Estamos en los últimos días del tiempo de Adviento. El Adviento es el tiempo litúrgico en el que los cristianos se preparan para celebrar la Navidad.
Es el periodo que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad. El tiempo de Adviento da comienzo, cada año, el domingo más próximo al día de san Andrés (la noche del 29 de noviembre al 30 de noviembre). Es una festividad móvil, el primer domingo de Adviento tiene lugar en el domingo siguiente al de la solemnidad de Cristo Rey, último domingo del año litúrgico anterior. La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925.
Entonces, la duración del Adviento varía entre veintidós y veintiocho días, se extiende durante los días que enmarcan los cuatro domingos entre San Andrés y el 25 de diciembre, domingos que, obviamente están cada año acompañados por un número variable de días de semana. El primer domingo de Adviento se ubica entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, el segundo domingo de Adviento oscila entre el 4 de diciembre y el 10 de diciembre, el tercer domingo de Adviento, tiene nombre propio, también se le llama Gaudete y oscila entre el 11 de diciembre y el 17 de diciembre. En latín Gaudete quiere decir «regocijaos», «alégrense», «estad alegres». Se define así a este día por ser “Gaudete” la primera palabra que se menciona en el introito de la celebración litúrgica de ese día. El uso del término deriva de un pasaje de la Epístola a los filipenses 4,4, que constituye la segunda lectura dominical del ciclo de la liturgia católica: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”.
Con ese término, se busca animar al pueblo a continuar con la preparación para la Navidad. El color litúrgico correspondiente a este domingo es el rosado. Debemos hacer aquí un paralelismo simbólico con otro domingo del ciclo litúrgico, el Domingo Laetare, el cuarto domingo de Cuaresma, según el calendario litúrgico de la mayoría de las Iglesias de ritos occidentales (católica, anglicana veterocatólica y luterana). Laetare también hace referencia a la alegría, y es casi un sinónimo de la palabra de la que estamos hablando, ya que significa «alegraos». Representa el retiro por el cual pasó Jesucristo durante cuarenta días, un ciclo de cuatro veces diez días en el cual muere el hombre y aparece el Mesías, el Cordero listo para el sacrificio. El color correspondiente a este domingo también es el rosado, al igual que el del domingo Gaudete en Adviento. (De la misma forma, el color general del tiempo de Cuaresma es el morado, al igual que el del Adviento).
Por último, el cuarto domingo de Adviento oscila entre el 17 de diciembre, siendo la semana más larga posible y el 24 de diciembre siendo esta la más corta posible.
Esta es la duración del Adviento cristiano entre los católicos, porque para la Iglesia ortodoxa el Adviento es una festividad fija y se extiende por 40 días, desde el 28 de noviembre hasta el 6 de enero, que es la fecha en la que ellos celebran el Nacimiento del Señor.
El Adviento está dividido en dos partes: las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la Parusía, la segunda venida de Cristo, cuando ocurrirá el fin del mundo; mientras que las dos siguientes sirven para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre.
El Adviento es un tiempo de espera vigilante, de esperanza y de vigilia, de hacer un recuento de lo que ha pasado durante el año, de perdón y de alegría. Y de esperanza en el próximo Nacimiento del Dios.
Pero aunque ahora la Navidad sea una de las fechas más señaladas dentro del calendario cristiano, no es hasta finales del siglo IV cuando tenemos las primeras pruebas de que se celebrara entre los cristianos el Nacimiento de Jesús.
Antes de que el cristianismo fuera reconocido como la religión del imperio en Roma se celebraba el solsticio de invierno el 21 de diciembre, este día marca el momento en el que “el sol vence a las tinieblas» y empiezan a alargarse los días. Los romanos celebraban entonces las Saturnales, entre el 17 y el 23 de diciembre. Eran fiestas de burla, de comilonas, de jolgorio y de alegría.
El nacimiento de Cristo comenzó a celebrarse el 25 de diciembre de cada año ocupando el lugar de las Saturnales y el Dies Natalis Solis Invicti, el festival del nacimiento del Sol Invicto en honor al dios Mitra. Muchos siglos después, la iglesia católica intentaría aglutinar las creencias paganas bajo una única percepción del mito del nacimiento de la luz para reconvertirlo y apuntalar la nueva fe en la figura de Cristo resucitado.
El 25 de diciembre se convertiría así bajo el auspicio del monoteísmo cristiano, en la celebración del Nacimiento de Jesús, lo que sacralizó y depuró los viejos ritos y los transformó en ofrendas religiosas simbólicas.
A pesar de eso, las antiguas creencias sobre la oscuridad y la luz continuaron persistiendo en medio de la insistencia de la iglesia cristiana por transformar los ritos paganos en derivados de la percepción bíblica sobre la bondad y la maldad. Sin embargo, en buena parte de Europa continuaron celebrándose en secreto los ritos de cosecha y purificación.
Como ya dijimos al principio, ninguno de los evangelios nos da una fecha exacta del nacimiento de Jesús y fue el Papa Julio I quien decidió instituir la fecha del 25 de diciembre en un momento tan tardío como el siglo IV, por lo que podemos decir que él fue el que inventó la Navidad. No obstante en países como Rusia, Georgia, Armenia, Bielorrusia, Serbia, Egipto, Etiopía o Kazajistán, el 6 de enero es Nochebuena y el 7 Navidad. debido a un desajuste entre los calendarios juliano y gregoriano. Pero de esto hablaremos en otra entrega de La Historia Habla.
También la celebración de la Navidad ha ido cambiando mucho a lo largo de los años y es muy diferente en cada zona, en la siguiente entrega de la Historia de la Navidad haremos un recorrido por los distintos usos y costumbres a lo largo del tiempo.