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Etiqueta: Desigualdad

Desigualdad y pobreza en América Latina  

La lucha contra la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe sigue siendo una tarea titánica

América Latina y el Caribe (ALC) enfrentan una lucha desigual contra la pobreza y la desigualdad, dos problemáticas históricas que se han agravado con la llegada de la pandemia de COVID-19. Aunque las tasas de pobreza han mejorado ligeramente en algunos países, persisten disparidades significativas en toda la región.

Las tendencias de pobreza en ALC son complejas y variadas. Si bien la tasa de pobreza más baja de la región se alcanzó en 2022, con un 26% de la población viviendo con menos de 6.85 dólares diarios, esta cifra esconde realidades divergentes. Países como Brasil y México han logrado avances significativos en la reducción de la pobreza entre 2019 y 2022, impulsados por el crecimiento económico y programas de transferencias públicas. Sin embargo, otras naciones aún no han recuperado los niveles previos a la pandemia, lo que indica que los esfuerzos deben intensificarse.

Por otra parte, el perfil de los pobres también ha cambiado. Durante la pandemia, los grupos tradicionalmente vulnerables, como aquellos con menos educación y empleos informales, fueron menos representados gracias al aumento de ayudas gubernamentales. En cambio, personas con mayor nivel educativo y trabajos formales pasaron a integrar una mayor parte de la población en situación de pobreza, lo que señala un cambio estructural importante en la economía regional​.

El desafío constante de la desigualdad

América Latina y el Caribe continúan siendo una de las regiones más desiguales del mundo. En 2022, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos, se mantuvo en 50, una cifra alarmante que muestra un estancamiento desde 2019. Aunque algunas naciones del Cono Sur tienen niveles de desigualdad más bajos en comparación con el resto de la región, siguen presentando una brecha considerable frente a otras economías globales.

Brasil es uno de los países que más contribuyen a este alto nivel de desigualdad, acompañado por varias naciones de Centroamérica y la región andina. No obstante, al excluir a Brasil del análisis, los datos muestran que la desigualdad en la región aumentó en 2020 y apenas disminuyó en 2022, lo que pone en evidencia la necesidad de reformas políticas profundas​.

Proyecciones futuras y políticas necesarias

Las proyecciones para 2024 no son optimistas. Si no se implementan cambios políticos serios a nivel regional, la pobreza y la desigualdad continuarán siendo inaceptablemente altas. Las políticas que han demostrado éxito en la creación de empleo y la mejora de las condiciones laborales, como en El Salvador y México, deben expandirse a otros países. Estas naciones experimentaron un crecimiento significativo en los ingresos laborales después de la pandemia, lo que se tradujo en disminuciones de las tasas de pobreza.

El fortalecimiento de los programas de transferencias públicas, como el programa Bolsa Familia en Brasil, también ha sido clave para la reducción de la pobreza. Sin embargo, para abordar el problema de la desigualdad, es fundamental promover un crecimiento económico inclusivo, mejorar el acceso a la educación y garantizar que los beneficios sociales lleguen a los sectores más vulnerables de la población.

La lucha contra la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe sigue siendo una tarea titánica. Aunque algunos países han logrado avances, la realidad es que gran parte de la región aún enfrenta niveles inaceptablemente altos de disparidad social y económica. Los gobiernos deben actuar de manera decisiva, implementando políticas basadas en evidencia que promuevan un crecimiento inclusivo y que logren reducir tanto la pobreza como la desigualdad en las próximas décadas.

El fantasma que acecha

Desde tiempos inmemoriales, la democracia ha sido esa esperanza dorada que promete dar voz al pueblo. Pero si echamos un vistazo al panorama actual de Latinoamérica, y especialmente a cómo las cosas se han estado desarrollando en Panamá, pareciera que esa esperanza está en juego. ¿Qué pasa cuando la democracia ya no parece ser tan brillante? ¿Cuándo, en vez de sentirnos representados, sentimos que se nos va la voz en el griterío político?

Si nos ponemos a contar, en la última década, varios países latinoamericanos han experimentado movimientos que muestran un desencanto hacia la democracia. Esta desilusión no es cosa de juegos. Mucha gente siente que aquellos a quienes confiaron su voto en las urnas, ya no los representan y que la corrupción y la desigualdad son la orden del día.

