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Etiqueta: ansiedad

Demuestran la asociación entre biomarcadores de Alzheimer, ansiedad y depresión durante el confinamiento

Los marcadores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer como la proteína beta amiloide o la neuroinflamación están relacionados con el aumento de síntomas de ansiedad y depresión durante el confinamiento por la COVID-19, según un estudio liderado por el centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC).

El estudio, publicado en la revista científica ‘Neurology’, ha analizado el impacto negativo del confinamiento de la COVID-19 en la salud mental en personas cognitivamente sanas y se ha llevado a cabo con 921 participantes del Estudio ALFA, impulsado por la Fundación «la Caixa».

Del total de participantes, se han analizado resultados con biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer de 254 personas. La investigación ha contado también con la colaboración de la Universidad de Gotheburg, el Centro para Enfermedades Neurodegenerativas de Hong Kong, la Universidad Pompeu Fabra, el Hospital del Mar Medical Research Institute y el CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), entre otros.

El estudio ha estudiado, a través de modelos de regresión de análisis multivariante, la asociación entre los biomarcadores relacionados con el Alzheimer y los factores sociodemográficos, así como los resultados del cuestionario de la escala de ansiedad y depresión hospitalaria HADS (Hospital Anxiety and DepreBsion Scale) durante el confinamiento y antes.

En una evaluación anterior, la mayoría de los participantes del estudio tenían niveles estándar de ansiedad y depresión y, en cambio, durante el confinamiento el 16,6 por ciento de los participantes sufrieron un incremento de ansiedad, mientras que un 9,9 por ciento declararon síntomas depresivos. Según estudios previos, este aumento se considera clínicamente significativo, y podría tener un impacto en la calidad de vida de los participantes.

La cohorte participante en el estudio, enriquecida por factores de riesgo, ha permitido establecer las bases de una posible asociación entre la pandemia y el Alzheimer: los resultados indican una relación entre los marcadores de riesgo relacionados con la enfermedad, como la proteína amiloide y la neuroinflamación, y el aumento de síntomas ansiosos y depresivos durante el confinamiento. Esta asociación es importante porque puede implicar un peor pronóstico clínico en personas con riesgo de Alzheimer después de la pandemia.

Durante la etapa preclínica del Alzheimer, se produce un aumento de los síntomas de ansiedad y depresión que puede acelerar la progresión de la enfermedad. A este hecho hay que añadir que, durante la pandemia de la COVID-19, estos síntomas se han incrementado a escala global, con consecuencias a largo plazo para la salud mental y el deterioro cognitivo de grupos vulnerables.

«En este contexto, era relevante investigar la posible asociación entre la sintomatología de ansiedad y depresión durante el confinamiento derivado de la COVID-19, y los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer», ha explicado Müge Akinci, investigadora del BBRC y autora principal del estudio.

El Género, un factor de riesgo

La investigación también ha explorado el papel del estrés y los cambios de estilo de vida (sueño, comida, bebida, hábitos de fumar y uso de medicamentos) durante este período, además de factores sociodemográficos como las diferencias de sexo/género y la salud mental de las personas cuidadoras.

Se han observado diferencias entre hombres y mujeres relativas a las horas de sueño durante el confinamiento y en el consumo de alimentos, así como diferencias entre cuidadoras y no cuidadoras.

La ansiedad y la depresión suponen un riesgo incrementado de desarrollar deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer, y la prevalencia observada en este estudio es más alta entre las mujeres. En la escala HADS, las mujeres han obtenido una puntuación más alta que los hombres para síntomas tanto de ansiedad como de depresión.

«En general, los resultados apoyan el vínculo entre la sintomatología neuropsiquíatrica y la carga de beta amiloide en el cerebro en la etapa preclínica del Alzheimer, especialmente en el caso de las mujeres. Se muestran cambios modestos pero significativos y, por lo tanto, es apropiado que se tengan en cuenta en el ámbito clínico», ha señalado la doctora Eider Arenaza-Urquijo, investigadora del estudio y responsable de equipo en el BBRC.

Los hallazgos de este estudio abren la puerta a futuras investigaciones sobre las consecuencias de la pandemia en la salud mental y en el pronóstico clínico de las personas que se encuentran en la etapa preclínica de esta enfermedad.

Una semana sin redes sociales mejora la salud mental y reduce la ansiedad y la depresión

Es una de las conclusiones a las que ha llegado un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Bath (Reino Unido), que ha querido conocer cómo afecta el uso de estas plataformas, centrado la investigación en los efectos en la salud mental de los sujetos con un descanso de una semana.

