En los inmortales versos del poema “Las dos linternas”, de Ramón de Campoamor, queda establecido para la posteridad que en el mundo “todo es según el color / del cristal con que se mira”. Verdad de a cuño que, por su peso, terminó asumida por la sabiduría del pueblo, pero que lamentablemente ignoran los políticos del patio a pesar de sus esfuerzos, sobre todo en períodos electorales, de “lucir” como un elemento más de esa masa popular.
Un personaje del escenario criollo al que parece no alcanzar ni la estrofa mencionada ni la sabiduría pueblerina es al señor vicepresidente. Ante los señalamientos lanzados por uno de los pocos diputados críticos en el seno de una Asamblea desnaturalizada, el funcionario en cuestión ripostó aconsejando al inconforme que no se convirtiera en “un riesgo para el sistema”.
Asumiendo que el sistema al que hacía referencia era al democrático, no pecarían de inoportunas algunas aclaraciones en torno a ese consejo: el verdadero riesgo para el sistema es la corrupción reinante en todos los niveles del entramado gubernamental; el verdadero riesgo es permanecer de brazos cruzados y que el esfuerzo anticorrupción quede sólo en promesa de una ya lejana campaña electoral; riesgo para el sistema es que los máximos timoneles de la nave gubernamental guarden silencio y, peor aún, permitan concretar leyes como las del doble salario y la que convierte la “descentralización” en una piñata para representantes y alcaldes; riesgo para el sistema es el silencio cómplice que se mantuvo mientras un grupo de funcionarios cobraba doble salario a despecho de lo que dicta la Constitución; en fin, riesgo para el sistema es privilegiar a una pequeña casta con injustificados incentivos fiscales a costa de resolver necesidades más urgentes para la nación… La lista resulta demasiado larga para anotar cada uno de los riesgos, pero no puede quedar sin mencionarse el grandísimo riesgo que resulta de extender a 10 años el período de confidencialidad de las actas de los consejos de gabinete, porque si la gestión se está llevando conforme a la ley y los mejores intereses del país, ¿por qué esconderla del escrutinio público?