Muchos se decantan porque la corrupción es nuestro principal problema como país; mas, la corrupción es consecuencia del verdadero problema. Panamá, como casi todos los países de Latinoamérica, está sumergido en un marasmo intelectual que ha desencadenado en una pérdida de valores cívicos y morales. Así las cosas, mientras los valores brillen por su ausencia, la corrupción crece como verdolaga. Para retomar los valores cívicos y morales solo basta empezar con campañas de concienciación para los padres de familia y lanzar una estrategia desde las escuelas para darles prioridad a estos principios rectores en la educación de nuestros hijos. No se trata de grandes inversiones ni compras de equipos tecnológicos, sino de crear conciencia nacional. El combate a la corrupción empieza en casa y se empieza fortaleciendo los valores cívicos y morales. ¡Así de simple!
Editorial escrito por el periodista Gerardo Berroa Loo
Muy cierto, señor Berroa, el hogar es donde se arraigan en nosotros los valores cívicos y morales, y no se enseñan allí éstos con sermones ni cátedras sino con los comentarios aparentemente intrascendentes y razonamientos cotidianos casi inadvertidos de los padres. De ahí que «los padres hablan por la boca de los hijos y los hijos ven a través de los ojos de los padres» es un dicho que tiene mucho de cierto. Pero también en mi opinión la educación deficiente, la incertidumbre y la falta de esperanza son factores cruciales que deben haber llevado, a través de varias generaciones, a que muchos de los individuos que hoy son padres tengan una visión negativa y carente de valores y por lo tanto inclinada a la corrupción.