RAÚL VÁSQUEZ SÁEZ: MEMORIA DEL JAGUAR

La influencia es visible en la obra de numerosos artistas panameños que han seguido explorando la relación entre arte, identidad y memoria cultural, con enfoque en la identidad propia y las raíces precolombinas como fuente de inspiración. Su arte es un puente entre lo tradicional y lo moderno, entre lo local y lo universal.
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Texto: Manuel Montilla

Arte: Raúl Vásquez Sáez

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una puerta
 
y cruzo en alucinación
el misterio
 
no soy vacío
no soy sombra
 
tampoco soy tambor
de augurios


Raúl Vásquez Sáez, oriundo de La Villa de Los Santos, Panamá, deviene a la luz el 6 de febrero de 1954, y camina al valle oscuro, en la Ciudad de Panamá, el 20 de octubre de 2008, es una figura destacada en el panorama artístico y una influencia significativa en el contexto de su entorno regional. Su vida y obra se desarrollan en un período de gran transformación cultural y política en América Latina, lo que le permite absorber y contribuir al rico panorama de la identidad circundante.

Raúl crece en una región conocida por sus tradiciones y costumbres, lo cual influye de forma crucial en su visión plástica. La Villa de Los Santos es destacada como epicentro de la resistencia panameña durante la gesta independentista, lo que impregna en Vásquez Sáez un sentido de identidad y orgullo desde el origen. Este contexto no solo alimenta su creatividad, sino que también le orilla a explorar y celebrar las raíces profundas de su lar nativo a través de su obra pictórica.

Artista autodidacta, Raúl no es ajeno a la influencia formal. Su caminar primero, en el arte, comienza bajo la tutela del pintor azuerence Juan Manuel Pérez, quien le infunde los valores del terruño. Vásquez Sáez, continúa su formación en Florencia, Italia, con una breve estancia en la Academia de Bellas Artes, donde rechaza el centralismo occidental para seguir una ruta más visceral. Posteriormente, en México, asiste a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado «La Esmeralda», donde la influencia del arte precolombino y el contacto con figuras como Rufino Tamayo, Carlos Mérida y Francisco Toledo le marcan profundo.

La obra de Vásquez Sáez deviene a ganar reconocimiento nacional con su primera muestra en 1977 en el Centro de Arte y Cultura de la ciudad de Panamá, marcando el inicio de una carrera que sería tanto prolífica como influyente. Su arte, caracterizado por una exploración de mitos y ritos ancestrales, no solo resuena en su país, sino que también encuentra eco en otras latitudes de América Latina donde participa en numerosas exposiciones colectivas e individuales.

Mantiene una permanente conexión con Costa Rica merced a su profunda amistad con artistas como Julio Lambert Ortiz y Migdelia Acosta Ledezma, creadores panameños residentes en San José, así como Gilberto Aquino Pérez, tico salvadoreño, el poeta y editor Alfonso Peña y artistas como Zulay Soto, Rodrigo Muñoz Azofeifa, Otto Apuy, Isidro Con Wong, Fernando Carballo, Olga Dorado, Fabio Herrera, Mario Maffioli, Pedro Arrieta, Jorge Corea, Willy Juan Flores, y otros.

En sus pinturas, que a menudo mezclan lo neofigurativo con lo abstracto textural, utiliza técnicas mixtas para capturar la esencia de la espiritualidad precolombina, reflejando una visión cósmica del mundo influenciada por su práctica del pensamiento chamánico. Las texturas de sus obras, hechas con materiales como greda y arena, evocaban la conexión profunda con la tierra y la historia de su pueblo.

La presencia de Raúl en la escena artística latinoamericana se ve fortalecida por su actividad poética. Publica tres libros: «Cerrojo profundo» (1983), «En tu piel anónima» (1984) y «No soy tambor de augurios» (2008); ampliando así su exploración de la identidad cultural a través de la palabra. Su poesía, al igual que su pintura, involucra temas de la memoria, la infancia, la sexualidad y la relación entre lo ancestral y lo contemporáneo.

Su interés por los soportes y los materiales lo llevó a utilizar pigmentos naturales, arenas y tierras, generando texturas que evocan la superficie de antiguas pictografías rupestres. Esta experimentación material lo posiciona en la línea de artistas como Antoni Tàpies y Francisco Toledo, quienes también integraron elementos naturales y técnicas no convencionales en su práctica artística.

En la plástica panameña, consolidó una identidad visual propia, alejada de los cánones academicistas impuestos por las influencias foráneas. A través de su obra y su labor como mentor de nuevas generaciones de artistas, promovió un enfoque descolonizador del arte, reivindicando las tradiciones pictóricas de los pueblos originarios y afrodescendientes.

Su legado se manifiesta en diversas esferas del arte. Su influencia es visible en la obra de numerosos artistas panameños que han seguido explorando la relación entre arte, identidad y memoria cultural, con enfoque en la identidad propia y las raíces precolombinas como fuente de inspiración. Su arte es un puente entre lo tradicional y lo moderno, entre lo local y lo universal.

La filosofía de Raúl arraiga profundo en la mixtura con lo ancestral, en el deseo de conectar lo precolombino con lo contemporáneo. Mantiene un diálogo constante con la naturaleza, la historia y la espiritualidad. Recurre a los mitos y estructuras simbólicas de las culturas prehispánicas para interrogar el presente y encontrar significado en un mundo en constante cambio. Su arte no es solo una expresión estética sino una forma de animismo que busca el encuentro con los espíritus de la tierra y sus ancestros.

Vásquez Sáez marca trascendencia en cómo su obra ha sido reinterpretada y prolongada por otros artistas. Su enfoque en la identidad, especialmente en el contexto de la globalización, ha servido como una guía para aquellos que buscan una representación artística que no olvide sus raíces. Su participación ayuda a posicionar el arte panameño en lo vivencial, mostrando que la cultura precolombina y latinoamericana tiene un lenguaje visual único y valioso. Raúl enseña que el arte no tiene que ser un eco de las tradiciones occidentales, sino que puede ser una conversación con la tierra y el tiempo, un medio para sanar y recordar.

Raúl Vásquez Sáez es más que un artista; es una presencia firme, una atalaya cultural que utiliza el arte como un medio de comunicación con el pasado y el presente. Su legado es un recordatorio constante de la importancia de las raíces culturales y de la necesidad de integrar la historia personal y colectiva en el arte contemporáneo. Inspira a artistas e historiadores a mirar hacia atrás para avanzar, asegurando que las voces ancestrales sigan resonando en el arte del porvenir.

6 de febrero de 2025.

David, Chiriquí, Panamá.

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