La sociedad panameña ha llegado a su punto clave y cualquier decisión que tome va a tener consecuencias. Con la Caja y la mina, no hay forma de complacer a nadie y nuestra decisión debe girar no en cuánto concuerde conmigo la decisión, sino en qué es mejor para el país. La Caja necesita una nueva ley y de eso no hay dudas. Pero esa ley tiene que garantizar su sostenibilidad no solo para salvarnos del colapso, sino para evitar que nos quiten el grado de inversión. Con la mina pasa igual. Si decidimos no abrirla, es garantía de que nos va a afectar en la calificación crediticia y, además, nos enfrentamos a un arbitraje por miles de millones de dólares. Abrirla, en cambio, es no solo la creación de miles de plazas de empleos, sino que nuestro nivel crediticio mejorará significativamente, lo que se reflejará en los préstamos cualquiera sea que tengamos con la banca local. Que este arrinconamiento al que hemos llegado sirva de experiencia para que no volvamos a estar en esta situación a futuro. Eso requiere fomentar la reconciliación nacional y alejarnos de los odios y caprichos individuales. ¡Así de simple!
Editorial escrito por el periodista Gerardo Berroa Loo