Arterias de color blanco, rojo y azul

La inversión en proyectos contra el delito sentaría las bases para que otras compañías realicen lo mismo.

Superpuesto en una torre de marfil, moviendo peones desde la nube de la prepotencia, se encuentra el águila calva de la nación de las estrellas y las barras, planeando entonces su movida angular, tomando aquello que no le pertenece y lanzando las fichas a un juego mortal.

Valiente estocada brinda quien, en su vida, una espada blandió. Juzga con arrogancia y politiquería, queriendo rasgar la soberanía del pueblo que, en rebelión, se alzó.

Que ondee en alto la bandera bravía por las calles en las que sangre corrió. Que se entienda de una vez por todas que Estados Unidos a nadie le ganó. Gastronomía, vestimenta y cultura, robadas todas de países vecinos, se sabe de primera mano que todo lo ajeno sabe mejor, y más cuando no salió entonces de ninguno de sus bolsillos ni de sus débiles mentes. Empresarios norteños que prometen a inmigrantes el sueño de poder progresar… Dile tú, águila calva, a tu mano de obra que, una vez los uses, los vas a deportar.

¿Me amenazas? ¿Me quieres? ¿Me intentas hurtar? Pregúntale a la Gesta del 9 de Enero o al indio Urracá si a mi pueblo, mi Patria y mi suelo, los puede venir a tomar un extranjero de cuello blanco. De armas tomar, si así fuera, lo haríamos mil veces, hasta que se entienda nuestra versión. Dile a tu pueblo, sin identidad alguna, que se muere por el suelo, como lo hicimos nosotros por este bello istmo al que llamamos nación.

Que se dé cuenta el mundo, las naciones y los poblados, que nadie te tiene miedo. Víscera femoral que, pintado de comprador, eres solo un pirata, comparable con Judas, a quien solo le gusta lo ajeno tomar.

Espero quede entendido este malentendido, que malentendido nunca fue. Si ya te cansaste de mantener al pueblo entretenido con tu propaganda política, pues lo que dices, ya yo lo sé.

Del volcán Barú a las trochas ya heridas de mi querido Darién, este pueblo es nuestro. Del sentir istmeño, ni por plata ni por oro asumo tu bandera, y hasta que la vida quiera, panameño seré.

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