En Panamá, cuya historia democrática ha tenido sus altibajos, se comienza a escuchar el susurro de ese desencanto. Las manifestaciones de 2022, en donde miles clamaron por una justicia más transparente y contra la corrupción rampante, son un claro testimonio de esto. Y ahí es donde el fantasma autoritario asoma. Con el descontento brota la tentación de buscar soluciones rápidas, líderes «fuertes» que prometen poner orden a cualquier precio.

Por supuesto, no es de extrañar que, ante la frustración y la decepción, muchos busquen un cambio. Pero la historia nos ha enseñado que, cuando se cede poder en aras de la estabilidad, a menudo se paga un precio muy alto. Un gobierno autoritario puede traer estabilidad a corto plazo, y alguna serie de cambios que provoquen el aplauso popular, pero a la larga, los derechos y libertades del pueblo suelen ser los primeros en ser sacrificados.

Latinoamérica, y Panamá en particular, se encuentran en una encrucijada. Es esencial que reflexionemos sobre la dirección que deseamos tomar. No se trata de quedarse de brazos cruzados, sino de luchar por una democracia más robusta y representativa, en lugar de ceder ante la seducción del autoritarismo. Después de todo, como ciudadanos, tenemos no solo el derecho, sino también la responsabilidad de construir un futuro mejor.

El Metaverso: un futuro prometedor, pero con desafíos

El metaverso es uno de los conceptos tecnológicos más comentados en los últimos años. Se trata de entornos virtuales inmersivos donde los usuarios pueden interactuar a través de avatares y realizar todo tipo de actividades: desde juegos y entretenimiento, hasta trabajo, educación, compras y reuniones sociales.

Grandes compañías como Meta (Facebook), Microsoft, Google y Apple están invirtiendo miles de millones en el desarrollo de esta nueva iteración de Internet. Y aunque su adopción masiva puede tardar varios años, el potencial parece enorme. Pero más allá del potencial económico, surge una pregunta clave: ¿cómo impactará el metaverso a la sociedad? ¿Mejorará nuestra calidad de vida o tendrá efectos negativos? Es complejo predecirlo, pero un reciente informe del Foro Económico Mundial analizó este tema en profundidad.

Acceso y adopción: la distribución desigual, un riesgo latente

Uno de los mayores desafíos que enfrenta el metaverso es garantizar un acceso equitativo para todos. La brecha digital, tanto en conectividad como en alfabetización tecnológica, podría excluir a una gran parte de la población de este nuevo mundo virtual. De acuerdo al informe, cerca de mil millones de personas carecen de identidad legal en el mundo, lo que complicaría su ingreso al metaverso. Además, la necesidad de dispositivos específicos como lentes de realidad virtual o aumentada podría restringir su uso solo a quienes tengan los recursos para adquirirlos.

Si no se toman medidas para promover la inclusión digital, el metaverso corre el riesgo de ampliar las desigualdades socioeconómicas existentes. Pero también representa una oportunidad para acercar estos avances tecnológicos a comunidades históricamente marginadas.

Efectos en la salud mental y física: la inmersión total tiene sus riesgos

Las capacidades inmersivas del metaverso generan gran optimismo sobre sus aplicaciones para la salud, como terapias psicológicas o capacitación médica. Pero también existen riesgos que no se pueden obviar. La investigación muestra resultados mixtos sobre cómo la realidad virtual afecta funciones cognitivas como atención, memoria y aprendizaje. Mientras que un uso moderado podría traer beneficios, la inmersión prolongada tendría consecuencias negativas, especialmente en niños y adolescentes.

Otro punto que inquieta a los expertos es el potencial adictivo del metaverso, un fenómeno ya observado con los videojuegos. La sensación de presencia y el sentimiento de recompensa constante podrían generar dependencia en algunos usuarios.

A nivel físico, también existen dudas sobre cómo afectarán los visores de realidad virtual la visión, el equilibrio y la postura corporal con un uso prolongado. Y en el plano psicológico, la distorsión entre la apariencia real y el avatar podría desencadenar problemas de autoestima y disociación de la identidad.

