El malestar que confrontamos los panameños es parte de un malestar general y se manifiesta en todas partes del mundo. Pedir una rebaja en el precio de combustible como criticar el alto costo de la vida y esperar del gobierno medidas paliativas no está en el centro neurálgico por la cual sufren las clases populares y media.
Hay un cáncer en el sistema económico del mundo moderno y no se cura con cofal, mentholatum o vicks. ¿Qué genera este malestar? En mi opinión debemos ver el modelo de economía actual. Somos una sociedad de crédito. Estamos atrapados todos en una nueva modalidad de esclavitud. Al convertirme en sujeto pasivo de obligaciones dinerarias transformamos la relación transaccional en una de amo y esclavo. Los nuevos amos son los bancos, las empresas financieras, los brokers. Los esclavos son los Estados subdesarrollados (no capitalistas en el sentido capital=dinero) y las clases populares y media.
El nuevo Dios de la modernidad es el mercado donde todo se tranza por dinero. El dinero es el Satán de la modernidad. Nadie sabe a profundidad lo que es. ¿Un papel? ¿Todos los papeles son del mismo tamaño con denominaciones distintas, pero con un valor diferente? ¿Qué o quién le ha dado valor e independencia? Pues si bien surgió como un medio para realizar transacciones de bienes y servicios ahora puede engendrar más valor a través de su uso. El dinero procrea intereses.
Al transformar el medio de pago (dinero) en un bien reproductor de plusvalía lo transformamos en un excelente medio para crear una nueva tipología de acreedores/ deudores de un pedazo de papel que es apenas un concepto. A través de esta nueva tipología la posibilidad de establecer una nueva modalidad de esclavitud. Voy a explayarme un poco en esta temática.
Inventamos un día que si yo te doy dinero te debo cobrar por su uso. Es decir, te debo devolver el dinero prestado y más dinero adicional a la cual denominamos intereses por su uso. El dinero prestado puede ser para una aventura comercial. Si yo tengo una aventura comercial y tomo dinero prestado quien me lo otorga está invirtiendo conmigo, pero no toma el mismo riesgo. Si gano, el gana, pero si pierdo el gana de todas maneras y me exige la forma de pagarle aún por otros medios. Pero debo pagar. El que me presta me puede arruinar y llevarme a la quiebra, quitarme mi casa y en tiempos antiguos tomarme como esclavo a mi o a mis hijos.
Este tipo de distribución de riesgos donde privilegias al inversor por la vía del préstamo del dinero tiene la función de transformar la relación transaccional en una de amo y esclavo, es decir, una modalidad moderna de esclavitud del hombre/mujer con el hombre/mujer. En este tipo de ecuación quien utiliza el dinero para generar riqueza a través de sí misma lleva la delantera para controlar al mundo. Eso sin entrar en el tema de la capacidad para aumentar la masa monetaria (ventaja comparativa de los bancos).
A nivel de consumo se ha democratizado el crédito, pero con ello se ha esclavizado a las clases populares y clase media. Y ese malestar de la sociedad moderna por el aumento del combustible o por el alto costo de vida es porque el crédito por pagar con tasas de interés exorbitantes para este tipo de préstamos liquida gran parte del salario del trabajador o profesional.
No nos damos cuentas, pero las tasas exorbitantes para el crédito al consumo están ahorcando a las clases populares y a la clase media y ese malestar se externaliza hacia los ricos y al Estado. Germen de futuras revoluciones. (continuaré este planteamiento en próximos escritos)