Nacida en Suiza en 1924, Sabine Weiss residía en París, donde tenía instalado su taller, precisó su equipo a la AFP.
Al igual que Doisneau, Boubat, Willy Ronis o Izis, Sabine Weiss inmortalizó la vida simple de la gente, sin alardes ni arrogancia.
«Nunca consideré que hacía fotografía humanista. Una buena foto debe conmover, estar bien compuesta y desnuda», dijo al diario La Croix.
Ganadora del premio de fotografía Women in Motion en 2020, Sabine Weiss ha protagonizado unas 160 exposiciones en todo el mundo.
Nacida como Weber el 23 de julio de 1924 en Saint-Gingolph, a orillas del lago de Ginebra, Sabine Weiss adquirió a la edad de 12 años su primera cámara con su dinero de bolsillo y aprendió el oficio a los 16 años en un famoso estudio de Ginebra. Llegó a París en 1946 y empezó a trabajar para el fotógrafo de moda Willy Maywald.
Pionera de la fotografía de posguerra, de formación ecléctica, y amante tanto del color como del blanco y negro, vio su carrera despegar en el París de los años cincuenta.
– «Sabine Weiss: Artesana de la fotografía» –
«Desde el principio tuve que vivir de la fotografía, no era algo artístico», dijo Weiss a la AFP en una entrevista en 2014. «Era un oficio, yo era una artesana de la fotografía», subrayó.
El año de su matrimonio, 1950, abrió su estudio en el distrito XVI; en el mismo periodo, Doisneau la presentó a Vogue y a la agencia Rapho (ahora Gamma-Rapho).
Empezó a frecuentar los círculos artísticos de la época, retratando a Stravinsky, Britten, Dubuffet, Léger o Giacometti. Trabajó para revistas de renombre como Newsweek, Time, Life, Esquire, o Paris-Match, y triunfó en varios registros: desde el reportaje (viajó mucho), a la publicidad, la moda, el espectáculo o la arquitectura.
De personalidad discreta y menos conocida por el gran público que otros fotógrafos de su época, esta mujer efervescente de poco más de metro y medio negaba haber sufrido «discriminación» como mujer.
«Detecté en ella no sólo compasión, sino también una ternura y una dulzura que los hombres no tenían», declaró el miércoles a la AFP el fotógrafo y documentalista francés Raymond Depardon.
– De morgues a fotos de moda –
Sobre todo, Weiss recorrió incansablemente la capital francesa, en ocasiones con su marido, el pintor estadounidense Hugh Weiss, muchas veces de noche, para congelar momentos fugaces: trabajadores en acción, besos furtivos, idas y venidas en el metro… Con su cámara, decía, le gustaba capturar a los «mocosos», los «mendigos» o las «sonrisitas» que se cruzaba en la calle.
«Por aquel entonces, la capital, por la noche, se cubría de una hermosa niebla», recordaba.
«En fotografía he hecho de todo», confió a la AFP en 2020. «Fui a morgues, a fábricas, fotografié gente rica, tomé fotos de moda… Pero lo que queda son solo las fotos que tomé solo para mí, sobre la marcha», apuntó.
Prolífica y generosa, en 2017 legó unos 200.000 negativos y 7.000 hojas de contacto al Museo del Elíseo de Lausana, en Suiza. «No sé cuántas fotos tomé» -dijo a la AFP en 2014- «de todas formas eso no significa mucho».
Reconocida por su destreza con la fotografía en blanco y negro, Weiss acogió con satisfacción la llegada de las cámaras digitales, aunque no el advenimiento del selfi.
«La gente ya no fotografía el mundo que le rodea, sino que se fotografía a sí misma», explicaba a la AFP. «Dígale a la gente que tome fotos… de lo que le rodea. Dígales eso», insistía.
AFP