Cuando se celebró el 50 aniversario de la Revolución, 2009, Silvio Rodríguez produjo un disco que llamó, Segunda cita. En ese trabajo había una canción que hoy la recuerdo viendo lo que está sucediendo en Cuba. “Sea señora” forma parte del tributo de Silvio a la Revolución, no tiene nada que ver con sierras ni alzamientos, en palabras de su autor es un “voto a la evolución política de Cuba”. Sin comentario. Eso fue hace más de 10 años y lo que está pasando hoy en la isla es una espontánea y sorprendente expresión popular de libertad. Y Silvio no tiene nada que ver con eso, al contrario. No es necesario copiar la canción, bastan líneas muy puntuales: “hágase libre lo que fue deber”, “superen la erre de revolución”, “restauren lo decrépito que veo”, “la vida como único extremismo y una pequeña luz para soñar”, “cuando las alas se vuelvan herrajes es hora de volver a hacer el viaje”. Silvio de seguro estaría pensando en otra cosa, pero a mí esto me suena a revolución.
Todo ha sido posible verlo gracias a la valentía de neorevolucionarios que no llevan barbas ni fusiles, capaz ni escuchan a Silvio, pero con celulares en mano y sin disparar un tiro han puesto a Cuba al alcance de todos. Cuando uno creía que en Cuba ya no pasaba nada, ni pasaría, se prendió la isla, algo faltaba y esa chispa llegó con el covid-19. Como en todas partes del mundo, el virus ha precipitado todo. A como íbamos lo que estamos viendo es lo que tendría que haber pasado, quizá, dentro de 50 años. No en dos. La pandemia ha logrado más que el embargo. No ha quebrado a la dictadura la presión de un parapeto de aislamiento, por ahora el control político está intacto, pero el cubano se ha cabreado.
El Partido Comunista es el dueño del templo y Miguel Díaz-Canel es el elegido de los dioses para pasar la pena. El pueblo sin pan ni circo, se ha levantado. Lo que ha hecho el covid es abrirle los ojos al cubano y hacerle ver que se puede morir sin conocer otra cosa. Ya no se puede más, y lo saben todos, pues todos hoy estamos igual. Esos gritos de “libertad”, “abajo la dictadura”, “patria o vida” se vienen dando calladamente desde hace muchos años en la isla y desde el fondo del mar. Los reclamos pueden ser achacados al embargo como a la falta de todo. Lo cierto es que el pueblo cubano se está muriendo por amor al aire, no ahora, desde antes que llegara la pandemia. Esta solo ha servido para espantar los miedos y encarar lo que vendrá, no hay salida, si no te mata la covid será el eterno estado de reposo el que se encargará, el cubano se cansó de vivir entre la espada y el mar.
Silvio habla de superar la erre de revolución, Cuba debe evolucionar y dejar de esperar que alguien le tire un “patacón” más. Raúl Castro, que debe tener 90 años, decía que ya hay que dejar de decir abajo el bloqueo y ponerse a producir. Cuba fue subsidiada por los soviéticos por más de 30 años, miles de millones de dólares fueron a dar a la isla, y de parte de Venezuela un tanto más. No se hizo nada con eso, nada que no fuera exportar revoluciones y fabricar miserias. Para eso sí había ideas, pero para solucionar las carencias domésticas no había ingenio. Quizá peque de inocente, pero “Sea señora”, al menos a mí me suena a otra cosa, veladamente sugiere un arrebato de autodeterminación.
El cubano de hoy que no conoció a Fidel tiene hambre de vida. La nueva revolución es cuestión de vida o muerte. La patria, por esta vez, que vaya a pasear al Malecón. Patria o muerte estuvo bien hasta el día que Fidel se encargó de las dos. Murió con las barbas puestas y sin ver el éxito de su revolución. Hoy por la memoria de los dos el pueblo será brutalmente reprimido, hasta que alguien se dé cuenta que todos están presos en la misma isla. Cuba no fue dividida por la Revolución, la realidad cubana fue definida por Fidel, una revolución llevada a cabo por un mito no debió tener tanto vuelo. Es increíble como el cubano fue sometido a un calimbado, la F herrada con fuego como si fueran sus esclavos. Ese cubano hoy está viejo y Fidel descansa junto a su revolución.
Fidel también fue esclavo de la revolución, se gastó tratando de convencer al mundo que el imperio era satán. Allá donde te recibe la estatua de la Libertad, si en algo se parece esa isla a Cuba es que después de un tiempo todo te resulta igual. Ni la estatua ni el cubano se pueden escapar. El problema de Cuba se resuelve entre cubanos, a su manera, como ha sido siempre. La cubanía ya encontrará la fórmula para ese remedio. Una isla que parece un museo, donde el tiempo se paró, no deja de ser una rareza para el que la visita, el turista deseando que nada cambie, que ironía, que todo se mantenga igual.
Desde el día que inició todo a la fecha lo que se sabe es que la respuesta será implacable, la dictadura no tendrá contemplación, en Cuba no existe oposición. El mismo Díaz-Canel aseguró que no habrá contemplaciones, llamó a los defensores de la revolución a reprimir a los manifestantes, a los que protestan contra el gobierno. ¿Qué revolución?, si Cuba está a la deriva. Peor que con los huracanes, la isla está capeando crisis por todos lados: sanitaria, económica y sin internet. La peor. Eso significa que el Estado vuelve a tener el control de toda la información y de lo que se informa. Con las redes sociales fuera caen las posibilidades de conocer la historia, no la oficial, la real. El cubano se las ingeniará y seguirá reportando lo que esté sucediendo así sea lo último que haga. Jamás ha habido espacio para la disidencia, pero esto no es político es por supervivencia.
No hay comida, no hay medicinas y tampoco libertad se oye en los videos, entonces ya será la hora de superar la erre de revolución. La revolución está divida entre los que la idealizan y los que la odian. Esta generación no conoce otra cosa. La que está en la calle protestando, la que uno ve cuando llega a La Habana, de la que uno se enamora a pesar de la escasez, de la racionalidad, de la libreta, de lo mucho de nada. Cuba también es arte y gracia. Lo que para ellos es lo cotidiano a uno lo maravilla, quizás estén cansados de tantos triunfos y medallas. Cuba es más que eso, hoy está aburrida, por no decir mareada.
Cuba ha estado esperando esto, quizá desde el día que Fidel murió. El Partido Comunista no está para una perestroika, al menos les costará entenderlo, pero ya vendrá. La reforma es lo que queda, Díaz-Canel no tiene pasta de Gorbachov, definitivamente con él no será. Cuántas bardas hoy estarán en remojo, si Cuba estornuda, ¿qué les pasará a los demás? Vayan revisando las guías de la revolución, ¿cuándo acabará este régimen de terror? Nadie lo sabe. Pero ya empezó. La apertura es lo próximo, el régimen también está entre la espada y el mar… Estados Unidos jamás levantará el embargo, Cuba le ha servido de propaganda a su política de opresión. El cubano siempre se preguntará, y sin bloqueo, ¿qué habría pasado…? ¿Será por eso que para averiguarlo su destino preferido sea “la yuma”? Hoy la isla está encendida, la pandemia llevó una razón más. La que faltaba. Es tiempo de revisar muchas cosas, casi todo está mal. Cuba no se ha hundido porque si algo saben los cubanos es remar. No hay otra opción, como diría Yoani Sánchez, en Cuba teníamos tanta hambre que nos comimos el miedo. 62 años después es hora de otro menú.