Usualmente, asociamos la discriminación a temas inherentes al color de piel, o la preferencia sexual. Pero el tema es más abarcador, hay discriminación cuando el trato a una persona de forma diferente a las demás.
El Papa Francisco en un comunicado difundido por la Santa Sede el 25 de noviembre de 2021, en el marco de la celebración de “la Jornada Mundial de las Personas con Discapacidad”, que tendrá lugar el viernes 3 de diciembre, expresó “por desgracia, aún hoy muchos de ustedes son tratados como cuerpos extraños en la sociedad.
Sienten que existen sin pertenecer y sin participar y hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena”.
Igualmente declaró que “la discriminación sigue estando demasiado presente en varios niveles de la vida social; se alimenta de los prejuicios, la ignorancia y una cultura que lucha por comprender el valor inestimable de cada persona”.
Abrimos un paréntesis, recordemos que las Naciones Unidas reconoció mediante Resolución Plenaria 47/3 del 14 de octubre de 1992, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
La cual busca promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural, cerramos el paréntesis.
Esto significa, que todo acto que no sea un trato igualitario entre las personas constituye un acto discriminatorio.
Lo vemos dentro de nuestra vida cotidiana al ingresar a un autobús, al ingresar a un restaurante, donde una persona por estar mal vestida, se le impide el uso del servicio o el ingreso al local.
También en el trato recibido en algunas oficinas públicas, por no pertenecer al colectivo que dirige la cosa pública en su momento, en el marco profesional a tratar de forma diferente a un colega o a un par.
Hasta en una simple platica donde se hacen presentes mensajes sexistas machistas o misóginos, y finalmente hasta en proceso de formación del individuo que es la escuela hay Bullying.
Debemos ir pensando como sociedad, en rescatar esos valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos, donde “el derecho uno termina cuando inicia el de otro”.
Los clubes cívicos, la Defensoría del Pueblo, el propio Estado por medio de los 3 Órganos del Estado (El Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial), deben revertirse de hacer cumplir eso derechos y dar un paso adelante hacia una sociedad, equilibrada alejada del oscurantismo y del atraso.
Deben desarrollar campañas encaminadas, a educar sobre los derechos humanos, porque lo cierto es, que “nadie puede defender sus derechos, si desconoce que los tiene”.
También se hace necesario normar este tipo de actos deplorables, que permita a los ciudadanos reafirmar esta protección legal, buscando disuadir cualquier acto externo tendiente a desconocerlos.
Cada individuo que nace, lo hace protegido por una serie de normas, tratados, principios, derechos y garantías fundamentales que le permite estar resguardado en sociedad, y una sociedad refleja una madurez, cuando el Estado no tiene que intervenir en hacer valer esos derechos innatos al individuo, porque los asociados son conscientes que “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Los que estudiamos religión en la escuela en nuestros primeros años de vida, y somos respetuosos de los códigos de enseñanza eclesiásticos.
Nos hablaron siempre de que los primeros habitantes del Planeta eran Adán y Eva, y nunca se referían al color de su piel o las características de cada uno, ni destacaba la superioridad de uno sobre otro.
Desde ese momento, hablamos de igualdad y aunque las sagradas escrituras explican los orígenes de la humanidad, no es menos cierto, que nos dejan mensajes claros intrínsecos de respeto en esa convivencia entre los primeros moradores del mundo.
Es por ello, que el avance de la humanidad debe ser en esa línea, manteniendo un lugar placentero entre los pobladores del mundo, donde el respeto al prójimo, no dependa se su aspecto, de su color, de su preferencia sexual, de condición social, de su ideología, de su religión, de su intelecto.
Solamente importa, que es una ser que nació vivo y que convive entre nosotros.