cumbre con su homólogo chino Xi Jing Ping, en la que se sentaron las bases para el intercambio comercial que le hace casi impermeable a las sanciones económicas de los Estados Unidos y Europa.
Putin además tiene otro comodín y es que, si por alguna razón el conflicto con Ucrania se estanca aún más y termina en una suerte de borrón y cuenta nueva, quedará con un mercado nuevo y las opciones de sus viejos clientes vecinos. Es decir, aquello de las sanciones económicas que, en marzo de 2022, muchos pensaron acabarían con Rusia, parece que eran “zona de riesgos calculados”.
La guerra existencial
A occidente le queda aún la posibilidad de presionar militarmente de una manera más directa. Sin embargo, cada día que pasa esa posibilidad arriesgará ahora también intereses chinos, lo que afianza la tesis del francés Todd de que la cuestión de Ucrania es la primera escaramuza de la tercera guerra mundial.
Todd además señala que tanto Rusia como Estados Unidos, una vez que han puesto el pie en el conflicto, no podrán salir hasta que se acabe. “Esta es una guerra existencial para ambos”, advierte Todd: en la apuesta se han jugado todo. En la entrevista dada al diario Le Figaro, Todd afirma que “la resistencia de la economía rusa empuja al sistema estadounidense hacia el precipicio. Nadie predijo que la economía rusa resistiría el «poder económico» de la OTAN”.
El analista galo cree que si la economía rusa “resistiera indefinidamente apoyada por China, el control monetario y financiero estadounidense del mundo se derrumbaría”. Y sostiene que “esta guerra se ha convertido en algo existencial para Estados Unidos, al igual que Rusia. No pueden retirarse, o rendirse. Por eso estamos ahora en una guerra interminable, en una confrontación cuyo resultado debe ser el colapso de uno u otro”. El escenario que según los analistas, las economías emergentes (China, India y Arabia Saudí) esperan con mucha expectativa.