Tres hermanos de una apartada comunidad en Panamá Oeste recibieron una casa nueva gracias al trabajo y solidaridad de una cooperativa local. Un ejemplo de organización comunitaria
Los hermanos González hacen pasar una soga por entre las columnas de madera que sostienen el techo. Junto a los miembros de la Cooperativa de Servicios Múltiples Panameña, R.L. (Coopasem) jalan y las paredes de cinc desvencijado crujen. La vivienda se desploma en el suelo rojizo. En frente, una casa de cemento, con ventanas y luz eléctrica espera ser habitada.
Todos participan de la destrucción de la vivienda anterior antes de dar paso a la ocupación de la nueva, en la que también todos trabajaron en su construcción. Este es el ritual de esfuerzo y cooperación que tuvo lugar en la comunidad de la Alameda, en Burunga.
En esta localidad de Panamá Oeste los problemas de agua y de seguridad son frecuentes. Pero la vida trascurre con relativa tranquilidad para los que han pasado la mayor parte de su vida ahí, entre quebradas que son atravesadas pasando de una roca a otra, veredas que se pierden entre el verde y la sombra de los montes, niños trepando a los árboles o pateando un balón que rebota pero que ya no rueda.
La nueva casa donde vivirán Elías, de 20 años, Gladys, de 16, y Daniel, de 18, sobresale entre las de sus vecinos. Todas son pequeñas viviendas de madera y cinc, frente a cuyas puertas alguien se sienta a que le pasen una máquina de rasurar por la cabeza o se mece en una hamaca colgada en un árbol, entre bolsas de súper y restos de chatarra oxidada.

Erika Vargas, directora del Ipacoop, participó en la entrega de la vivienda en Burunga.
Son tres hermanos, de un total de siete. Todos provienen de un hogar fragmentado. Ellos han sido unos de los beneficiados de las acciones que la Coopasem ha venido llevando a cabo para mejorar las condiciones de vida de los moradores en la provincia de Panamá Oeste.
Durante los últimos tres años, sus miembros, entre los que se encuentran transportistas que prestan sus servicios en proyectos de infraestructura, han ayudado a comunidades y escuelas con donaciones de útiles y enseres.
Este verano decidieron concentrar sus esfuerzos en ayudar a una familia. Durante más de un mes los miembros de la Coopasem y sus familiares trabajaron en la construcción de un nuevo hogar para los hermanos González, labor que se dificultó dado la necesidad de transportar material de construcción a través de caminos sinuosos, de difícil acceso, hasta una comunidad que se encuentra apartada de los núcleos urbanos principales de la provincia, como es el caso del centro de Arraiján y La Chorrera.
Durante la entrega de la residencia, Erika Vargas, directora del Instituto Panameño Autónomo Cooperativo (Ipacoop), alabó la disposición de los miembros del Coopasem a “dar esa milla extra”. Para ella esta cooperativa, que está regida por Ipacoop, representa un “ejemplo de esa idiosincrasia cooperativista”.