La minería tiene muy mala prensa por estos lares; sobre todo la de cielo abierto, cuyo legado de deforestación, suelos arrasados y aguas contaminadas espantan al mejor pintado. Sin mencionar que la historia de la minería local suma episodios sospechosos y oscuros, con su innegable cuota de presiones, abandonos y desilusiones.
Hoy se le suma un nuevo capítulo a esa accidentada historia con el inicio de las negociaciones en las que se espera corregir, ante las expectativas ciudadanas, otro de muchos entuertos nacionales y establecer un nuevo y más justo monto de las regalías que percibe la nación por la explotación minera.
Desde el pasado mes de julio se nombró la comisión negociadora conformada por el ministro de Comercio e Industrias, de Economía y Finanzas, de Ambiente y la de Trabajo y Desarrollo Laboral. En los aspectos legales se contará con los servicios de la firma Hogan Lovells que aportará su amplia experiencia en contratos, litigios y arbitrajes internacionales. El equipo panameño contará también con un grupo de asesores facilitados por la iniciativa CONNEX del G-7 que ayudará con sus invaluables conocimientos en temas fiscales y económicos de las actividades mineras.
Este equipo tendrá que trabajar arduamente para superar la muy justificada desconfianza ciudadana, sobre todo desde que uno de sus miembros originales renunciara a causa de irregularidades que, advirtió, podrían afectar negativamente los intereses del país en esta negociación. Entre esas anomalías denunció la intención de aumentar las regalías del 2 a solamente el 5 por ciento, imponiendo la absurda tesis que el cobre no es de la nación panameña sino de quien lo explota; y señaló, además, las sospechas surgidas en la mesa sobre la participación accionaria de tres Estados extranjeros, lo cual se prohíbe constitucionalmente.
Entre los vericuetos de la historia nacional abundan las leyendas negras donde no falta la de piratas salteadores. Esperemos que esos episodios hayan quedado muy atrás en las crónicas nacionales; porque, a estas alturas volver al trueque donde se nos despoja de nuestra riqueza a cambio de cuentas de cristal y espejitos resultaría alevoso y criminal. Una traición a los intereses y las expectativas de la nación.