Según ha informado esta institución en la revista ‘Cyberpsychology, Behavior and Social Networking’, que recoge los resultados del estudio, se tomaron como referencia los hábitos de consumo de 154 personas de entre 18 y 72 años que utilizaban las redes a diario, que fueron divididos en dos grupos, uno de ellos de control, que pudo seguir usando las redes sociales.

Al otro grupo de participantes se le pidió tomar un descanso de una semana, en la que permanecieron alejados de sus cuentas en redes sociales como Instagram, Twitter, Facebook o TikTok, y que tuvo como resultado la «mejora significativa» en el bienestar, la depresión y la ansiedad.

Por otro lado, este estudio también concluyó que las personas que se tomaron el descanso de una semana informaron de que habían utilizado estas redes sociales una media de 21 minutos en ese tiempo, en comparación con las siete horas de media del grupo de control, que no tuvo restricciones.

«Muchos de nuestros participantes informaron haber notado efectos positivos al alejarse de las redes sociales. Entre ellos, un mejor estado de ánimo y menos ansiedad. Esto sugiere que incluso un pequeño descanso puede tener un impacto», ha comentado el investigador principal del Departamento de Salud de Bathz, el doctor Jeff Lambert.

Los investigadores que han llevado a cabo este estudio han adelantado que planean llevar este experimento a diferentes poblaciones más jóvenes o con problemas de salud física y mental para comprobar cómo podría beneficiarles esta desconexión.

El uso de las redes sociales, en constante crecimiento

La amplia variedad de plataformas, la conexión y cercanía que ofrecen y su gratuidad en la mayoría de las ocasiones son algunos de los factores que explican por qué muchos usuarios utilizan las redes sociales.

Con el paso del tiempo la dedicación a TikTok, Twitter, Facebook e Instagram ha ido en aumento hasta el punto de que a partir de 2022 el uso diario medio de las redes sociales en todo el mundo ascendió a 147 minutos diarios, dos minutos más que en 2021.

Según datos de Statista, los usuarios encuentran contradicciones en el uso de estas plataformas. Por un lado, sienten que gracias a ellas habían podido acceder a mayor información y que estas habían favorecido la comunicación y la libertad de expresión.

Por otra parte, las personas encuestadas también aseguraron haber sentido que las redes sociales habían empeorado su privacidad personal y aumentado la polarización en la política y las distracciones.

No obstante, los usuarios acceden a las redes sociales por una variedad de razones, siendo el mantenimiento del contacto con amigos y familiares la principal justificación, en el 47,6 por ciento de las veces.

El 36,3 por ciento de los encuestados, en cambios, se conectan a ellas para divertirse y pasar el rato, mientras que el 35,1 por ciento lo hacen para leer y acceder a información, y el 31,6 por ciento las usa para buscar contenido.

El 29,5 por ciento de los usuarios de Internet tiene una cuenta en estas redes sociales para comprobar cuáles son los temas que se están comentando, el 27,7 por ciento de ellos para encontrar inspiración y para comprar, y el 23,9 por ciento, para hacer contactos nuevos.

Los usuarios de Twitter, TikTok e Instagram, entre otras plataformas, también consideran que las redes sociales tienen un impacto en aspectos determinados de la sociedad, como son el acceso a la información, la polarización en la política y la calidad de vida en general.

Estudio detecta altos niveles de trastornos del sueño después de la COVID-19

En su trabajo, publicado en la revista científica ‘Neuroscience and Behavioral Psychology’, los científicos apuntan que estos factores están interrelacionados y recomiendan un enfoque integral para tratar el problema con eficacia.

En el estudio participaron 119 pacientes hospitalizados con diagnósticos confirmados de COVID-19 que completaron cuatro cuestionarios sobre depresión, ansiedad, fatiga y trastornos del sueño. Los pacientes con puntuaciones superiores a la media en los resultados de los cuestionarios también se sometieron a entrevistas psiquiátricas.

La encuesta detectó altos niveles de trastornos del estado de ánimo y del sueño entre los participantes en el estudio. En total, el 28 por ciento de los encuestados informó de un deterioro del estado de ánimo, el 27 por ciento experimentó una alteración de la calidad de su sueño y el 73 por ciento sufrió fatiga.

Los niveles más altos de fatiga aumentaron el riesgo de ansiedad y depresión. Asimismo, el aumento de la ansiedad y el deterioro del estado de ánimo también afectaron a la vitalidad general.