La ilusión de un mundo sin prejuicios

Uno de los grandes atractivos del metaverso es la posibilidad de que los usuarios diseñen avatares y se presenten de forma anónima o diferente a su apariencia e identidad real. Esto abriría la puerta para reducir sesgos, discriminación y encontrar mayor libertad de expresión. Pero también existe el riesgo de que repliquemos en el mundo virtual los mismos prejuicios y estereotipos que perpetúan la desigualdad en el mundo real. Un ejemplo son los avatares femeninos hipersexualizados, diseñados en su mayoría por hombres, que refuerzan la cosificación de la mujer.

Promover la diversidad y la inclusión debe ser una prioridad en el desarrollo del metaverso, no solo en las representaciones virtuales sino en quienes crean estos espacios; de lo contrario, se corre el peligro de exacerbar la brecha de género y otros tipos de desigualdades.

Un impulso o una amenaza al empoderamiento económico

Sin duda, el metaverso abre nuevos canales de oportunidades económicas, especialmente para los creadores de contenido. Plataformas como Roblox o Sandbox ya permiten a los usuarios monetizar sus creaciones digitales mientras retienen la propiedad intelectual. Pero también es clave garantizar una distribución justa y transparente del valor. Los desarrolladores temen que las grandes compañías tecnológicas terminen controlando y lucrando con estos espacios, dejando migajas a los creadores.

Del mismo modo, se debe velar porque el comercio en el metaverso no se concentre solo en quienes puedan pagar tokens digitales o NFTs para acceder a ciertos productos y experiencias. Democratizar estos espacios virtuales debe ser una prioridad.

La paradoja de la sostenibilidad

Uno de los grandes desafíos del metaverso es su impacto ambiental. Se necesitarán enormes cantidades de energía para alimentar esta nueva realidad digital hiperconectada. Además, la fabricación de dispositivos y la generación de desechos electrónicos también tendrá consecuencias.

Pero paradójicamente, el informe también señala que el metaverso podría utilizarse para promover la sostenibilidad, por ejemplo, mediante simulaciones que generen conciencia sobre el cambio climático o la reducción de viajes de negocios gracias a las reuniones virtuales.

Un desarrollo responsable del metaverso requerirá un cuidadoso equilibrio entre aprovechar sus beneficios y mitigar sus impactos negativos en el medio ambiente. La colaboración entre gobiernos, empresas tecnológicas y la sociedad será clave en este proceso.

Conclusión: moldear colaborativamente el futuro digital

El metaverso representa una nueva frontera llena de posibilidades, pero también de interrogantes sobre cómo transformará la sociedad. Para que esta nueva realidad digital se desarrolle en forma responsable y centrada en el ser humano, se necesitará de un diálogo abierto y multisectorial.

Los gobiernos deberán actualizar marcos regulatorios. Las compañías tecnológicas tendrán que priorizar valores éticos, no solo ganancias. La ciudadanía deberá involucrarse y hacer oír sus demandas por un futuro digital inclusivo y sostenible.

El informe del Foro Económico Mundial ofrece insumos valiosos para entender los desafíos que presenta el metaverso. Aprovechar los aspectos positivos y mitigar los riesgos estará en manos de todos los actores implicados en su desarrollo. El futuro no está escrito, y moldearlo de forma colaborativa será clave.

El ábaco que impulsa el futuro

Panamá da un paso audaz en la dirección correcta con la reciente implementación de la Estrategia nacional de educación financiera (Enef). Estamos hablando de un programa ambicioso que abarcará unos 50 mil estudiantes y 900 docentes, y se implementará en 40 planteles educativos de todo el país, con el apoyo del Ministerio de Educación y de la Superintendencia de Bancos de Panamá (SBP). La ministra de Educación, Maruja Gorday de Villalobos, manifestó que el objetivo es enseñar a los niños a administrar sus recursos desde la infancia; una idea tan simple, pero cuyos beneficios abarcan al país entero. La OCDE, nada menos, apunta que sistemas educativos que implementan este tipo de políticas públicas pueden disminuir la brecha de pobreza y desigualdad a mediano y largo plazo.

