Ya en la última entrega de La Historia Habla vimos cómo el arsenal humano comenzó en la época prehistórica con garrotes de madera o de hueso, piedras usadas como armas, ya fuera que les hubieran sacado filo o que simplemente se usasen como proyectil o maza, lanzas de madera con puntas aguzadas al fuego, propulsores para lanzar piedras o jabalinas y hondas. Como aquella con la que David mató a Goliat, o como las que usaban, ya en tiempos de la conquista romana de Hispania, los célebres honderos baleares.
Aunque la honda puede parecer un arma poco precisa y humilde lo cierto es que, bien utilizada, puede ser temible. Los honderos de las isla baleares son conocidos en fuentes clásicas desde finales del siglo V y IV a.C. y participaron en las guerras púnicas como mercenarios. También acompañaron a Julio César en la conquista de las Galias, como parte de las tropas de élite junto con los jinetes númidas y los arqueros cretenses.
Estrabón, Floro, Tito Livio, Polibio, Virgilio y Ovidio los mencionan. Y Diodoro de Sicilia dice de ellos que: “(…)En la práctica de lanzar grandes piedras con la honda aventajan a todos los otros hombres”. Casi desnudos, con la única defensa de un venablo de madera con la punta afilada y un escudo de piel de cabra, llevaban tres hondas de distinta longitud para alcanzar objetivos a diferente distancia. Las que no usaban se las ataban alrededor de la cabeza y de la cintura. Las hondas baleares estaban hechas con fibra vegetal y crines o nervios animales.
La maza, el martillo, como el que usa el dios Thor, las macanas utilizadas por los pueblos mesoamericanos, o las bolas metálicas con púas que vemos en muchas películas y videojuegos, evolucionaron a partir de los garrotes paleolíticos y se siguieron utilizando durante muchos milenios más.
Pero todas estas armas, los garrotes, las lanzas de punta de madera afilada, las flechas con puntas de pedernal, los proyectiles lanzados con la honda, iban a sufrir un cambio radical cuando la carrera armamentística diera un paso adelante.
Se denomina Edad del Bronce o Calcolítico al periodo comprendido, según diferentes zonas, entre el 1700 y el 800 a. C. Es en este momento cuando se descubre la forma de alear cobre con estaño, convirtiendo la mezcla en bronce. Un metal mucho más duro que el cobre. Aunque el término de Edad del Bronce – que fue acuñado, (junto con los de Edad de Piedra y Edad de Hierro), en 1820 por Christian Jürgensen Thomsen – solo tiene valor cronológico en el Próximo Oriente y en Europa, ya que los diferentes pueblos llegaron a la metalurgia en distintos momentos y a través de diferentes procesos; por ejemplo, en el África subsahariana se desarrolló la metalurgia del hierro directamente desde la manufactura paleolítica.
En Europa la Edad del Hierro empezó alrededor del año 1.200 a. C. y cambió la historia universal, espadas, puntas de flecha y de bodoques, armaduras… Pero nada se compara con el estallido de la pólvora. Muchos historiadores han afirmado que la historia del hombre es la historia de las guerras entre los hombres, una gran cantidad de los descubrimientos en el campo armamentístico han sido usados después en el desarrollo de la vida civil y viceversa, todo aquello susceptible de ser usado como arma ha sido usado como tal. Y esto es lo que pasó con la pólvora.
No es hasta mediados del siglo XVI cuando encontramos los primeros textos sobre la pólvora. En muchos de ellos se consideraba que había sido inventada gracias a las artes diabólicas de la hechicería. Lo más verosímil es que el invento de la pólvora haya sido el fruto de estudios y experiencias realizadas con las mezclas incendiarias que se usaron a partir del siglo VII, de entre las que la más extendida fue el fuego griego.
Aunque hay textos que asocian el uso de la pólvora con batallas donde, con toda seguridad, la pólvora no fue utilizada, por ejemplo, el capitán Diego de Álava en 1590 afirmaba que Arquímedes la empleó para defender Siracusa durante el asedio romano a la ciudad, en 214–212 a. C., lo cierto es que Arquímedes desarrolló diversas armas defensivas para destruir las naves romanas, entre ellas el famoso fuego griego del que estamos hablando, pero no tenía nada que ver con la pólvora.
Aunque en las películas pseudohistóricas lo hayan presentado de otros modos, el fuego griego usado por los defensores de Siracusa consistía en el uso de grandes espejos ustorios, que eran reflectores muy potentes que concentraban la luz y el calor del sol y que prendían desde lejos la madera y las velas de los barcos romanos, pero no empleaban la pólvora.
Como curiosidad acerca de la batalla de Siracusa añadiremos que, durante meses los romanos fueron incapaces de vencer la resistencia de la ciudad, no fue hasta el 212 a.C. que, mientras los siracusanos celebraban su festival más sagrado del año en honor a Artemisa Ortigia, los romanos lograron cruzar las murallas exteriores y entrar en la ciudad, en este ataque murió Arquímedes junto a muchos otros defensores. Aún así, Roma tardó aún otros ocho meses en lograr ingresar a la ciudadela interior y solo lo lograron gracias a la traición de uno de los siracusanos.
Más tarde también se llamó fuego griego a una mezcla usada por la marina armada bizantina durante los siglos en los que dominó el Mediterráneo, desde el VI d.C. hasta el XIV d.C. El arma era una especie de sifón que lanzaba un chorro de fluido ardiente y podía emplearse en batallas terrestres, pero era sumamente eficaz en las batallas navales, ya que continuaba ardiendo incluso después de haber caído al agua. Sin contar con el valor de arma psicológica que tenía entre los enemigos, porque un fuego que no se apagaba con el agua debía ser, sin lugar a duda, cosa de magia negra.
Cuenta la leyenda que Calínico, un cristiano sirio, recibió el secreto del fuego griego de los alquimistas de Alejandría pero la composición exacta del fuego friego se ha perdido ya que su fórmula era un secreto de Estado. Hoy solo podemos elucubrar acerca de los componentes más probables: azufre, salitre, cal viva y petróleo crudo.
Pero aún no llegamos a la pólvora…
(Continuará en la siguiente entrega de La Historia Habla)