Estos resultados indican que la depresión puede hacer que las personas que se han recuperado de la COVID-19 se sientan menos vigorosas en su vida diaria.

Los médicos suelen atribuir la rápida pérdida de energía de los pacientes a las consecuencias orgánicas de la infección, perdiendo de vista la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo que pueden estar enmascarados por la enfermedad infecciosa.

Este enfoque puede dar lugar a un curso prolongado de astenia durante la recuperación de la enfermedad, a pesar de los parámetros fisiológicos favorables. Los resultados también mostraron que el aumento de la ansiedad y la depresión repercuten en la calidad del sueño.

«Aunque la relación entre el estado de ánimo y los trastornos del sueño es intuitiva, es importante examinarlos cuidadosamente y por separado, especialmente en los pacientes tras la infección por COVID. Curiosamente, este aspecto suele pasarse por alto en el examen clínico de los pacientes con COVID-19. Sus problemas de sueño se atribuyen más a menudo a alteraciones fisiológicas, como las consecuencias de una estancia en cuidados intensivos y los efectos de una falta de movimiento prolongada, pero no a trastornos del estado de ánimo.

Nuestros datos subrayan una vez más que, cuando los pacientes se quejan de problemas de sueño, es necesario examinar su estado mental tanto durante su enfermedad como una vez finalizada la cuarentena», explica una de las responsables de la investigación, Ainur Ragimova.

Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo

El estrés psicológico, la depresión y la ansiedad han sido más frecuentes en hombres y mujeres desde que inició la pandemia por la COVID-19, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca de 700 mil personas se suicidan al año en el mundo, lo que quiere decir que cada 40 segundos una persona se suicida.

En un principio, los especialistas no descartaban que los pensamientos suicidas pudieran aumentar debido a la crisis económica y la alta tasa de desempleo que existe en nuestro país, actualmente, las cifras lo confirman.

Según el Ministerio de Salud (Minsa) Panamá registró en 2021, un total de 196 suicidios, 53 más que en 2020, el 85% de estos ocurrió en varones.

El doctor Manuel José Díaz Hernández, médico especialista en psiquiatría de la Caja de Seguro Social (CSS), confirmó que los hombres son seis veces más suicidas que las mujeres y que la mayoría de los casos ocurren en áreas rurales e indígenas.

«Estamos viviendo una época inimaginable, incomparable con alguna otra tragedia en los últimos 100 años, por lo que se están experimentando situaciones estresantes (aislamiento, incertidumbre, miedo al contagio, dificultades económicas), todas estas llevan al desarrollo de trastornos como la depresión, ansiedad o abuso de sustancias en personas vulnerables, lo que aumenta el riesgo de suicidio», explicó Díaz.

Según dio a conocer el especialista, se estima que en más del 90% de las muertes por suicidio había un trastorno mental identificable, entre los cuales están la depresión, el trastorno bipolar, los trastornos de personalidad y el abuso de sustancias.

Es por esta razón que recomienda a los miembros de una familia a estar pendiente en los cambios de conducta que pueda tener uno de sus integrantes, ya que eso podría ser una señal de alerta.

La OMS ha publicado una guía con el fin de apoyar a los países en sus esfuerzos, Live Life  (Vivir la Vida) y aplica el enfoque de prevención del suicidio, centrado en cuatro estrategias: limitar el acceso a los medios de suicidio, como plaguicidas muy peligrosos y armas de fuego; formar a los medios de comunicación para que difundan de forma responsable noticias sobre suicidios; fomentar entre los adolescentes las competencias socioemocionales para la vida; y detectar tempranamente, evaluar, gestionar y hacer seguimiento de las personas con pensamientos y comportamientos suicidas.

En nuestro país, la CSS cuenta con el Programa de Salud Mental conformado por psicólogos, enfermeros y trabajadores sociales, por lo que no resultaría difícil que una persona tenga acceso a la prevención y tratamiento de algún trastorno a través de alguna de sus sedes.

A nuestro país, todavía le falta profundizar los programas relacionados con la prevención del suicidio, pero ha dado pequeños pasos como la aprobación de la Ley 174 de 2 de noviembre de 2020, que establece el marco jurídico para el abordaje de las conductas de riesgo suicida; así como la creación de Comisión Nacional para el Abordaje Integral de las Conductas de Riesgo Suicida, donde las personas podrán tener ayuda de manera rápida y efectiva a través de las líneas 169 y 523-6800.

