Un nuevo paradigma busca su espacio en Latinoamérica y el Caribe. En su libro “La economía azul”, el economista y emprendedor belga Gunter Pauli propone que los seres humanos imitemos la eficiencia de los procesos que se dan en los ecosistemas naturales, donde todo está conectado, los desperdicios son pocos y degradables y, además, todo se aprovecha y se mantiene dentro del sistema. En este modelo prevalece la idea de producir bienes y servicios de manera sostenible, trabajando con la mirada puesta en el cuidado tanto del planeta como de las futuras generaciones.
El mar, plantea la economía azul, con las medidas apropiadas puede ser una fuente sostenible de riqueza para los países por medio de actividades como la pesca, el trasporte marítimo, los astilleros, el turismo y la investigación marítima. En este sentido apunta el Foro Económico Mundial al señalar que los mares constituyen la séptima economía del mundo.
Las cifras establecen que el 97 por ciento de los pescadores del mundo viven en las zonas costeras de los países en desarrollo. En Latinoamérica y el Caribe (LAC) el 27 por ciento de la población total vive en áreas costeras y el turismo costero genera ingresos superiores a los 6 mil millones de dólares. Además, según el programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), 3 mil millones de personas alrededor del mundo dependen del alimento procedente de los mares.
Arropados, desde siempre, por la compañía de esos dos mares y con un canal interoceánico como uno de los principales ejes económicos, el potencial de la economía azul en nuestro país es indiscutible. Resultaría extremadamente oportuno mirar hacia la región del Caribe, donde se desarrollan distintas iniciativas de la mano de organismo internacionales y empresas privadas impulsadas por este innovador paradigma.
Con un devenir histórico asomado hacia dos mares con sus respectivas costas- junto al entramado nacional de puertos y el Canal-, la instauración y el desarrollo de la economía azul es la puerta de oportunidad que pudiera impulsarnos vertiginosamente hacia un porvenir brillante luego de superada la crisis sanitaria.