El liderazgo verde de Joe Biden

Joe Biden quiere que Estados Unidos lidere la transición energética con una inversión 174 mil millones de dólares para estimular la fabricación de los vehículos eléctricos y sus baterías en suelo estadounidense. Joe Biden, conduce el nuevo Ford F-150 Lightning eléctrico en el Centro de Desarrollo Ford Dearborn en Dearborn, Michigan. Archivo/Nicholas Kamm/AFP

Quizás si Donald Trump continuara siendo presidente se hubiera frenado el ritmo de crecimiento de los autos eléctricos. Él no creía en el cambio climático, retiró a su país del Acuerdo de París, un pacto global en favor del medio ambiente, y no era partidario de reducir las emisiones con el desarrollo de la movilidad eléctrica. Lo cierto es que ganó la Presidencia de Estados Unidos Joe Biden y gracias a su liderazgo estamos en otro escenario más verde.

El principal objetivo del Acuerdo de París, que agrupa a todos los países del mundo, es enfrentar la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2 ?C con respecto a los niveles preindustriales y proseguir con los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 ?C.  La contaminación ambiental del aire, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, fue causa de 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo por año, según la Organización Mundial de la Salud.

Inversión de $174 mil millones

El mandatario estadounidense acaba de anunciar un plan muy ambicioso para avanzar en esta materia.  No solo se trata de una nueva legislación o mejores condiciones para que la cantidad de autos eléctricos se multiplique, sino que va mucho más lejos. Los números son de gran magnitud: quiere que Estados Unidos lidere la transición energética con una inversión 174 mil millones de dólares para estimular la fabricación de los vehículos eléctricos y sus baterías en suelo estadounidense.

Biden busca que se apruebe un un proyecto de ley de infraestructura para la movilidad verde por 2 mil 300 millones y, lo que parece clave para que la estrategia sea un éxito, que incluye darle reembolsos a los consumidores por 100 mil millones de dólares por sus compras de autos eléctricos. Esta medida debiera ser considerada en Panamá. Más cantidad de automóviles de cero emisiones significa menos contaminación, menos secuelas en la salud humana y menos necesidad de servicios hospitalarios por enfermedades respiratorias.

El compromiso del mandatario norteamericano lleva el estímulo más allá de los vehículos particulares. Se les daría un total de 10 mil millones de dólares para los autos de trabajo pesado y mediano. Para atender toda la nueva flota vehicular se necesitan cargadores. La meta en Estados Unidos sería contar con 500 mil puntos de recarga para el 2030.

Desarrollo en casa

Un curioso protagonismo en la industria automotriz ha ganado Biden porque mientras criticó a General Motors por su plan de invertir $1,000 millones en una planta de autos eléctricos en México, aceptó ir al lanzamiento de la nueva camioneta Ford 150 Lightning del fabricante Ford Motor Company.

Su apuesta es que Estados Unidos asuma un liderazgo y que se produzca en casa los vehículos y las baterías, para salvar los empleos de personal especializado y se haga un contrapeso al avance de China y otros gigantes japoneses y europeos.

La conclusión para el veterano presidente es clara: el futuro son los autos eléctricos y no hay espacio para una vuelta atrás. Quiere alcanzar tres objetivos: salvar el planeta, reactivar la economía y crear millones de empleos con buenos salarios.

Otros grupos automotrices están motivados a invertir en Estados Unidos bajo las nuevas condiciones. Por ejemplo, Hyundai Motor Group espera invertir antes de 2025 unos 7 mil 400 millones de dólares para mejorar las instalaciones y ensamblar autos eléctricos en ese país.

Esta semana el fabricante chino BYD hizo un hito significado al sacar de la línea de producción su auto eléctrico número un millón. Pocos fabricantes del sector han llegado a esa cifra en este tipo de tecnología verde que comenzó en el 2004 con su primer auto concepto, el BDY ET.

El mercado de vehículos eléctricos de baterías está en plena expansión global y el medio estadounidense “La Opinión” calcula que de aquí a tres años se lanzarán 100 modelos nuevos eléctricos.

Desempleo y baja fidelidad

Se han escuchado, sin embargo, voces críticas, estudios negativos y temores sobre el posible desempleo que la industria verde puede generar. Se calcula que la participación humana es mínima en la fabricación de autos eléctricos. No se necesitan motores ni transmisiones. Se calcula que un motor de combustión interna tiene entre dos mil y tres mil piezas metálicas, mientras que un motor eléctrico solo 250 piezas. En Alemania se espera una reducción del mercado laboral de unos 100 mil empleos para el 2030.

La Universidad de California, por otro lado, encontró que uno de cada cinco personas que compran autos eléctricos no son fieles con la movilidad verde y vuelven a comprar un modelo con motor a combustión y la razón es el tiempo que toma la recarga.

El 20% de las personas que compran por primera vez un auto eléctrico, a la hora de renovarlo eligen volver a la tecnología de motores a combustión interna (gasolina o diésel), según la encuesta realizada a todos los consumidores de autos eléctricos de los años 2012 y 2018.

Un ejemplo mencionado en el estudio de las demoras que ocasiona la recarga eléctrica se observa en la gama del Ford Mustang. El V8 llena su tanque en aproximadamente tres minutos y consigue así 300 millas de autonomía. El Mach-E eléctrico, en cambio, en una hora enchufado a una toma doméstica gana apenas tres millas de alcance.

La revolución verde representa retos para el mercado laboral y para brindar suministro de energía en estaciones de carga públicas y domésticas. Estamos asistiendo al comienzo de una nueva era, que por definición es desafiante y compleja.

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