OMS insta a los gobiernos a tomar medidas para proteger la salud de los empleados mientras teletrabajan

En un nuevo informe técnico sobre el teletrabajo saludable y seguro, publicado por los dos organismos de las Naciones Unidas, se describen los beneficios y los riesgos para la salud del teletrabajo, así como los cambios necesarios para acomodar la transformación hacia diferentes formas de trabajo a distancia provocado por la pandemia del Covid-19.

Entre los beneficios, el informe señala que puede haber un mejor equilibrio entre la vida laboral y la personal, oportunidades de horarios de trabajo flexibles y actividad física, reducción del tráfico y del tiempo dedicado a los desplazamientos y disminución de la contaminación atmosférica, todo lo cual puede mejorar la salud física y mental y el bienestar social. El teletrabajo también puede suponer un aumento de la productividad y una reducción de los costes operativos para muchas empresas.

Sin embargo, el informe advierte de que sin una planificación y organización adecuadas y sin apoyo en materia de salud y seguridad, el impacto del teletrabajo en la salud física y mental y el bienestar social de los trabajadores puede ser importante.

El teletrabajo puede provocar aislamiento, agotamiento y depresión.

Puede provocar aislamiento, agotamiento, depresión, violencia en el hogar, lesiones musculoesqueléticas y de otro tipo, fatiga ocular, aumento del consumo de tabaco y alcohol, tiempo prolongado sentado y frente a una pantalla y aumento de peso poco saludable.

El informe señala las funciones que deben desempeñar los gobiernos, los empresarios, los trabajadores y los servicios sanitarios de los centros de trabajo para promover y proteger la salud y la seguridad durante el teletrabajo.

Así, la colaboración entre trabajadores y empleadores es «esencial» para un teletrabajo seguro, según la OMS. «En los casi dos años transcurridos desde el inicio de la pandemia, ha quedado muy claro que el teletrabajo puede aportar tan fácilmente beneficios para la salud como tener un impacto nefasto», ha dicho la doctora María Neira, directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.

«El camino que tome el péndulo depende totalmente de que los gobiernos, los empresarios y los trabajadores trabajen juntos y de que haya servicios de salud laboral ágiles para poner en marcha políticas y prácticas que beneficien tanto a los trabajadores como al trabajo», ha advertido Neira.

Entre las medidas que deben poner en marcha los empresarios, destacan: garantizar que los trabajadores reciban el equipo adecuado para completar las tareas del trabajo; proporcionar información, directrices y formación pertinentes para reducir el impacto psicosocial y de salud mental del teletrabajo; formar a los directivos en la gestión eficaz de los riesgos, el liderazgo a distancia y la promoción de la salud en el lugar de trabajo; y establecer el «derecho a la desconexión» y días de descanso suficientes.

Así, según este informe, los servicios de salud laboral deben estar capacitados para proporcionar apoyo ergonómico, de salud mental y psicosocial a los teletrabajadores mediante el uso de tecnologías digitales de telesalud.

«El teletrabajo y, en particular, el trabajo híbrido, han llegado para quedarse, y probablemente aumentarán después de la pandemia, ya que tanto las empresas como los individuos han experimentado su viabilidad y sus beneficios», ha expresado Vera Paquete-Perdigão, directora del Departamento de Gobernanza y Tripartismo de la OIT.

«A medida que nos alejamos de este ‘patrón de espera’ para asentarnos en una nueva normalidad, tenemos la oportunidad de incorporar nuevas políticas, prácticas y normas de apoyo para garantizar que millones de teletrabajadores tengan un trabajo saludable, feliz, productivo y decente», añade Paquete-Perdigão.

El informe ofrece recomendaciones prácticas para la organización del teletrabajo que satisfagan las necesidades tanto de los trabajadores como de las organizaciones. Entre ellas, se incluye la discusión y el desarrollo de planes de trabajo individuales para el teletrabajo y la aclaración de las prioridades; la claridad de los plazos y los resultados esperados; el acuerdo de un sistema común para señalar la disponibilidad para el trabajo; y la garantía de que los directivos y los colegas respeten el sistema.

Por último, la OMS y la OIT insisten en que las empresas con teletrabajadores deben desarrollar programas especiales para el teletrabajo que combinen medidas para la gestión del trabajo y el rendimiento con tecnologías de la información y la comunicación y equipos adecuados, y servicios de salud laboral para la salud general y el apoyo ergonómico y psicosocial.

EUROPA PRESS