Con una serie de cuadernillos y materiales para fortalecer esta iniciativa, los estudiantes recibirán formación en un conjunto de temas que van desde el cuidado de pertenencias hasta el uso responsable del dinero familiar, lo que facilita que relacionen estos conceptos con su vida diaria. La idea no es que los chicos se conviertan en banqueros, sino que adquieran una mentalidad financiera que les permita tomar decisiones informadas en su día a día. ¿Y qué gana Panamá con todo esto? Pues, una población con sólida educación financiera se traduce en crecimiento económico, disminución de la pobreza y en un futuro más brillante para el país. Como señala uno de los involucrados en el proyecto: «una sociedad educada financieramente genera impacto positivo en su entorno».

Esta iniciativa, que fue posible gracias a la Ley 374 del 2023, demuestra el compromiso de Panamá en formar ciudadanos financieramente responsables desde temprana edad. Porque, sin duda alguna, la educación financiera es la brújula que necesitan los niños para navegar en el complicado mar de las finanzas del mundo presente. Y con estos nuevos programas, Panamá se asegura de que su próxima generación no sólo tenga esa brújula, sino que sepa usarla con maestría.

En pleno siglo XXI, equipar a los más jóvenes con las herramientas para navegar en un mundo dominado por finanzas complejas es proporcionarles una valiosa herramienta para desenvolverse con mejores expectativas en un mundo ya extremadamente complejo y competitivo.

La urgencia de una renovación de la política nacional

La política nacional se encuentra en crisis. Los ciudadanos están cada vez más desilusionados con los políticos, quienes parecen más preocupados por su propio bienestar que por el de los ciudadanos. Como resultado, la confianza en el sistema político se ha erosionado al punto que deja muy mal parada a la democracia y abre las ventanas a los cantos de sirena de cualquier extremismo mesiánico que sepa endulzar los oídos del electorado.

La desconfianza es la moneda vigente en el escenario local; los ciudadanos no creen que los políticos estén trabajando para resolver los problemas que agobian al país, lo que sumado a la falta de espacios genuinos para la participación del panameño de a pie y a una mayor desigualdad, contribuye al agravamiento de la amenazante crisis. Tampoco ayuda el que los grandes intereses financieros y los de las grandes corporaciones tengan mayor peso que el bienestar general a la hora de tomar las decisiones de gobierno. Esto alimenta las sospechas de venalidad que pesan sobre la clase política consolidando la percepción que sus decisiones obedecen a un libro de tarifas.

La renovación de la política nacional es esencial para el futuro del país. Continuar priorizando los intereses particulares de unos pocos a costa del bienestar general resulta insostenible…A menos que no se valoren en sus justas dimensiones ni la estabilidad ni la paz social.

La amenaza latente

La desigualdad social es uno de los principales retos que enfrenta América Latina en la actualidad. A pesar de que la región ha experimentado avances económicos en las últimas décadas, diversos estudios señalan que estos beneficios no se han distribuido de forma equitativa. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 10% más rico de la población en América Latina acumulaba hace algunos años el 37 por ciento de la riqueza neta del total de los hogares, mientras que el 50 por ciento más pobre solo accedía al 13 por ciento de los ingresos totales. Este alto nivel de desigualdad tiene graves consecuencias para el desarrollo sostenible y la estabilidad social.

Panamá no están exentos de esta problemática. Pese a su rápido crecimiento económico en los últimos años, continúa encabezando la lista de los países con la peor distribución de la riqueza. Esto implica una alta concentración del ingreso, donde la prosperidad no llega a zonas rurales y barrios marginales en los que la pobreza alcanza niveles escandalosos.

Para revertir esta situación, urge tomar medidas decisivas para aumentar la inversión en áreas vulnerables y mejorar la transparencia, entre otras recomendaciones hechas por estudiosos del tema. Para Panamá, sin duda alguna, abordar la desigualdad debe ser una prioridad, antes que se agrave con consecuencias impredecibles para el país.

Plan Colmena

Aprueban en primer debate el proyecto de Ley 794 del Plan Colmena

Tras un amplio consenso la Comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social de la Asamblea Nacional, aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 794 “Del Plan Colmena”, iniciativa presentada por la ministra del MIDES, María Inés Castillo, para erradicar la pobreza y desigualdad en los 300 corregimientos más vulnerable del país.

