Internet es femenino

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Augusta Ada King, condesa de Lovelace nació el 10 de diciembre de 1815 en Londres. La única hija legítima del poeta Lord Byron. Apenas cinco meses después de su nacimiento Byron se fue de Inglaterra para no regresar nunca más. Murió cuando Ada tenía ocho años, peleando en la guerra de independencia de Grecia.

Augusta Ada, educada siguiendo las órdenes de su madre, aprendió matemáticas bajo la tutela de la matemática y científica escocesa Mary Somerville. Y siendo muy joven mantuvo una colaboración de trabajo con Charles Babbage que a la sazón estaba trabajando en una ‘máquina analítica’.

En sus Notas se encuentra el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina, por lo que se la considera como la primera programadora de ordenadores. Aunque muchos afirman que ya Babbage en 1836 y 1837 había escrito los primeros programas para el motor de la máquina, en realidad fue Ada quien desarrolló una visión de la capacidad de las computadoras para ir más allá del mero cálculo o el cálculo de números distinguiendo con claridad los datos del procesamiento de los mismos.

Ella, como una seguidora de la «ciencia poética» se hizo la pregunta acerca de cómo sería la relación entre los individuos, la sociedad y la tecnología que en el siglo XIX estaba empezando a desplegar toda sus potencialidades. Relacionando la máquina analítica con cosas tan dispares como la música y el tejido. En el primer caso ya que, como Pitágoras conocía la armonía numérica: «Supongamos, por ejemplo, que las relaciones fundamentales entre los sonidos, en el arte de la armonía, fueran susceptibles de tales expresiones y adaptaciones: la máquina podría componer piezas musicales todo lo largas y complejas que se quisiera». Y en el caso del tejido porque Ada tenía una idea clara: la máquina analítica y el telar de Jacquard hacen lo mismo. Joseph Marie Jacquard inventó en 1801 un telar mecánico que utilizaba tarjetas perforadas para conseguir tejer patrones en la tela. Ada, en sus Notas dice: «Puede decirse que la primera teje dibujos algebraicos, del mismo modo que el telar de Jacquard teje flores y hojas».

El siglo XX fue testigo de una de las mayores revoluciones de la sociedad moderna, por primera vez se fingió un orgasmo en una pantalla de cine. Lo hizo la actriz Hedy Lamarr en la película Éxtasis, en 1933, una de las primeras películas que hablaba de la infidelidad femenina y desde luego fue condenada por las Ligas de la Decencia y hasta por el papa Pío XI.

Además de buena actriz y de tener una vida de cine, con escape de un marido controlador disfrazada de su asistenta incluido. Hedwig Eva María Kiesler destacó como superdotada y empezó a estudiar ingeniería con 16 años, aunque lo dejó para hacerse camino en el cine.

En 1933 fue la que inventó, junto con George Antheil la primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia. Su Sistema de comunicación secreta era un prototipo del salto en frecuencia, una forma de modular las señales de frecuencia en el espectro expandido. Pero no fue hasta 1957 que Sylvania Electronics logró pasar del sistema mecánico a uno electrónico y se usó la patente y el invento en el que Lamarr había participado en conflictos como la crisis de los misiles de Cuba, en la guerra de Vietnam y en el sistema estadounidense de defensa por satélite (Milstar).

Durante la Guerra Fría la rivalidad se focalizó en estos tres objetivos: la carrera espacial, el armamento nuclear e Internet.

Internet, en este contexto no se veía más que como una forma de asegurar las comunicaciones del Estado entre el ejército y el gobierno en caso de un ataque nuclear.

En 1958 la compañía Bell consiguió transmitir a través de un módem datos en código binario (una serie de ceros y unos) a través de un cable de telefonía de cobre. Ese mismo año el Gobierno estadounidense comienza a interesarse por las redes de ordenadores, y el Departamento de Defensa de Norteamérica logró financiación para tener una nueva división. ARPA, (Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada), esta división recibió en 1968 órdenes del Pentágono para crear una red que enlazaría varios nodos en forma de red, la ARPAnet, que ya había sido expuesta al público en un simposio abierto el año anterior.

La empresa BBN (Bolt, Beranek and Newman) recibió el encargo de desarrollar un sistema de intercomunicación militar. A esta empresa entró a trabajar en 1967 Raymond Samuel «Ray» Tomlinson. Allí se desarrolló un programa llamado SNDMSG que permitía enviar mensajes entre las distintas terminales de una misma computadora.

El primer envío de información a través de ARPAnet se realizó el 29 de octubre de 1969. Dos ordenadores se enviaron un «LO». Esta es la fecha aceptada por los historiadores para marcar el nacimiento de Internet.

No nos creamos que los únicos que sufren fallas en internet somos nosotros en medio de la pandemia. Ese primer mensaje internáutico era LOGON, pero la red falló en mitad del proceso.

Ya para diciembre de 1969 se habían conectado la Universidad de California en Los Ángeles, su sede en Santa Bárbara, la Universidad de Utah y la de Stanford. A comienzos de los años 70 del siglo pasado los usuarios de informática la utilizaban mediante «terminales tontas», es decir, la pantalla y el teclado no tenían capacidad de procesamiento ni almacenamiento por sí mismos y debían estar conectados a un servidor.

En septiembre de 1971, cuando la compañía BBN ya estaba conectada a ARPANET, Tomlinson adaptó el programa SNDMSG para poder enviar mensajes entre diferentes usuarios siempre que todos ellos estuvieran conectados a una red mayor, pero cifrados de manera que solo pudieran ser vistos por el destinatario de los mismos, y por nadie más dentro de la red. Había aparecido el correo electrónico o e-mail.

Y, ya que esta entrega de La Historia habla empezó en femenino, es justo que termine también en femenino, aquí, con el primer e-mail aparece también la arroba: @.

 

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