La edad de la población de África, es uno de los factores que ha salvado a ese continente de la catástrofe sanitaria profetizada por los expertos dentro y fuera de esa región.
La pirámide demográfica africana es un elemento que puede haber ayudado a que el saldo mortal en la región no sea mayor. África es el continente con la población más joven del mundo.
Después de todo, la edad promedio en el continente es de 19.7 años, aproximadamente la mitad que la de Europa de alrededor de 40 años. Muchos menos africanos viven hasta los 80 años, por lo que es menos probable que mueran tras contraer el virus, es una de las conclusiones del reportaje de la cadena británica BBC que analizó el tema iniciando la semana.
«La edad es el factor de riesgo más alto. La población joven de África protege al continente», dijo Tim Bromfield, director regional del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, a BCC.
También han jugado su papel las acciones tempranas y estrictas de confinamiento en la mayoría de países de ese continente y los mensajes claros sobre la importancia del uso de mascarillas, normas de higiene y el suministro de respiradores.
África es el segundo continente más poblado del mundo con sus 1,200 millones de habitantes en 54 naciones. Ha registrado hasta el momento 1.1 millones de contagios y 32,000 fallecidos. En forma comparativa, los 33 países de América Latina y el Caribe, con una población de 650 millones de habitantes, contabilizan ocho millones de infectados y 300,000 fallecidos.
Coronavirus todavía puede atacar
Algunos expertos advierten que un continente vasto y tan mal conectado como África podría estar esperando su momento y que el virus podría atacar con fuerza en los próximos meses.
Otros consideran ventajoso que África sea el continente menos globalizado. Ese es otro factor para explicar que su resistencia a la pandemia se debe a la baja movilidad existente entre los países del continente y el resto del mundo.
«No me atrevería a decir que África ha superado su peor momento. No estoy seguro de si algún día la epidemia se propagará y se saldrá de control», advirtió Salim Abdool Karim, presidente del comité asesor ministerial sobre el covid-19 en Sudáfrica.
A principios de la pandemia, los expertos coincidieron en que África estaba en problemas. «Pensé que nos dirigíamos hacia un desastre, un colapso total», explicó el virólogo sudafricano Shabir Madhi.
El «desastre inminente» vaticinó John Nkengasong, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África. Aún no ha ocurrido.
El director de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Stephen Karingi, le dijo al diario británico The Guardian que se debe reconocer que las autoridades africanas han estado «haciendo mucho» para contener el brote.
«Las proyecciones eran que ahora estaríamos en una situación de guerra, pero debido a las medidas tomadas por los gobiernos y las comunidades, las tasas de transmisión son más bajas de lo que hemos visto en otros lugares», añadió Karingi.
Pobreza como defensa
Durante meses, los expertos en salud han estado advirtiendo sobre la probabilidad de que las condiciones de vida en las comunidades urbanas pobres de África contribuyan a una rápida propagación del coronavirus.
«La densidad de población es un factor clave. Si no se tiene la capacidad de poner en práctica el distanciamiento social, el virus se va a propagar», han insistido las autoridades.
Aunque la pandemia de coronavirus es la crisis sanitaria más grave en 100 años, está lejos de ser la primera. Especialmente en África, un continente que ha enfrentado fuertes epidemias de malaria, tuberculosis, cólera, VIH y ébola.
Todas esas enfermedades han cobrado vidas, pero también han obligado a la comunidad científica y médica africana a innovar.
Según BBC, en los últimos días, los científicos de la Unidad de Análisis de Vacunas y Enfermedades Infecciosas del Hospital Baragwanath, en las afueras de Johannesburgo, se han estado preguntando si el factor que se les ha escapado -y que podría ser la respuesta a lo que ven como un misterio- podría estar dentro de un congelador en un laboratorio en las afueras de la ciudad.
Ensayos de inmunidad
Ese congelador, cuya temperatura se mantiene a menos 180 grados centígrados con ayuda del nitrógeno líquido, contiene recipientes de metal que almacenan muestras de sangre humana obtenida hace cinco años.
Son extractos de células sanguíneas -conocidas como células mononucleares de sangre periférica (PBMC)- adquiridas durante un ensayo anterior a la vacuna contra la influenza en Soweto, al suroeste de Johannesburgo.
La idea es que estudiar las PBMC podría darles a los científicos evidencia de que esas personas ya habían contraído un gran número de otros coronavirus responsables de muchos resfriados comunes y como resultado disfrutarían de algún grado de inmunidad al covid-19, concluyó BBC.
«Es una hipótesis. Algún nivel de inmunidad de protección cruzada preexistente podría explicar por qué la epidemia no se propagó (con la misma velocidad que en otras partes del mundo)», dijo el profesor Madhi. Una serie de datos recogidos por científicos en Estados Unidos apoyan esa la hipótesis.
Los científicos sudafricanos se preguntaron si debido a que esos virus se propagan de manera más efectiva en vecindarios superpoblados, las comunidades más pobres podrían haber estado más expuestas y, por lo tanto, disfrutar de un mayor grado de inmunidad al nuevo coronavirus.
«La protección podría ser mucho más intensa en áreas densamente pobladas, en entornos africanos. Esto podría explicar por qué la mayoría en ese continente ha tenido infecciones leves o asintomáticas», reconoció Madhi, saboreando la posibilidad de que la pobreza arraigada en África pueda finalmente aportarle un beneficio al continente.
Por el momento, las muestras recogidas sufrieron alteraciones debido a bruscos cambios de temperatura por los prolongados cortes eléctricos. Habrá que recoger otras dentro de los rigurosos estándares requeridos para un experimento tan importante y delicado.