La ministra, quien estuvo acompañada por la viceministra, Milagros Ramos Castro, explicó que la Estrategia Nacional “Del Plan Colmena” constituye una política para acelerar la implementación de la Agenda 2030. La intención es que «todos trabajemos juntos»: la junta técnica, los gobiernos locales, la sociedad civil, las universidades y las empresas privadas, en el Panamá de los Barrios, el Panamá Rural-Agrícola y el Panamá de las Comarcas.

La titular de la cartera social enfatizó que la Ley es en favor de las personas que viven en condiciones de pobreza multidimensional o en estado de vulnerabilidad social, mediante la inversión acelerada, articulada e integrada en las distintas ofertas de servicios del Reloj Colmena, dentro de los territorios priorizados, con el objetivo de que nadie se quede atrás.

Entre esas áreas se destacan: primera infancia, nutrición, agua limpia y sanidad básica, salud, educación, vivienda, actividades que generen ingresos y emprendimientos, seguridad, deporte y cultura, conservación del ambiente, electrificación rural y luminarias e infraestructura vial.

El Plan Colmena comprende programas y proyectos existentes o creados en el futuro, junto a ofertas multisectoriales del Gobierno Central y los Gobiernos Locales, elevando el Decreto Ejecutivo del Plan Colmena a ley de la república.

Este proyecto de ley incluye los territorios objeto de intervención Colmena, las líneas de acción, el marco estratégico, redes de gobernanza, financiamiento, cumplimiento, seguimiento y monitoreo.

Castillo aseguró que se busca tener un marco regulatorio para cerrar las brechas de la desigualdad en los 300 corregimientos más vulnerables de Panamá.

Mientras que los diputados miembros de la Comisión coincidieron en señalar que el proyecto de Ley es una herramienta científica que permitirá sentar las bases para aplicar políticas públicas a favor de las comunidades más vulnerables del país a través, de la articulación y coordinación de los gobiernos locales con el Estado.

También presentaron aportes y sugerencias importantes que serán analizadas para su posterior incorporación con la finalidad de fortalecer la propuesta que beneficiará a 777 mil panameños (as) que se han quedado atrás en el desarrollo social y económico del país.

A su vez, el presidente de la Comisión, el diputado Daniel Ramos Tuñón, calificó la Ley como una oportunidad para atacar la pobreza en las regiones más pobres del país, con programas a mediano y largo plazo que permitan la continuidad del trabajo más allá de los periodos electorales.

Por último, invitó a todos los sectores del país a sumarse a esta estrategia que promueve mejores condiciones de vida para todos y todas, sin excepción.

«Estudiar sin Hambre», programa de alimentación que llegó a 3,856 estudiantes de Panamá Este

Desde el 7 de marzo, cuando inició el año escolar, 3,856 estudiantes de esta área reciben comida caliente que contiene proteínas, carbohidratos, vegetales y frutas, para complementar una alimentación balanceada que ayudará a mejorar su rendimiento académico.

Los 18 centros escolares favorecidos, que forman parte del Plan Colmena, son el CEBG Bilingüe Unión de Azuero, Piriatí-Emberá, Tierra Prometida, Estado de Qatar, Atanacio Morales, Akua Yala, Escuela Platanares, Unicito, Lorenza G. de Lasso, San Francisco de Piriatí, Loma Bonita, Nuevo Panamá, Curtí, La Tosca, María Elena Díaz, Superación Campesina, Quebrada Cali y Playa Chuzo Afuera.

Los menús que les brindan a los estudiantes para sostener una nutrición saludable, son elaborados por el equipo de nutricionistas de la región educativa de Panamá Este y preparados por las cocineras de los planteles escolares, con apoyo de los padres de familia que se presentan en las escuelas voluntariamente.

‘Estudiar sin Hambre’ tiene el apoyo de la FAO y forma parte del macroproyecto estatal Plan Colmena, que intenta luchar contra la pobreza y desigualdad. Es dirigido a estudiantes del sector oficial.