Hoy 7 de octubre se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Desde que fuera establecida la fecha en el 2008, la Confederación Sindical Internacional (CSI)- con sede en Bruselas y que representa a unos 207 millones de trabajadores en más de 163 países- ha promovido esta conmemoración con el objetivo de asegurar el respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores.
Acuñada en 1999 por el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la definición de “trabajo decente” se refiere a la “generación de oportunidades para que todos los hombres y mujeres accedan a un empleo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana”. El trabajo decente permite la generación de ingresos dentro de un esquema de derechos y protección social y brinda al trabajador la posibilidad de prosperar social y económicamente, contribuyendo a su propio bienestar, el de su familia y, también, el de la comunidad a la que pertenece.
En un momento crucial en que el mundo afronta la pérdida de más de 200 millones de empleos y con riesgo potencial de perder otros 100 millones, esta Jornada Mundial por el Trabajo Decente centrará sus esfuerzos en solicitar a los gobiernos el desarrollo de planes para generar empleos. En esta línea se expresa Sharan Burrow, secretaria general de la CSI, que coincide en que “los Gobiernos deben establecer una prioridad absoluta: el empleo. Tienen que comprometerse a lograr el pleno empleo. De este modo se sentaría las bases para la seguridad económica y la justicia social”.
La creación de empleo es un elemento fundamental en el Nuevo Contrato Social que se amerita en el futuro cercano, así como el derecho, la igualdad, la inclusión y la protección social. Sin ellos no existe la posibilidad de superar el nefasto legado que deja la pandemia alrededor del globo. El trabajo decente, según la Organización de las Naciones Unidas, implica que todos tengan oportunidades de llevar a cabo una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, además de favorecer el desarrollo personal y la integración social.
“Nuestra demanda de empleo puede alcanzarse, en particular si los gobiernos establecen políticas fiscales equitativas en lugar de permitir que un reducido número de personas acaparen cientos de millones de dólares eludiendo impuestos”, sentencia la secretaria general de la CSI, “Esos ingresos podrían impulsar la creación de empleo”.