Las mesas de la indiferencia

Los contrastes no pueden ser más evidentes y odiosos: cuando se trata de regalar centenares de millones en subsidios para un minúsculo grupo de “empresarios turísticos”, las medidas del Ejecutivo son instantáneas y efectivas. Lo mismo ocurre cuando se trata de favorecer los intereses y bolsillos del exclusivo grupo de donantes que “invirtieron” para asegurarse de su arribo al poder.

Pero, cuando las situaciones conciernen a los intereses de las mayorías nacionales, reina entonces la lentitud, la ausencia de soluciones inmediatas y una incapacidad de respuestas efectivas sólo comparable a la indiferencia ante las expectativas populares. Ahí están para demostrarlo la falta de medidas y estrategias ante el aumento de los precios del combustible y los más de seis meses que lleva la mesa instaurada por la crisis del elevado costo de las medicinas y que, hasta el momento, no brinda respuestas palpables.

Colón es el sumario de todo lo que puede resultar mal como consecuencia de las permanentes falencias y vicios de la política criolla: las promesas incumplidas, la demagogia, el abandono, la improvisación, la ausencia de planes y estrategias para trabajar por un desarrollo integral y, como cereza del pastel, el más descarnado populismo. El descontento explotó hace cuatro días y ha causado pérdidas millonarias, es cierto; pero, la situación no se puede cuantificar solamente bajo preceptos contables. Es necesario sumergirse y buscar las causas profundas, de las cuales una cuota de culpa recae sobre quienes, también, lucran sin mirar más allá del beneficio inmediato y han preferido vivir dentro de sus pompas de jabón, al margen de las incertidumbres y las añoranzas de la provincia.

Las altas instancias gubernamentales acudieron, finalmente, a reunirse con los rebeldes y descontentos. La nación sólo espera que no lleven bajo el brazo el anticuado y obsoleto manual de la política de siempre; que esta vez exista una mínima intención de escuchar atentamente y de esforzarse un poco por alcanzar algunas soluciones. El país ya no está para mesas y comités de estudios: exige respuestas, y de no encontrarlas, el escenario de Colón se convertirá en la norma a lo largo del territorio nacional.

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