Breve historia de la medicina II

 

“El progreso de la medicina nos depara el fin de aquella época liberal

en la que el hombre aún podía morirse de lo que quería”. (Stanislaw Jerzy Lec)

 

Durante la dinastía Han occidental (s. II a.C. – II d.C.) se recopiló el Shennon Bencao Jing, el “Clásico de la materia médica del labrador divino”. Este es el tratado más antiguo de farmacopea china y recoge trescientos sesenta y cinco remedios vegetales, animales y minerales. Otro de los libros de referencia en la medicina antigua china es el recopilado A fines del siglo XVI por Li Shi Zhen, un tratado de farmacopea con referencias a mil ochocientos noventa y dos drogas, de las cuales más de trescientas eran descritas por primera vez, y con decenas de miles de recetas para componer diferentes remedios.

La medicina china tradicional se basa en el concepto de chi, la ‘energía vital’, que recorre el cuerpo de la persona. El chi regula el equilibrio espiritual, emocional, mental y físico y es afectado por el yin y el yang, que son, respectivamente energía positiva y negativa. Según la medicina china tradicional, la enfermedad ocurre cuando se altera el flujo del chi y se produce un desequilibrio del yin y el yang.

En la India encontramos el Charaka Samhita uno de los principales libros ayurvédicos. En él se afirma que: “Un médico que falla en entrar en el cuerpo de un paciente con la lámpara del conocimiento y el entendimiento, nunca podrá tratar enfermedades. Deberá primero estudiar todos los factores, incluyendo el entorno, que influencian la enfermedad, y luego prescribir tratamiento. Es más importante prevenir una enfermedad que buscar su cura”.

Tiene ciento veinte capítulos y ocho secciones, a saber, principios generales, enfermedades, síntomas, anatomía, los diez sentidos, medicamentos y terapéutica, herbología y curación. Además de dar directrices de ética médica. También es fundamental buscar el equilibrio entre los distintos componentes en el cuerpo humano, la tierra o lo sólido, el agua o lo líquido, el aire o lo gaseoso, el fuego o lo que puede cambiar las sustancias y el éter.

En la América precolombina el conocimiento de tratamientos y herbolaria es amplio y muy diferente dependiendo de la zona geográfica en la que nos concentremos, para tener una referencia del nivel de sofisticación alcanzado, en Perú se han encontrado restos humanos con muestras de haberles sido realizadas hasta cuatro diferentes trepanaciones. La farmacopea vegetal que se utilizaba en el continente americano es vastísima, y aún se están estudiando muchos compuestos vegetales y muchas plantas que aún no habían sido registradas. Sin ir más lejos, podemos destacar que de América llegaron a la farmacopea la coca y la quina.

A fines de la Edad Media comienzan a surgir las figuras de los primeros alquimistas. La alquimia es un paso que nos acerca a la moderna química. Ya empiezan a surgir entonces muchos tratados de herbolaria y listados de hierbas medicinales. Surgen las boticas y comienzan a usarse los jarabes, el alcohol, y muchas drogas nuevas. Los árabes y los judíos eran los expertos en el arte de curar en la Europa de aquellos tiempos (época que podemos ver reflejada de forma magistral en la novela ‘El médico’ de Noah Gordon). Pero los monjes cristianos comienzan a plantar jardines botánicos en sus conventos y en el siglo XII,  se escriben dos textos fundamentales de farmacología: el Antidotarium de Nicolaus Praepostius y el Macer Floridus, un extenso poema sobre las virtudes de las hierbas.

En esta época nace el que hoy es considerado padre de la toxicología, Paracelso, autor de la cita del inicio de esta publicación, precisamente por esa frase: dosis sola facit venenum, “la dosis hace el veneno”.

En el Renacimiento resurge la cirugía y se desata el estudio de la anatomía humana. Pero la mayor parte de los remedios aún se basaban en la teoría de los humores griegos, y en la sangrías como remedio principal para todo.

Tenemos que esperar hasta el siglo XIX para encontrarnos con una medicina y una farmacia bien diferenciadas aunque trabajando a la par.  Y a partir de ese momento los avances en medicina crecen exponencialmente. Uno de los pioneros es Claude Bernard con su libro «Introducción al estudio de la medicina experimental» (1865) que marcó la línea de la medicina moderna y Louis Pasteur que es considerado el padre de la microbiología moderna abriendo el mundo de los microorganismos y las vacunas. Después de ellos vendrían Morton, Lister, Hoffman, Banting, Fleming y muchos otros, gracias a los cuales hoy tenemos la posibilidad de tratar y curar enfermedades que hasta hace apenas unos años provocaban la muerte sin remisión.

Aún así no se había logrado alcanzar el dominio completo de los medicamentos para poder resolver todas las enfermedades, aunque los médicos no perdían tiempo en la carrera contra el dolor y la muerte y buscaban opciones de muchos tipos para poder vencerlos. Un ejemplo de esta búsqueda de remedios la podemos encontrar en la piroterapia. Durante los primeros años del siglo XIX la sífilis era una plaga terrible, y el tratamiento solía basarse en la ingestión de metales pesados y venenosos, como el mercurio y el bismuto.

Entonces surge la piroterapia, una terapia inventada por Wagner von Jauregg , que tiene sus antecedentes en algunas teorías del griego Galeno, y que es simplemente la inducción de fiebre en los pacientes como modo de tratamiento. En el caso del Wagner los pacientes tratados eran sifilíticos en los últimos estadios de la enfermedad, con demencia sifilítica,  a los que se les indujo el paludismo para provocar fiebres tercianas o cuartanas y así luchar contra la bacteria. Wagner se ganó, en 1927, el primer Premio Nobel de Medicina y Fisiología por este tratamiento.

La revolución del medicamento pertenece indudablemente al siglo XX, los antiinfecciosos, los psicofármacos, las vitaminas, las hormonas, los agonistas y antagonistas del sistema neurovegetativo, los bloqueadores e inductores enzimáticos, los antimitóticos, los antiinflamatorios, los antihistamínicos. Los antibióticos, aspirinas, corticoides, antiácidos y demás.

Los medicamentos son tan importantes para la sociedad en la que vivimos que llevamos meses con el mundo paralizado a la espera de ver qué laboratorio es capaz de sacar antes una nueva vacuna o una medicina que pueda luchar contra el virus que nos asedia.

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