En febrero de 1945 la Segunda Guerra Mundial entraba en su fase final, aunque en Europa aún restaban tres meses de intensos combates para derrotar a la Alemania nazi y seis meses para poner fin a la guerra contra el Imperio de Japón.
En Panamá, ese mismo mes se vivía un ambiente político sumamente complejo. La crisis acumulada desde el golpe de Estado contra Arnulfo Arias, ocurrido el 10 de octubre de 1941, había llevado al gobierno de Ricardo Adolfo de la Guardia a una situación insostenible.
De la Guardia, quien había asumido la presidencia como secretario encargado, se encontraba en una complicada situación de alta tensión política, pues se vencía su periodo y la Asamblea Nacional, integrada en su mayoría por diputados de oposición, había decidido nombrar a su reemplazo, de acuerdo con lo establecido en la Constitución de 1941.
Ante esta inminente crisis de que los «arnulfistas» regresaran al poder, el 29 de diciembre de 1944, el presidente De la Guardia aceptó la dimisión de todos sus ministros y formó un nuevo gabinete. Inmediatamente, convocó elecciones de diputados para conformar una Asamblea Constituyente que sustituyera la Constitución de 1941.
La vida continuaba a pesar de todo, y en Panamá siempre había un espacio para celebrar los Carnavales.
El ambiente se volvió aún más explosivo cuando un grupo de diputados se declaró en rebeldía contra las acciones del Ejecutivo, considerándolas inconstitucionales, y, ejerciendo sus atribuciones, nombraron a Jeptha Duncan como designado encargado de la Presidencia en reemplazo de De la Guardia.
Esto desató un enfrentamiento entre dos poderes del Estado y todo ello en medio de los Carnavales, pero eso no disminuyó el entusiasmo por las festividades, algo que era palpable tanto en la Ciudad de Panamá como en Colón.
Sin duda, los panameños ansiaban un respiro, un momento de alegría en medio de la crisis.
En Colón, el sábado 10 de febrero se eligió a “Su Majestad, Shirley Primera”, reina de los clubes Leones y Tigres para los Carnavales en esa ciudad. La coronación se celebró en el Teatro Caribe, con la participación de la reconocida Sylvia de Grass. De igual forma, otros clubes sociales, como los Aguiluchos, coronaron a su reina en el Teatro Rex.
Mientras tanto, en la ciudad de Panamá, ese mismo día, en el Teatro Nacional se eligió a Rose Marie Porras como reina del Carnaval del Club Unión.
Así comenzaron cuatro días de Carnaval en Panamá y Colón a pesar de que los diputados rebeldes, refugiados en el Hotel Tivoli, en la Zona del Canal, intentaban derrocar al gobierno; de que en Europa los ejércitos aliados libraban duros combates con grandes pérdidas de vida al acercarse a Berlín; y de que en el Pacífico se combatía calle por calle en la sangrienta batalla de Manila y se daban grandes batallas aereonavales.
La vida continuaba a pesar de todo, y en Panamá siempre había un espacio para celebrar los Carnavales.